ACERCA DE LAS AUTORAS

miércoles, 20 de abril de 2011

ANTONIETA MADRID Y ÁNGELA ZAGO: UNA MUESTRA DE LITERATURA TESTIMONIAL

Mireya Vásquez

I. INTRODUCCIÓN

La década de los años 60 se caracterizó por la presencia de fenómenos políticos y culturales muy significativos y de gran trascendencia mundial. Entre los más resaltantes se pueden señalar: el movimiento Hippie en los Estados Unidos, que se mantuvo hasta bien entrada la década de los años sesenta. La Revolución de Mayo Francés (1968), La Primavera de Praga y la Nouvelle Román francés.

También en Latinoamérica se producen cambios relevantes, el más importante podría ser la Revolución cubana, pues alentó la insurrección en América en contra de los Estados Unidos. La presencia de la guerrilla es constante en la mayoría de los países latinoamericanos. Entre los años 60 y 70, casi todos los países del Continente Americano daban la impresión de países en estado de guerra. Culturalmente, también se dan los cambios. Es la época de los grandes escritores: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, José Donoso, Severo Sarduy y algunos más. Para Antonieta Madrid (1991) es la época del redescubrimiento de la nueva América a través de la novelística.

Venezuela no escapa a estos cambios, también en ella se da la lucha y la presencia de la guerrilla urbana y rural. Con la caída de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, no se acabó la violencia en Venezuela. Durante el período de la Presidencia de Rómulo Betancourt, se presentaron infinidad de focos de violencia, entre ellos: de obreros, estudiantes y militares, que de una u otra forma mantuvieron una situación de descontrol dentro del pueblo venezolano. Una de las salidas para querer solucionar los problemas y situaciones anormales fue el enfrentamiento de grupos de estudiantes y de militares en contra del gobierno. De allí que surjan las guerrillas armadas, tanto en el campo como en las ciudades. La revolución cubana fue la base para que, tanto en Venezuela como en otros países latinoamericanos, se desencadenaran las guerrillas. Esto demuestra la gran insatisfacción e inestabilidad de la época en Latinoamérica.

A través de la literatura testimonial quedó plasmada la huella de la violencia y cada autor dio su visión de los acontecimientos. Muchos fueron los escritores que centraron su obra en esta época, Adriano González León, José Antonio Abreu, Luis Britto García, Salvador Garmendia, Antonieta Madrid, Victoria Stéfano o Duno, Ángela Zago son algunos de los que muestran, a través de sus obras, el período de represión vivido en el país. En este trabajo se dará cuenta de las escritoras Antonieta Madrid, con su novela No es tiempo para rosas rojas (1975), quien, por medio de esta obra, se inmiscuye en la narrativa de violencia y Ángela Zago, con su obra Aquí no ha pasado nada (1972), donde la autora da su vivencia íntima del porqué, el cómo se sucede y conoce la situación de las guerrillas en Venezuela.

En la primera parte, se hará referencia al contexto histórico-social de los años sesenta, dando una visión de los acontecimientos más importantes a nivel mundial, para luego centrarse en los sucesos acaecidos en Venezuela durante esa década, ya que es el referente externo de las novelas. La segunda, permitirá conocer un poco lo que ha sido la literatura testimonial en Venezuela y la muestra existente en el país. En la tercera parte, se analizarán las novelas No es tiempo para rosas rojas y Aquí no ha pasado nada. Ellas serán trabajadas desde las perspectivas de la novela experimental y testimonial. Se hará un acercamiento rápido a los sucesos de los años sesenta para ubicar las obras desde el punto de vista histórico-social, para luego hacer referencia a las obras mencionadas.

II. MARCO TEÓRICO

A. REFERENCIAS HISTÓRICO SOCIALES

Los años sesenta se caracterizan por la aparición de fenómenos políticos y culturales que conmueven el mundo. Entre los más resaltantes se pueden señalar:

1. Los hippies: Constituyeron el movimiento juvenil más representativo de los años sesenta. En 1965, el término hippy se empleaba para designar a cierto tipo de jóvenes de San Francisco o Nueva York. No estaban de acuerdo con la sociedad en que vivían. Se opusieron al sistema, a la anarquía, a la sociedad de consumo, a la masificación, a la burocracia, al juego de normas y prohibiciones, a la segregación racial. Para ellos, el amor era lo más importante, era la alternativa ante la violencia; por esta razón, no sólo pedían la paz, sino que la practicaban y hacían el amor mientras otros hacían la guerra. “Haz el amor, no la guerra” rezaba una de sus consignas. La ideología hippie tuvo su origen en las religiones cristiana pura y budista. Creyeron en los astros, consultaron las cartas, descifraron las líneas de la mano, descubrieron a Notradamus y leyeron el tibetano Libro de los muertos y los Ching, libro chino de la metamorfosis. Esta juventud fue ambivalente, porque vivió en el mundo oriental, el cual deseaban conquistar.

En 1968, los jóvenes hippies enterraron un muñeco vestido de hippy en San Francisco, para demostrar al mundo que había terminado se época de ilusiones y búsquedas, que no deseaban caer en lo mismo contra lo que luchaban: la comercialización de sus ideas.

2. El Mayo Francés: Con esta expresión se bautizó un período vivido en París en 1968. A partir del 3 de mayo, se había iniciado en la Sorbona las protestas universitarias de París. Desde marzo, en la Universidad de Nanterre, los estudiantes agitaban por reivindicaciones específicas: el 2 de mayo, las autoridades decidieron cerrar la casa de estudios y varios estudiantes fueron llevados a un Consejo de Disciplina.

Al día siguiente, cuando los jóvenes protestaban por este hecho, la policía fue llamada a intervenir y lo hizo en forma agresiva. La protesta adquirió mayor violencia. De allí pasaron al barrio latino, donde se multiplicaron los enfrentamientos. A estas manifestaciones se sumaron los liceístas, quienes se unieron a la huelga. La noche del 10 de mayo fue llamada “la noche de las barricadas” y las manifestaciones de lucha se encaminaron hacia una auténtica rebelión. Entraron en la revuelta obreros, profesionales universitarios, artistas, comunicadores sociales, etc. Hubo impulso de las centrales sindicales y de grandes organizaciones políticas de izquierda, también educadores, y el día 13 de mayo hubo una huelga general. Más de un millón de personas cercaron las calles de París.

El Partido Comunista ejerció gran influencia en estos hechos. Hubo reuniones y se tomaron determinaciones. El Mayo Francés se convirtió en un motivo para que las masas realizaran una crítica, desde posiciones humanistas contra el orden establecido.

3. La Revolución Cubana: Esta revolución fue para Latinoamérica un proceso de gran importancia. Desde 1959, Fidel Castro, con su ejército rebelde, se instaló en la Habana y la política que definió fue el humanismo y libertad. Castro estrechó sus relaciones con los países socialistas y, a pesar del cerco impuesto por los Estados Unidos y la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA), la isla se convirtió en una amenaza permanente para la estabilidad continental.

Cuba alentó la insurrección en América contra los Estados Unidos, la presencia de las guerrillas es constante en la mayoría de los países latinoamericanos. Entre los años 60 y 70, casi todos los países del Continente Americano daban la impresión de países en estado de guerra.
4. Culturalmente también se dan cambios. Es la época de los grandes escritores: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, José Donoso, Augusto Roa Bastos, y otros más. Según Antonieta Madrid (1991) “El boom literario latinoamericano significó un redescubrimiento de la nueva América plural y sincrética, dueña de la novela solvente y propia” (28)

También Venezuela participó en los cambios, también en ella se da la lucha. Para ese momento (los años sesenta), Venezuela aún vivía el cambio producido por la caída de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, acontecida en enero de 1958 y que había dado inicio a la “democracia representativa”. El Contralmirante Wolfang Larrazábal encabeza la Junta de Gobierno, que se mantuvo al frente del país hasta el 07 de diciembre de 1958, cuando millones de venezolanos concurrieron a las urnas electorales y dan como resultado el triunfo de Rómulo Betancourt, por mayoría abrumadora. Fue el primer presidente de la nueva democracia.

Durante todo el mes de enero de 1959, el presidente electo se dedica a mantener interminables entrevistas con sindicatos de obreros y de campesinos, con agricultores y hombres de la banca y con profesionales universitarios. Desfilan por su despacho infinidad de grupos heterogéneos de todas las provincias, con la idea de ir preparando el terreno para un gobierno tranquilo y sin violencia

En este mismo mes, sucede en Cuba un hecho que va a conmover al pueblo venezolano. El día primero, se había fugado de la isla Fulgencio Batista y la revolución de Sierra Maestra era gobierno. Durante el año 1958, Venezuela había vivido como suyos los episodios de la lucha guerrillera contra la cruel tiranía de Batista. Aquí, y especialmente en Caracas, se organizaron colectas populares bajo la consigna “un bolívar para la Revolución”. Surgieron barrios obreros como el de Puerto La Cruz, bajo el nombre de Sierra Maestra. Una radiodifusora caraqueña retrasmitía todas las tardes a la emisora rebelde de Sierra Maestra. Caracas se constituyó en uno de los principales centros del exilio fidelista. Para 1959, Fidel Castro, en Venezuela, no era liberal, ni comunista, ni socialista; representaba la lucha por la libertad y el rescate de la dignidad del pueblo cubano.

El primer aniversario del 23 de enero lo constituyó la presencia del líder cubano en Caracas. A escasos días de su triunfo, Fidel Castro viajaba a Venezuela con el propósito de agradecer la colaboración y respaldo que el pueblo venezolano había brindado a la causa revolucionaria. Dio un discurso a los venezolanos donde expresa:

”Se decía que era imposible una revolución contra el ejército. Los teóricos no concebían una revolución sin el apoyo del Ejército, pues bien, nosotros hicimos una revolución contra el Ejército. Se decía que no era posible una revolución si no había crisis económica, si no había hambre. Y, sin embargo, la nuestra se hizo… Todos los complejos rodaron por tierra. Rodaron así mismo ls mentiras escritas.” Para terminar afirmó: “Y en este acto solemne, ante los hermanos de Venezuela –que son mis hermanos, porque aquí se ha sentido como en Cuba—les digo que si alguna vez Venezuela se llega a ver bajo la bota de un tirano, cuenten con los cubanos de la Sierra Maestra; con nuestros hombres y nuestras armas, que aquí en Venezuela hay muchas más montañas que en Cuba, que sus cordilleras son tres veces más altas que la Sierra Maestra, que aquí hay un pueblo heroico y digno como el de Cuba.” (Velásquez, R.J. 1979: 187-188)

El gobierno de Rómulo Betancourt no fue aceptado muy fácilmente. Al paso que se acercaba la fecha de la instalación del nuevo Poder Ejecutivo, la inquietud persistía en las calles de Caracas. Continuamente hubo manifestaciones, incendios, piedras etc. El gobierno se ve obligado a dictar un conjunto de medidas especiales de orden público, prohibiendo las manifestaciones públicas que no estuvieran previamente autorizadas y ordenando el arresto masivo de los provocadores o participantes en los tumultos.

Alfredo Chacón (1970) afirma que desde 1960 hasta 1964 hubo constantes enfrentamientos entre las estructuras de poder y las crecidas fuerzas revolucionarias. Desde el primer momento, Rómulo Betancourt “declara la guerra al comunismo y sus cuerpos represivos comienzan a ponerla en práctica contra el partido, los sindicatos, los desempleados y los estudiantes”(11) Se presentaron infinidad de focos de violencia, entre ellos, de obreros, estudiantes, militares que de una u otra forma mantuvieron una situación de descontrol dentro del pueblo venezolano. Una de las salidas con las que se pretendía solucionar la inconformidad fue el enfrentamiento de grupos de estudiantes y de militares en contra del gobierno.

En 1960, se crea el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), producto de un grupo de izquierda de Acción Democrática. El Buro Juvenil venía dando muestras de rebeldía, encabezados por Domingo Alberto Rangel. Esta situación conflictiva se había gestado en los días de la resistencia contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Primero, por la división entre partidarios de organizar en sociedad con grupos militares un nuevo golpe y los partidarios de la llamada insurrección popular. El segundo y principal factor había sido el adoctrinamiento, durante los años de la dictadura, de la mayoría de los jóvenes militantes de A.D. en las fuentes del marxismo-leninismo, únicos textos de formación ideológica que tenían a mano cuando solicitaban el conocimiento de los grandes temas de la política y de la lucha social.

La generación joven de A.D., durante el proceso electoral de 1958 había sostenido, en un principio, la candidatura de Rafael Pizano, pero una vez proclamado Rómulo Betancourt por la Convención Nacional, ellos, por disciplina, se sometieron a los resultados. Los controles del partido pasaron a manos de los fundadores. De aquí en adelante la lucha entre el Buro Juvenil y el grupo A.R.S. de Ramos Jiménez va a ser enconada.

Tres hechos van a determinar el estallido de la crisis:

1. Un artículo de Domingo Alberto Rangel contra el contrato petrolero, firmado por los líderes sindicalistas de Acción Democrática.

2. Un artículo de Américo Martín sobre el aprismo peruano con referencia a la situación venezolana.

3. La actitud de Héctor Pérez Marcano en una manifestación fidelista ante el Panteón, donde proclama la consigna “Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra”.
Los dirigentes del Buro Juvenil fueron sometidos al Tribunal Disciplinario del partido. Seguidamente, los medios de información comienzan a hablar de ese grupo como de la “Izquierda de Acción Democrática”.

La división del partido queda consumada el 06 de abril de 1960. El MIR declaró ser de ideología marxista y estar constituido para conducir al pueblo venezolano hacia el socialismo por el camino de la revolución nacional, haciendo un programa antiimperialista y antifeudal. Con esto, el nuevo partido se convierte en un inesperado competidor de la natural clientela del tradicional Partido Comunista.
La actitud represiva del gobierno motiva el acceso a la violencia revolucionaria, a través de la lucha armada. De aquí que surjan las guerrillas armadas, tanto en el campo como en las ciudades. Ocurrieron sucesos violentos que crearon grandes dificultades a la oficialidad, entre ellos los alzamientos militares “El Guairazo”, “El Carupanazo”, “El Barcelonazo” y “El Porteñazo”. Igualmente, las guerrillas aparecidas en el Pico Turimiquire (Sucre), La Azulita (Mérida), Aroa (Yaracuy), Sierra de Coro, en las montañas trujillanas de Boconó y en Lara. Estos grupos guerrilleros pretendían convertir las montañas de Sur América en una nueva Sierra Maestra cubana.


B. PARTICIPACIÓN DE LOS INTELECTUALES EN LOS SUCESOS DE LA ÉPOCA

Entre los años 1960 y 1963, los intelectuales venezolanos, a través de sus obras, muestran un espíritu de rebeldía, Chacón (1970) afirma que “los escritores y artistas de avanzada tienden a convertirse en activistas de una intelectualidad cultural caracterizada por una mayor permeabilidad de las conciencias y las actuaciones al drama envolvente de la violencia y una relativa apertura de los grupos culturales hacia el público (3). Algo importante con respecto a esto es que la vanguardia intelectual se expande. Hay una descentralización: de Caracas se extiende a las ciudades más importantes del interior como Maracaibo, Cumaná, Valencia, Barquisimeto y Mérida. Además, por primera vez, “después del brote renovador de la Generación del 28, las motivaciones de la actividad cultural revelaban vinculaciones, tácitas o explícitas, con las actitudes de los individuos y grupos sensibilizados por el choque entre las opciones extremas del drama nacional” (Chacón: 1970, 13). Los intelectuales sintieron la represión y el escándalo. El grupo Sardio, por ejemplo, se escindió y desapareció por razones político-ideológicas. Los de izquierda de este grupo, llamados El Techo de la Ballena, se caracterizaron por la violencia y la agresividad pública. Reunieron a algunos de los narradores y poetas que serían los renovadores de la literatura contemporánea. Revelaron, además, una sátira mordaz contra el orden moral imperante en la época. Se podría decir que El Techo de la Ballena fue en la literatura y el arte lo que la guerrilla armada en la política. La mayoría de los escritores de ese movimiento se habían dado a conocer en las páginas de la revista Sardio, (publicación de ocho números entre 1958 y 1961).

Otro grupo fue el Tabla Redonda (1959). Sus integrantes fueron jóvenes pertenecientes al P.C.V. En la revista se publicaron escritos de confrontación ideológica. Rafael Cadenas, Jesús Enrique Guédez, Arnaldo Acosta Bello y Jesús Sanoja Hernández plasman sus escritos revolucionarios en ella. La politización cultural que propugnó este grupo no fue lo suficientemente radical y nueva, de allí que su actividad quedara circunscrita a las factibilidades de una agrupación minoritaria y limitada. A través de la revista Crítica Contemporánea (1960), se logró mantener un rigor intelectual en Venezuela. Dicha revista se caracterizó por su seriedad intelectual y su rechazo al amiguismo. Su labor se concentró principalmente al ámbito universitario.

Durante los años 1964-1968, los acontecimientos culturales en Venezuela dan un giro. El impacto de la derrota de la izquierda, como factor de alteración del orden establecido, que se llevó a cabo con la segunda victoria electoral de Acción Democrática y la ruptura entre los grupos y las organizaciones revolucionarias, tuvo un efecto inmediato y directamente proporcional entre quienes se habían asumido como contingente. Por mucho que intentaron, en los años subsiguientes (65-66), la avanzada intelectual pierde el impulso que n sus mejores años la caracterizó y sus miembros prácticamente se desmoralizan. Algunos terminan por incorporarse al sistema y aprovechan la oportunidad que les dan en las revistas Zona Franca, Imagen y Revista Nacional de Cultura, en la Oficina Central de Información y en la Editorial Monte Ávila. Otros quedan reducidos a un trabajo marginal y sin importancia, desencantados por la impotencia de no poder dinamizar de alguna manera la extinguida conciencia crítica.

Los acontecimientos de esos años se trasparentan a través de la literatura testimonial, donde quedó plasmada la huella de la violencia, y cada autor dio su visión de los sucesos. El material que se producirá contará las peripecias de la lucha armada. Muchos fueron los escritores que centraron su obra en esta época. Adriano González León, José Antonio Abreu, Luis Britto García, Salvador Garmendia, Antonieta Madrid, con su novela No es tiempo para rosas rojas (1975), se inmiscuye en la narrativa de violencia, Victoria Di Stéfano o Duno, con su novela El Desolvido (1971). El gran éxito editorial estuvo a cargo de Ángela Zago con su obra Aquí no ha pasado nada (1972) donde esta escritora da su vivencia íntima del porqué, el cómo se sucede y conoce la situación de las guerrillas en Venezuela.

Acá se dará una visión de las novelas No es tiempo para rosas rojas y Aquí no ha pasado nada, de Antonieta Madrid y Ángela Zago respectivamente, como muestra de lo que es la literatura testimonial.

C. LITERATURA TESTIMONIAL

Como es sabido, la literatura en Latinoamérica, y por lo tanto en Venezuela, siempre ha sido comprometida. Desde los inicios de la literatura venezolana, han existido escritores dedicados a plasmar en sus obras la realidad de su tiempo: los escritos de Fermín Toro y Cecilio Acosta; Antonio Arraiz con Puros Hombres (1938) Un venezolano en la Decadencia (1927) de José Rafael Pocaterra, donde se refleja la violencia gomecista; Miguel Otero Silva con Fiebre (1939) y la Muerte de Honorio (1963); Enrique Bernardo Núñez, La Galera de Tiberio (1938), Ramón Díaz Sánchez, Casandra (1957); Guillermo Meneses con El Falso Cuaderno de Narciso Espejo (1952) y “El Ballet de los Coroneles”, como farsa alusiva a la época de Pérez Jiménez, en La Misa de Arlequín (1962), por nombrar algunos, son muestra de ello. Orietta García Golding (Letras,46) dice:

El tema de la violencia siempre fue, es y seguirá siendo un motivo para escribir. Nuestra literatura contemporánea viene incorporando todo un contexto que se inicia con el movimiento de los estudiantes del 28, luego los sucesos del año 29 y del cambio político del 36: cubre con su proceso el golpe contra el presidente Medina Angarita (“Revolución de Octubre”, 1945) el golpe militar contra Rómulo Gallegos, la dictadura de Pérez Jiménez y su caída en 1958, así como también la lucha guerrillera en la década violenta de 1960-1970. (55)

En la década de los 70, se da el testimonio de los acontecimientos de la década anterior. En esta literatura se muestra a los jóvenes que, luego de sostener la lucha armada, quisieron testimoniar su experiencia con la finalidad catártica y confesional. En la producción testimonial de esta época, no sólo escriben los que han vivido directamente el fenómeno de la violencia, sino también aquellos que de una u otra forma se han compenetrado con la realidad, es decir, no la han padecido, pero han sido sensibles y capaces de comprender lo que otros han sufrido.

Según Orlando Araujo (1988), el género se inicia con Argenis Rodríguez con su novela Tumulto (1961), Sin cielo y otros relatos (1962), Entre las breñas (1964), Donde los ríos se bifurcan (1965), todas ellas presentan el tema guerrillero. Igualmente, La Palabra Opuesta (1962) de Gustavo Luis Carrera, La O Cruzada de Tiza Blanca (1962) de Héctor Mujica y Los Sonámbulos (1962) de Héctor Malavé Mata plantean el tema de la violencia carcelaria y la guerrilla. Luis Britto García con Los Fugitivos (1964) y Rajatabla (1970); Domingo Alberto Rangel (político y novelista) publica Domingo de Resurrección y Las Grietas del Tiempo (1969). Simón Sáez Mérida, Los Siglos Semanales (1969); José Santos Urreola con La Hora más Oscura (1969), novela collage sobre la violencia; Carlos Noguera La Historia de la calle Lincoln, (premio internacional de novela Monte Ávila Editores, Caracas, 1971); José Vicente Rangel Expediente Negro (1967), constituye una denuncia con proyección hacia el porvenir.

D. NO ES TIEMPO PARA ROSAS ROJAS DE ANTONIETA MADRID

1. Aspectos definitorios en la novela como obra experimental

La primera novela de Antonieta Madrid No es tiempo para rosas rojas (1983) narra dos historias diferentes que van paralelas. Por una parte, se relata los amores de la protagonista, sin nombre, con Daniel, un guerrillero. Por otra parte, está el hecho político, que enfoca la época guerrillera de los años sesenta. Está ambientada en Caracas y sus alrededores. La escritora dice de esa época:

Esa fue una época decisiva para el momento en que fue escrito el libro (No es tiempo…) finales de los sesenta. Viví esa década violenta y todas las experiencias de esos años están plasmadas en la obra. (Antonieta Madrid/Alicia Perdomo. Entrevista.)
Aunque la novela está considerada por algunos críticos como obra testimonial, hay en ella rasgos de la novela experimental.

a. La novela está escrita en primera persona. La protagonista, quien no tiene nombre alguno, es una estudiante universitaria que cuenta su historia cargada de frustraciones y desilusiones. Lo que ella recuerda será el hilo estructurante de la historia. El tiempo rememorará un pasado que se hace caótico en la medida en que su presente participa de esas mismas cualidades. Se establecerá un juego con la linealidad, la cual será definida por los sentimientos más íntimos de la protagonista.

(…) podríamos reírnos del tiempo que ahora tenía una dimensión extraña y el recuerdo fue como un relámpago que estalló de un solo golpe en mi memoria, y pude verlo todo como si estuviera viviéndolo otra vez… (9)
b. La novela consta de 52 capítulos sin títulos. Estos capítulos están identificados con números arábigos entre guiones. Llama la atención el espacio en blanco que deja la escritora al inicio de cada capítulo y la brevedad de los mismos. Los silencios representados por los espacios en blanco son abundantes.

c. La escritora está fragmentada para mostrar la ruptura interior de las emociones multiplicadas y que al paso del presente de la conciencia de la protagonista, se hace más dificultosa. Los silencios, presentes en toda la narración, permiten vislumbrar ese desquebrajamiento de imágenes que brotan del recuerdo de la protagonista.

d. En esta novela, Antonieta Madrid aplica la técnica cinematográfica. Las escenas están vistas desde un primer plano, como en una película:”Te fuiste, se fue tu cara pegada al vidrio de la ventanilla del super jet, se fue perdiendo en la inmensidad del terreno el avión, trasteando, pájaro abaleado” (9). Desde ese momento, el lector se introduce, junto a la voz del narrador en primera persona, en el mundo del relato. A través de la técnica del flash back, la escritora consigue por la evocación, otros momentos de la pareja:
…y soñaba y hablaba y desde aquella honda tristeza impregnada de tu desesperación te recé INRI, c’ est fini Daniel y descansaba mi cabeza sobre tu almohada y olía tu dolor y recordaba tu cara de loco… (10)
Como una película detenida en el tiempo, los capítulos subsiguientes muestran en presente las nuevas imágenes, las diferentes situaciones. Captan enfrentamientos ideológicos entre padres e hijos (Marlene, Luis, la protagonista). Está presente la pequeña burguesía venezolana: la madre de la joven vive obsesionada con viajar a los Estados Unidos. El padre no habla, sólo lee el periódico, la rutina lo agobia. Luis, el hermano, se droga, la joven protagonista también, y cada uno vive su mundo.

La película ha terminado. A los ojos del lector, lo que en el primer capítulo había quedado detenido: la despedida en el Aeropuerto, es retomado en el capítulo treinta y cuatro, cuando continúa la secuencia: el regreso a Caracas.

Pero ya el film había concluido y nos habíamos dicho adiós, adiós… porque habías terminado y sólo te habías llamado Daniel, Daniel Sin Nombre… Daniel bomba de gasolina, Daniel final- de-la –autopista. La Guaira-Caracas… Daniel que te alejas, Daniel que te pierdes sobre el lomo de un tiburón con rayas azules… (121 y sig)
También en la otra historia hay una proyección de secuencias cinematográficas. Se puede ver, por ejemplo, en el capítulo -4- como la joven protagonista, que milita en un grupo revolucionario de la Universidad, presenta el hecho de una conversación de cosas serias:

Calladamente los miraba mientras ustedes hablaban de la revolución con gran propiedad y yo callaba y pensaba que yo también podía hablar de todo eso, pero prefería callar… (21)
El capítulo queda en suspenso cuando la joven con una camarada va al hospital a rescatar al compañero Tulio: “Aunque sabíamos que para salir no habría problema, el asunto estaba en entrar, y todo lo demás se haría solo”.(22). El capítulo concluye con una descripción cinematográfica: “La luz persiste y está muy claro para empezar a bajar los pisos, los siete pisos por la cuerda de nylon… Los siete pisos, por lo menos veinte metros… (23).

El capítulo -6- se inicia como continuación del capítulo -4-. La camarada Mireya, ha enrollado a su cuerpo treinta metros de cuerda. Todo bien previsto: “sería el colmo dudar de aquella respetable maternidad” (27). Y el capítulo concluye como se esperaba : “Salimos de lo más orondas como si nos hubiéramos quitado un gran peso de encima de nuestros cuerpos.”

e. Hay que hacer notar que las dos historias que se cuentan se van intercalando. Lo que se refiere a la historia de amor se va dando en los capítulos impares: 1,3,5,7,9,11,13,15,22, 25, 27, 29, 31 32 34 36. Y lo referente a lo político, en capítulos pares: 2,4,6,8,20,12,24,26,28,30,33, 35 y 37. Además hay capítulos que permiten la doble lectura. A partir del capítulo -38- se puede observar la un ión de ambas historias. En ese capítulo se ve, por una parte, lo referente al allanamiento: “Seguían registrando y llegaron a los escritos de Tulio (…). Estaban registrando por el tocadisco y se pusieron a poner discos, por si encontramos algún mensaje, dijo el patiquín…” (137). Por otro lado se habla del feto producto de los amores de la protagonista con Daniel, escondido en la nevera: “El del tabaco dijo que iba a ver si encontraba algo para beber y con la misma se fue para la cocina, seguro que iría a abrir la nevera y a encontrar el feto.”(138). “ya era de noche y nos quedamos tranquilas, Vicky y yo, tranquilas hablando del allanamiento, y de Tulio, y de ti, y del aborto, y de una pila de cosas…(139) También en los capítulos 41 y 42 se puede hacer una doble lectura.

Según Liduvina Carrera (1991), lo expuesto anteriormente permite ver que existe una ruptura de los planos temporales y que el lector, como copartícipe de la narración podrá ordenar y establecer una relación cronológica entre las fases de la acción, pero la presentación del tiempo es tratado en el texto con un desorden cronológico. El lenguaje cinematográfico de la autora trae una “sucesión de planos” y ninguna imagen aparece aislada. Antonieta Madrid juega con los planos que marcan el espacio entre el lector y la protagonista: Presenta, por ejemplo, la secuencia del aborto desde un “primer plano”, a través del pensamiento de la protagonista, y desde este monólogo interior, el lector asume el problema de manera más palpable, vive con el personaje.

2. Como muestra de Literatura Testimonial

Aunque algunos críticos, entre ellos Juan Liscano (1995), consideren la novela de Antonieta Madrid como una obra testimonial, se puede decir que No es tiempo para rosas rojas no se queda en la simple denuncia sino que ofrece una visión panorámica de toda la década. La escritora supera la temática señalada y se adentra en el conflicto psicológico de la protagonista. En esta novela, la autora se escapa por competo de las simplicidades que puedan darse en una militancia política y de los excesos retóricos de las acciones. En la obra, no se exagera en el planteamiento de la guerrilla, ésta se ve como un acontecimiento circunstancial del momento, no se rinde tributo a la violencia exagerada como hicieron otros autores que escribieron sobre este tema.

La novela No es tiempo para rosas rojas no se queda en la mera denuncia y en el testimonio, aunque cuando se refiere a la historia política, se utilizan ciertas características formales propias de las obras de violencia. El escritor testimonial necesita mostrar más que contar, y por eso emplea técnicas apropiadas para convencer y para llegar más directamente al lector. Antonieta Madrid utiliza el monólogo interior que le permite montar escenas más vivas y directas. De esta manera, se representan los pensamientos y las percepciones de la protagonista que vive la situación. El presente histórico es característico de la novela testimonial. Por ello, en la obra lo referente al lado político, está narrado en presente “La aeromoza se asoma y cierra la puerta del confortable coffin. Retiran la escalerilla. Los polis regresan.”(10) “El flaco enfrente y dos guardias que no nos pierden gesto. Nos acercamos, nos abrazamos.” (26) “Tres disparos y un cuerpo que cae, que se desploma allí mismo, en la noche, detrás de la carpa.”(118)

La protagonista actúa como doble de la escritora y la obra es una autobiografía de la ficción, porque Antonieta Madrid se esconde detrás de su personaje. La visión desde el punto de vista retrospectivo, el presente que analiza el pasado, tiene el propósito de manifestar la verdad de la escritora. Es una visión comprometida propia de todo relato en primera persona, donde existe identificación entre el narrador y el héroe de la narración. “…el recuerdo fue como un relámpago que estalló de un solo golpe en mi memoria, y pude verlo todo como si estuviera viéndolo otra vez…”(9)

Otro aspecto importante es que una de las características de las obras de denuncia es el uso de términos simples, porque la finalidad no es la búsqueda de la estética. La novela No es tiempo para rosas rojas carece de ella. Su autora ha sabido utilizar un lenguaje metafórico, por ejemplo, cuando habla del avión dice que •El pájaro apocalíptico aletea, corre, despega, vuela…” (11); “cómo se iba poniendo gris la tarde, cómo se iba poniendo plomiza la tarde.” (22); “allí estaba la chimenea. Una inmensa campana de cobre recoge el humo de los últimos carbones encendidos, crepitan las agobiantes astillas y las volutas rebeldes se resisten a entrar en la campana, desbordándose por la orilla…” (72)

Se podría decir que Antonieta Madrid, como escritora de esa época, incluye en su creación aspectos novedosos, no estudiados muy ampliamente por la crítica actual. Más bien ésta fluctúa, en cuanto al tema de la novela, en los dos aspectos presentados: el político y el amoroso. Particularmente, y de acuerdo a lo presentado con anterioridad, se puede ver un equilibrio entre los dos temas. Además se ofrece en la novela en estudio problemas y situaciones propios de la época en que se desarrolla la obra: la incomunicación, la droga, la música rock, las canciones de los Beatles, la angustia de la juventud, etc.


E. AQUÍ NO HA PASADO NADA DE ÁNGELA ZAGO

Esta novela es una obra particularmente íntima y de gran autenticidad. José Vicente Rangel (Prólogo, 1990) afirma que esta novela es la mejor crítica hecha al movimiento armado de la época, a la conducción política revolucionaria de entonces, sin caer en las exageraciones y sin renunciar a los principios y a las degradaciones morales.

1. Técnica Narrativa utilizada por la autora

La obra Aquí no ha pasado nada de Ángela Zago tal vez no tenga gran valor desde el punto de vista literario, pero puede ser una muestra de la situación de los guerrilleros en la zona de combate, situado en uno de los centros guerrilleros de oeste del país.

A través de la guerrillera Morela, se puede conocer la forma de trabajo y la violencia a la que se enfrentan los guerrilleros. Es una obra fácil de leer. La forma como se presentan los acontecimientos refleja un discurso natural. En ningún momento, la novela pretende tener un valor estético ya que ése no es su objetivo principal. Se podría decir que lo estético está en el testimonio.

La novela se inscribe dentro de la categoría de un documento vivido. Orietta García Golding (1989) dice: aceptamos que la historia es cierta o imaginada, y que la misma nos llega por una de las vías de aquellos que la han vivido o sufrido. Esta literatura de carácter testimonial, (…) debe dar una sensación de veracidad, producir en el lector una sensación de credibilidad, condición que se hace indispensable para que se cumpla la condición de “Referencial”. (Letras, 46:60)

La autora cuenta sus experiencias sobre lo vivido en las guerrillas venezolanas. Como documento que es, la novela Aquí no ha pasado nada se ocupa de ciertos acontecimientos políticos y, además, de testimoniar la lucha armada en Venezuela. Las técnicas narrativas que utiliza la escritora son las propias de una novela. En cuanto al narrador está en primera persona y se corresponde con la experiencia del héroe del momento, haciendo abstracción de lo que pudo haber pasado antes o de lo que puede pasar después.
“Subo en silencio, busco la ropa y me voy al cuarto del gran espejo. Me asomo a la entrada de la escalera. No hay ningún ruido, sólo se oye a Beatriz que lava los platos. Me siento en el borde de la cama. Pienso en mi futuro y no logro fijar en mi mente lo que voy a hacer.” (11)
La escritora utiliza mucho el diálogo y el monologo interior, pues necesita mostrar más que contar. A través del diálogo logra montar las escenas en forma viva y directa, y con el monólogo interior da a conocer los pensamientos, sentimientos y percepciones del personaje que vive la situación. El presente histórico (narrativo) hace que “lo vivido” presente la historia en el momento en que se narra. La novela parece más bien un diario íntimo.

El lector conoce la realidad de lo que se cuenta gracias a la narración de la protagonista. Es importante destacar que el personaje central de esta obra ignora lo que va a suceder (es testigo de los acontecimientos) al igual que el lector.

Ya es de noche y estoy cansada. (…) es que, viéndolo bien, yo estoy en la luna, no tengo la más mínima idea de qué es un frente guerrillero. Me imagino a un grupo de hombres vestidos de verde, que en fila india le dan la bienvenida a uno…”(18)
La narración a pesar de ser lineal, por momentos retorna al pasado, a través del pensamiento de Morella. Por ella se va conociendo las razones que la empujar a irse al frente guerrillero.

“Me acuerdo que cuando estuve presa, juré dentro de la prisión hacer todo lo que estuviera a mi alcance para acabar con la injusticia. Fue una noche que nos despertamos con los gritos de un niño. Un hombre alto y corpulento lo abofeteaba en la cara. (…) Era el Retén de Menores de El Junquito y había intentado escaparse. (…) Yo me arropé. Fue cuando hice el juramento…” (38)
El lenguaje mantiene la armonía y simplicidad, de acuerdo con los hechos narrados. No hay metaforización del mismo, como sucede con la obra de Antonieta Madrid No es tiempo para rosas rojas. La descripción del paisaje es sencilla, sin mayor complicación.

“A las ocho de la mañana estábamos en una quebrada ferrosa con pocitos de agua por aquí y por allá. Cuando meto la cabeza en el agua siento un olor desagradable a hierro. Los mosquitos zumban en los oídos. El agua corta la espuma que puede hacer la pastilla de jabón que carga Miguelito. Hay grandes piedras por todas partes, y las ramas de un olivo nos reciben… (54)
El estilo periodístico se hace evidente. El lenguaje está saturado de ideología. La autora no sólo se limita a contar su experiencia, sino que, además, le da una dimensión política. En el discurso hay violencia, hay denuncia, se nota la inclinación ideológica del movimiento revolucionario de la época.

2. Creación de la Guerrilla en Venezuela

La novela de Ángela Zago puede ayudar a reflejar esta realidad de lo que fue la guerrilla en este país. Antes de presentar la obra se hará una presentación de lo que fue el origen de la guerrilla en esta nación. Venezuela ofreció el camino propicio para la primera experiencia a través de la cual la revolución intentó arraigarse en el Continente. Desde la Presidencia, Rómulo Betancourt llevaba adelante una lenta y parcial reforma agraria. Enfrentaba, como podía, los problemas de las zonas urbanas, afectadas por las coyunturas cada vez menos favorables. Pese a sus esfuerzos por crear un frente unido de naciones productoras de petróleo, capaz de defender el precio en el mercado mundial, la caída de éste prosiguió, con sus esperadas consecuencias. Betancourt, como no encontró el suficiente apoyo en su partido, buscó también el de la formación socialcristiana COPEI, de tendencia marcadamente conservadora. La alianza favoreció principalmente a este último grupo, que acrecentó rápidamente su peso electoral, en la medida en que representaba, más fielmente que el partido del Presidente, su nueva política de conservación social. Debido a esto, Acción Democrática sufrió graves crisis como consecuencia del cambio de rumbo de su jefe. De las filas partidistas salieron las organizaciones de la revolución venezolana que, inspirados en el modelo cubano, arrastraron a la acción al Partido Comunista, que había ganado respetabilidad gracias a su juiciosa conducta pasada, y vacilaba en sacrificar esos avances a una esperanza revolucionaria en la que no se decidía a creer.

La revolución comenzó después de algunos golpes militares fácilmente dominados por el gobierno. Se expresó en una violenta y constante agitación terrorista, enfrentada por el gobierno con medidas de excepción, cuya severidad le sirvió para encontrar un nuevo terreno de entendimiento con el ejército, quien dio su apoyo incondicional. El movimiento revolucionario, cuyas bases se encontraban en grupos minoritarios de las clases medias urbanas y sobre todo entre los estudiantes de las universidades venezolanas, contó con el apoyo y auxilio de Cuba. Con las elecciones de 1963, donde nuevamente triunfa Acción Democrática, con la candidatura de Raúl Leoni, el partido siente que va decayendo y ve el avance de la derecha socialcristiana, por lo que buscó un cambio de rumbo, se alía a sectores de centro-izquierda que por un momento habían simpatizado con las guerrillas. El Partido Comunista, luego de descubrir que sus pronósticos se revelaban más justos que los de los fogosos rebeldes de la revolución, les retiró paulatinamente su apoyo y retornó a su vieja vocación legalista. Siempre hubo discrepancias entre el PCV y MIR.

La guerrilla tuvo un carácter de improvisación apresurada, sobre todo en los primeros tiempos. En su mayoría se trataba de jóvenes estudiantes, liceístas o universitarios afiliados al PCV o al MIR y algunos a URD, que muchas veces, en unión de sus profesores se iban a los sitios montañosos, escogidos como escenario de este experimento.

“Ya es de noche y estoy cansada. Rosa me ha dicho que no debía haberle dejado el radio a mi mamá porque en el Frente siempre se necesita. ¡Cónchale!, la verdad es que no había pensado en eso (…) No tengo la más mínima idea de qué es un frente guerrillero…”(18)
De Caracas, desaparecían grupos universitarios, al igual que en los Andes, para irse al norte de Guanare y al sur de Trujillo, no lejos de Chabasguán y de Biscucuy; a Humocaro Alto, a la Sierra de Aroa y a las montañas de Falcón. Los campesinos comenzaron a llamar a estos grupos “cimarrones”. En las Secciones de Inteligencia de las Fuerzas Armadas se anotaba el contraste entre la proyección ambiciosa de los documentos por el ejército y los recursos humanos y de armamento de que disponían.

“En este caserío he encontrado una familia completa. Mi madrina, no se diga, es mi otra mamá. Después, arriba, tenemos compañeros a quienes les decimos el papá y la mamá. El papá es gomecista y odia a Pérez Jiménez, porque acabó con casi todos sus chivos. (…) La mamá es más política que su compañero y es de las pocas mujeres, junto con mi madrina y su hija, que asisten a las reuniones. Tienen dos hijos muy buenos revolucionarios.” (64)
Buscan estos grupos guerrilleros la zona occidental, de fácil penetración para las unidades militares y en donde, tanto Acción Democrática como COPEI contaban con la mayoría del electorado campesino, ahora atendido por los repartos de tierras, el suministro de créditos y los planes de vivienda rural.

“En los últimos años han recibido la visita de algunos guerrilleros. Belisario, creo que también Arturo, Miguelito, por supuesto. ¿Planes de trabajo? No ¿No los han dividido en grupitos para cumplir algunas tareas? No ¿Tienen una comisión de propaganda? ¿Qué es eso?. Me gustaría saber por qué dicen ellos que aquí existe el Partido Comunista de Venezuela. ¿Cuáles son ls tareas que cumplen? ¿Los organismos que existen? ¿El contacto con los organismos superiores? Ni siquiera se reúnen ¿Qué es lo que hacen?=…” 57-58

Un aspecto negativo del funcionamiento de las guerrillas es el hecho de que ninguno de los reconocidos jefes nacionales de los partidos comprometidos en la empresa, compartía los riesgos de la lucha guerrillera; esto lleva a que se presente la lucha por la jefatura con las nuevas figuras de los partidos que arriesgaban su vida en la empresa.

“Es importante formar partido, pero más importante es hacer la revolución, y a mí qué me importa cómo se llama la organización que la va a hacer (…) Nosotros no estamos muy de acuerdo con esas cosas. ¿Cómo van a designas Comandantes guerrilleros desde la ciudad y por las alianzas políticas? Para mí es igual un camarada del MIR como uno del PCV, ambos están haciendo la revolución.” (20)
Entre los jefes guerrilleros de estas empresas están Juan Vicente Cabezas, Douglas Bravo y Argimiro Gabaldón Este último es el dirigente del foco guerrillero que Ángela Zago narra en su obra. Es llamado Comandante Carache.

“Llegó con otro camarada, y él sólo se presentó: Comandante Carache. Es un poco más alto que yo. De contextura regular. Más bien flaco. Manos grandes. Pelo liso semilargo, gris, casi blanco, al igual que su barba. Ojos claros, como verdosos. Cejas tupidas. Nariz aguileña y labios gruesos, (…) Creo que tiene la sonrisa más bella del Frente, porque cuando se asoma sale del mito y entra en la realidad: es humano… (119)
3. Situación interna de las guerrillas a través de la obra de Ángela Zago

La obra de Ángela Zago muestra a Morela, joven estudiante de Economía en la Universidad Central de Venezuela. Desde que estudiaba bachillerato en el Liceo Andrés Bello, milita en el Partido Comunista. Estuvo presa por lanzar propaganda subversiva. Su cárcel fue el Reten de Catia. Luego de esto tiene que estar “enconchada”, ya que aún la buscan; por ello, decide irse al interior.
Al principio no entendí muy bien lo que Carlos Luis decía. Ese día Laurencio lo había traído como a las dos de la tarde. Nunca lo vi antes (…) Cuando una tiene muchos días enconchada le parece que cualquier cosa que venga de afuera es interesante, importante (…) Me pregunta a cerca de mis proyectos (…) Quizás iré a Puerto Cabello. Allí nadie me conoce… (12-13)
Como toda joven de 20 años, tiene cantidad de ilusiones, las cuales aparta para dedicarse a lo que Ella considera debe ser más importante: LA REVOLUCIÓN

No creo en el patriotismo, ese así como aparece en los libros. Odio el hambre de mi gente. Odio a esa gente que tiene un poder que no corresponde. Me da un terrible dolor ver a los niños de nuestros barrios. Me acuerdo de cuando estuve presa, juré dentro de la prisión hacer todo lo que estuviera a mji alcance para acabar con la injusticia (…) ¿Por eso vine a las guerrillas? ¿O por qué en nuestro país ser estudiante es un delito? (…) Pero sobre todo estoy en las guerrillas porque creo en el triunfo de la revolución.” (38-39)
El trabajo de los guerrilleros consistía en organizar a los habitantes de los caseríos, ayudar primero a los campesinos para que tuvieran confianza en ellos y posteriormente irles inculcando sus ideales. Establecen zonas de trabajo con grupos de familias campesinas, quienes se reunían de vez en cuando para programar el trabajo como centros políticos de los caseríos. Luego de estos primeros pasos, el trabajo se transforma y se hace más profundo y específico. Para Morela, todo aquello es la realización de todos sus sueños, es su vida misma.

Lo más importante para los guerrilleros es su trabajo. Todo lo demás es secundario, hasta el amor es sacrificado por el trabajo para la comunidad. Morela sacrifica el amor que siente por Marcelo, otro guerrillero, pues considera que en el frente no hay tiempo para nada más. Pero no todas las cosas saldrían como ella esperaba y deseaba. Luego de un año de trabajo, el ejército acabaría con todo.

No es tan importante la reunión como lo que significó ese día en la vida de todos nosotros. A mitad de la tarde, cuando discutíamos acerca del trabajo que efectuaría la población civil, Octavio llegó corriendo de tal forma que la guardia no lo pudo detener. Pasó por todo el medio de la reunión y me dijo: “Camarada, ¡camarada!, el ejército ¡el ejército!” Parecía angustiado, alegre, confuso. No sé. Su rostro estaba lleno de emoción. Todos comenzamos a preguntarle ¿Cuántos son?. ¿Dónde los viste?¿Carros?. ¿Camiones?. ¿Jeeps?. ¿Qué tipo de armas? ¿Tienen boinas? (213)
Hay descontrol, angustia, todo el trabajo se pierde. Y la violencia se comienza a ver muy cerca del campamento guerrillero donde se encuentra Morela. La persecución de los guerrilleros se acentúa cada día más Sus amigos comienzan a desaparecer. Son delatados por los campesinos, a quienes el gobierno ofrece mejoras si confiesan. Marcelo es apresado. Los sentimientos de Morela se confunden:
…Por favor, Marcelo, quédate callado. No los veas. No podrán resistir tu mirada fija y tu sonrisa de medio lado. Tu cara de quien tiene la razón. No digas nada. No permitas que te maten. ¡Oh Dios! Por qué tiene que ser todo tan cruel. Ya pienso que se me escapan los sentimientos (284)
Morela tiene que salir de la zona y regresar a la ciudad. Está enferma: mucha tos, mucho desaliento. La obra termina con el regreso de la guerrillera a la ciudad, debe reponerse si quiere regresar a la montaña.

Yo vi mi misma ciudad. Mi ciudad sin guerra. Y pensé antes de volver a formar parte de ella: Aquí no ha pasado nada. (311)
III. CONCLUSIONES

Los años sesenta representaron un cambio dentro de la narrativa, so sólo por ser fuente de inspiración para los escritores de la década siguiente, sino porque en ella se dan cambios en las perspectivas literarias. Antonieta Madrid Y Ángela Zago, a través de sus novelas No es tiempo para rosas rojas y Aquí no ha pasado nada, muestran, con una voz en primera persona, su propia interpretación del período histórico que se ofrece en sus obras.

En No es tiempo para rosas rojas se disfruta de un lenguaje exquisito, bien elaborado. Los recursos estilísticos empleados dan muestra de un estilo donde se ve una intención estética. Por su parte, Ángela Zago en Aquí no ha pasado nada, utiliza un lenguaje más acorde con los hechos relatados. Desde el comienzo se aprecia un tono descriptivo y un estilo periodístico, no posee una intención estética, aunque sí por momentos la autora utiliza recursos estilísticos ampliamente utilizados en la literatura tradicional.

No es tiempo para rosas rojas es una muestra de la novela experimental, en ella se ve como la autora incluye aspectos novedosos, poco estudiados aún por la crítica: la técnica del flash back, por ejemplo. Por su parte Aquí no ha pasado nada es un relato lineal, cuyo objetivo principal es la denuncia y el testimonio. Ambas novelas presentan un tono pesimista donde se ve el fracaso de la lucha armada. El fondo de su problemática está centrado en la ideología de las protagonistas, y a través del desenlace se determina la frustración en la guerra revolucionaria.

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