ACERCA DE LAS AUTORAS

viernes, 25 de marzo de 2011

RUFINO BLANCO-FOMBONA: UN LUGAR INCONFUNDIBLE EN EL COJO ILUSTRADO



Cuando las campanas de la Catedral de Caracas advertían el paso de las horas, con su señorial repicar; cada medio día, cerca de la Plaza Bolívar, salían de la redacción de los rezagados poetas noveles, que se habían detenido por el comentario de una nueva rima o por el apogeo de un antiguo verso. Día a día procuraban reunirse en un saloncito contiguo, donde el Director Herrera Irigoyen, después de revisar su incansable y diaria faena, dejaba su quehacer vespertino sobre la mesa. El silencio embargaba por momentos, el recinto señorial, espacio cobijador de la historia literaria del país; cuya publicación más importante ha abarcado tantos años de riqueza desde el primero de enero de mil ochocientos noventa y dos, con ediciones lujosas, de acuerdo a técnicas tipográficas muy avanzadas.

El diario El Cojo Ilustrado, durante diecisiete años continuos, ha acogido con beneplácito a excelentes colaboradores y ha abierto sus páginas a firmas representativas del escenario cultural de Venezuela y del mundo. Constituyó un vehículo divulgativo a las ideas de los escritores modernistas, ellos han hecho “sus primeras armas” y “quebrarán sus últimas lanzas” (Díaz Seijas, P. 1966: 392) a través de los folios de esta revista.

Este es el ambiente que rodeaba, día a día, a Rufino Blanco Fombona, asiduo visitante de la redacción. La sobriedad del ambiente era notoria: alrededor de la mesa central, estaban colocadas las señoriales sillas; en las paredes, varios cuadros de escritores conocidos; tantos extranjeros, como venezolanos. ¡Cuántas anécdotas e ilusiones han guardado estos muros, en secreto!. A partir de las once o doce de la mañana, el humo de los cigarrillos y la incesante labor de los habituales concurrentes, ya llenaban el aposento.

Las figuras de mármol, los ceniceros, todos los adornos, dispuestos en forma agradable, revelan el gusto sobrio y elegante del director. Don J. M. Herrera Irigoyen, fundador de  y constante Director durante los veintidós años de existencia del diario, conocía que este ambiente era propicio para las trovas de los jóvenes que en las mañanas “jugaban al Modernismo”, y para el pensamiento de los académicos que asistían al salón en la víspera.

En el legado de manuscritos, se podía observar algunos nombres conocidos: Pedro Emilio Coll, Díaz Rodríguez, el joven Racamonde, Eloy González, A. C. Rivas, Fernández García, Ismael Arciniegas, Vargas Vila, Tulio Cestero y Blanco – Fombona, autor cuyos trabajos fueron publicados desde el año 1895 hasta 1910, cuando llega Gómez al poder y sella con el silencio del exilio, las rimas del poeta.

A continuación, se reproduce la obra lírica, publicada por Rufino Blanco-Fombona en el diario El Cojo Ilustrado.

1895

• En El Polo

Sobre témpano enorme de hielo
Níveo alcázar, de rayos de luna
Constrüido y de todas las garzas
y todos los cisnes con todas las plumas

Viaja joven pareja de osos;
El de ríspida estampa y hercúlea,
Ella, ¡amante, feliz!- un ensueño
De célibe oso-muy blanca y muy rubia.

Terciopelo felpudo y en rizos
Es la piel de nevadas gardenias,
De los grandes corderos. Son cofres
Sus bocas, las joyas: coral en Culebras.

¡Cuán felices! Y viajan y viajan
En la góndola blanca. La hembra
En el tálamo yace. Y el oso
Lascivo la vida la muerte y la besa.

De la aurora boreal tras el iris,
Para ellos, al yermo del norte,
Indistinto y audaz sagitario
Dispara saetas de todos colores.

Y los buitres convierten al cielo
Las miradas que van al pone:
En sus pechos de oso la dicha,
Renuevo en el árbol, y savia en el brote.

¿Cuán felices! Y viajan y viajan
En la góndola blanca. La hembra
En el tálamo yace. Y el oso
Lascivo la vira la muerte y la besa.

De la aurora boreal tras el iris,
Para ellos, al yermo del norte,
Indistinto y audaz sagitario
Dispara saetas de todos colores.

Y los buitres convierten al cielo
Las miradas que van al que pone:
En sus pechos de oso la dicha,
Renuevo en el árbol, y savia en el brote.

¡Cuán felices! Y viajan y viajan
En la góndola blanca. De pronto
Un témpano… un choque…rumor de catástrofe
Que invade, que invade, los yermos del polo.

Después…!Oh blasones!
La sangre a rubíes en campos de hielo;
y auroras boreales y más corazones
Que vuelven las pías miradas al cielo…”

(Blanco-Fombona, R. 1895. Sept., 15: 583)


• Medio - Eval …? A Bolet Peraza

Allá, en la cima de la abrupta roca,
Temeroso castillo se levanta,
Como cóndor de piedra
Que en la cresta del monte plegó el ala.

¡Y allí fue la lisonja!
Que es la lisonja la profética esclava:
Para Dios culto; aplauso para el genio
y armonía de guzlas concertadas
Para el Señor que mora
En la cresta del monte, como el águila.
Y mientras hieren sus acordes guzlajuglares mil, en el castillo y cantan,
Los héroes muertos por la patria gimen
En la gehena del olvido ingrata.
Las vírgenes suspiran
De rosas coronadas
Templantes como pétalos,
Por estrofas y lágrimas,
Los mirlos se enamoran, y sacuden
Su creencia sinüosa la fontana;
Ilumina el palacio del vacío
Araña Sideral - la vía láctea;
y surje (SIC) melancólica
De los silos del alma
Como infeliz Niöbe,
La imagen de la Patria.

Mas pulsan los bohemios trovadores
Sus guzlas acordadas,
Y a fuerza de tanto himno mueve el céfiro
Torpemente las alas.
¡Ascendió la lisonja!
Pero ascendió como reptil, a rastras,
Hasta la cima de la abrupta roca
Do el castillo se alza,
Como cóndor de piedra
Que en la cresta del monte plegó el ala.

(Blanco-Fombona, R. 1895. Octubre, 15: 583)
• Personal

Canté, indignó mi cántico a los viles
Y me hincaron el diente sus pasiones;
Me escupieron su baba de reptiles
Cuando quise luchar con los leones.

De vuestra propia indignidad cubiertos
Buscáis - mansas ovejas - los apriscos;
Matadores de honras y de muertos
Yo vengo a dar lanzadas, no mordiscos

El escenario mundanal es sólo
¡Oh dolor! El sarcástico museo,
Donde hace burlas Arlequín de Apolo
Y acogota Zeus a Prometeo.

¿Me quieres perdonar que te haya hecho
Tanto, Musa, sufrir con mis amores?
Llevas clavado en la mitad del pecho
Manojo de puñales - mil dolores

Mis pesares, como una enredadera,
Quieren trepar: la enredadera troncha;
¡Ojalá que tu orgullo les sirviera
De lo que sirve el caracol su concha!

Como el místico bardo de otros días
Vivir quiero conmigo, triste y sólo,
y por el mundo hacer mis travesías
Como un oso en un témpano de Polo.

Soberbia es, no miedo, entre la bruma
De las pasiones radiará mi nombre;
Si para los contrarios soy la pluma
para los enemigos soy el hombre…”

(Blanco-Fombona, R. 1895. Noviembre, 15: 736).


1896
• Oh Musa

Tú si surjes (SIC) envuelta en vapores
De brandy o de ajenjo
Mis sentidos halagas ¡Oh Musa!
Con carne de senos,
Y ante mí se levanta cien vírgenes
Que forja el ajenjo
Y comienza a cantar en mis labios
La alondra del beso.

Cuando vienes en nota de cítara
O En soplo de cierzo,
A mi alma - Buhardilla del cántico -
Ay , se ponen en pie mis recuerdos.
Hoy ¿Qué quieres, mi Musa que imprimes
Ex Abrupto en mis labios un beso?
Qué ¿Me infundes de Arquíloco el numen
te llevas el poco que tengo?

(Blanco-Fombona, R. 1896. Enero, 1:27)

• Fragmento De “Patria”.
Hay un pueblo satánico, maldito,
Que cifra el goce en el ajeno lloro,
Y quiere como el águila del Mito,
Voraz saciarse en tus entrañas de oro.
¡OH Guayana! No en ti imperio ejerza
El Leopardo caduco;
Y sabe que el Derecho sin la Fuerza
Es la beldad en brazos del eunuco.

A la lid! A la lid! De tus escarpas
Lanza a la fiera el ponzoñoso dardo
Y córtale las zarpas,
Y arráncale los ojos al Leopardo.
Y ya flácida la piel, lustrosa y tersa,
Muerto, brotando sangre sus heridas,
Córtale la cabeza, como el Persa
Decapitó el cadáver de Leonidas.

Nada de imbécil compasión. Tortura
A ese mismo despojo repugnante
Hasta que nueva muerte
Implore cual los réprobos del Dante.
No irá Guayana a la prisión que moran,
Cuba, Tarapaca, Polonia, Alsacia.
Negras pupilas lánguidas que lloran.

Aún flota allí sutil la polvareda,
La clámide de honor de los bridones,
Al debelar las bravas,
Las heroicas hispánicas legiones
No guardan la frontera fortalezas,
Sino el Triunfo - de trágica apostura-
Cerbero que sacude sus cabezas:
San Félix, El Juncal y la Angostura
¡Oh pueblo valeroso!
¡No hay en tu ser un átomo de esclavo!

Para lidiar al invasor ascoso
Tienes del rudo Piar el genio bravo;
Y surgirán de pronto a tu conjuro,
Bermúdez con su apóstrofe sublime,
Con su flecha herbolada Guaicaipuro
Y la salvaje fiera,
Al leopardo de piel acanelada,
De Ribas la cabeza ensangrentada
Lívida de furor, dirále: ¡Fuera!
Pueblo sordo al clamor, pueblo marmóreo,
No deberás las aguas
Del Orinoco ecuóreo,
Aquí, en la Patria, un ápice de tierra
No tu codicia abarque;
Porque entre tanto quede ¡Oh Inglaterra!
Odio en el pecho y pólvora en el parque
Te impedirá el honor venezolano
Lo que el bíblico Dios al océano.

Y tú, pueblo querido,
A cuyo nombre - corazón - te expandes,
Que escribiste del hombre escarnecido
El código inmortal sobre los Andes:
Si el mundo quieres que tu alteza vea,
De tu heráldico potro oprime el lomo,
Y la Inglaterra maldice, pero sea
Con maldición mortífera de plomo.

(Blanco-Fombona, R. 1896. Febrero, 1:125)

• La Tristeza Del Marmol

Frontera está del Laoconte
Qué en mármol pario agoniza,
Venus, una Venus blanca,
Triste, como la Elegía,
Se senos en flor, y testa
Culminante y pensativa.

Y dice la sacra diosa:
“No soy como el Hombre, hija
De un amor que sólo es larva
Del placer - Y a mí se inclinan
Las amadas de los Reyes
y los mármoles de Fidias.

Enfermo de mal de amores
Seña el joven, a mi vista,
Que a grandes sorbos apura
El champaña de la dicha,
En mis labios, en mis senos,
En mis turbadas pupilas.

La aureola que mis sienes
circunda, cuasi indistinta,
Formada está con las dulces
Miradas de los artistas,
Y lloró a mis pies un genio
Germano, injerto en semita.

Y descuella entre las diosas
Del Museo, la ciprina,
Como rosal entreabierto
En prado de margaritas
Mas, si ardiendo en hermosura,
Triste, la diosa, suspira.

Dice la mutila estatua:
Esta del mármol no es vida;
En virginidad eterna
¡Ay, gloriosa carnes mías!
Nunca padecéis de gozo
Bajo quemantes caricias.

Nunca en torno a mis seños,
De hermosura magnolia,
Aleteó la mariposa
De un ósculo -
Y la magnífica
frente de Venus se cubre
De una tristeza sombría.

(Blanco-Fombona, R. 1896. Marzo, 15: 246)
• Estrofas En La Página

Valor de rabia mis pupilas nubla,
vela mi faz y mi razón embota,
en el cerebro las ideas hiervan
como brebajes de virtud donosa
en la marmita de la infante bruja;
el odio cuerpo de serpiente toma:
y ya - lauro cruel - mi frente ciñe,
negra, enorme y palpitante rosca,
me abraza en espiral y me contunde,
y hace espumar la cólera en mi boca.

¡Oh miserables que vivís a obscuras
sin que podáis alzaros de la sombra
y anheláis como el cuervo del poema
proyectar sobre el bardo la espantosa
oscuridad de vuestras alas, seres
que lleváis en el alma una mirtho,
morded la frente coronada en rosas;
sois la negra calumnia; sois la Envidia:
el platoniano cuervo de la sombra!

Bien estáis: en el pecho la perfidia;
pávido rostro; la mirada hipócrita;
en la diestra la piedra del escándalo;
la calumnia mortífera en la boca;
más, no me denigréis: si del poeta
con vuestra injuria provocáis la cólera,
él os culpirá con vuestra horrible
deformidad moral en sus estrofas,
os llevará el patíbulo en sus versos
y al escarnio y horror de la picota.

1° de mayo 1896.
(Blanco-Fombona, R. 1896. Junio, 1: 458)


• Canto De Cisne

I

Penetran en mi estancia,
Penetran por la abierta celosía,
Todo un jardín en ondas de fragancia
Todo un concierto en ondas de armonía.

Echa a volar la luna por el cielo,
Ave maravillosa,
Bate la nívea pluma
Y se convierte en rosa
Pero en rosa fantástica de espuma.

Pasan, bajo el azul del Firmamento,
Los deseos, cual potros voladores;
Y se escucha un fragmento
De una canción de amores.

Los poderosos brazos no intimidan
A la breve cintura delicada;
Y los besos , cual pájaros, anidan
Entre la blonda cabellera amada.

Y convertí los ojos al sereno
Espacio, por la luna iluminado
Y miré lo creado
Y encontré que era bueno.

II

Las ideas mi mente
Cruzan como las aves la pradera,
Y pican en mi alma
Como si fuese un grano de la era.
El duelo el alma agobia
Porque todo pesar llamó a mi puerta:
Vi casada la novia,
Roto el hogar, la madrecita muerta.

Tanta lágrima de artistas, si la Historia
Pudiera recogerlas,
Todo el largo camino de la Gloria
Ay empedrara de dolientes perlas.
Y convertí los ojos al sereno
Espacio, por la luna iluminado,
Y miré lo creado
Y me atreví a exclamar que no era bueno.

III

Renuncio mis derechos a la vida
Ni al duelo ni a los goces me acomodo,
Al empuñar el arma del suicida
Ni amo ni odio la contienda humana,
En la infinita vanidad de todo
Sólo aspiro al Nirvana.

La Haya, septiembre 1896
(Blanco-Fombona, R. 1896. Octubre, 15)



1897

• Poetas, Acordaos
Cante, cante la tristeza
En el alma y en la lira de olvidados soñadores
Desde el fondo de los vasos
¡Oh, poetas bebedores!

Acordaos, cómo un día
Deshojabais los botones de piadoso sentimiento,
Esperando de la Virgen
El feliz alumbramiento.

Cómo alzabais en voz dulce,
Junto al árbol navideño de juguetes florecido,
La canción de noche buena
Al señor recién nacido.

Si surgía del arroyo
Son de doliente piano,
Vuestros ánimos turbaba la memoria, ya extinguida
De algún cuento saboyano.

Otra pascua, tiempo arriba,
Despuntó al amor primero - castro amor de los amores
Y el alma fue como in prado
Lleno de adorantes flores.

Pobres bardos que miráis
Como presente la sombra, como porvenir al caos,
Os repite las campanas
Al sonar el aleluya:

Acordaos, acordaos.
(Blanco-Fombona, R. 1897. Febrero, 15)


• Días De Campo

El pobre bardo, del Dolor cautivo,
Deja el bullicio por campestre calma;
En busca va de dulce lenitivo
A la incurable enfermedad del alma.

Por las cortina de rosadas nubes
El sol asoma en el azul remoto.
Allí quedó - tras lid entre querubes -
Como un escudo abrillantado y roto.
El sol besa con labios sitibundo
- Fragantes senos de mujer - las lomas;
Cantan las aves su cantar jocundo
y miel destilan las doradas pomas.

Luce a distancia un muro polvoriento
y mártir de trepante enredadera,
Cual medúseo cráneo que da al viento
De lianas la dulce cabellera.

En la montaña el guásimo aborigen
El cedro anciano y el almez de Europa,
Al viento dan la susurrante y su tronco erigen.

Cuando en la fronda de robusta sabia
Del viento da la cólera desecha
Grita la fronda al viento con la rabia
De Neso herido por la hercúlea flecha.

Circüíto de olientes limonares
Mira el Poeta, a quien el duelo agobia
Como tiemblan de amor los azahares
Por una ignota y presentida novia.

Y el pobre bardo, del Dolor cautivo,
Deja del campo la aparente calma
Sin encontrar piadoso lenitivo
A la incurable enfermedad del alma.

(Blanco-Fombona, R. 1897. Febrero, 15)


• Canción De La Muerte

Cuando nací caían deshojadas
Rosas de luz de la primera aurora;
La vida, con amor en las miradas
Clamó al verme: Salud, Libertadora.

Yo viajo en la saeta envenenada,
En la temida ola traicionera.
Puedo caer en forma de nevada,
Puedo rugir en forma de pantera.

Soy la querida trágica:
Mi amor es como filtro que emponzoña,
Yo soy como la mágica
Y noble margarita de Borgoña.

Si con mis buenos amadores turno,
No tildéis mis pasiones de inconstantes;
Como a sus hijos el voraz Saturno,
Devoro a mis amantes.

Extingo con mis manos temerosas
La ilusión, en las ánimas inquietas,
De núbiles mujeres candorosas
De lánguidos y jóvenes poetas.

Si por azar la vida indiferente
En medio del camino os abandona,
No temáis, os buscaré riënte:
En los labios los besos, la corona
De níveos azahares en la frente,
En complacencia ría,
El elegido que a mi amor sucumba,
Al escuchar la sorda sinfonía
De la macabra orquesta de ultratumba.

(Blanco-Fombona, R. 1897. Abril, 15)


• Lira De Oro

A Manuel Pimentel Coronel

Tu canto es heroico
Y bello, como una amazona;
Perfuma la lira;
Es lluvia fragante de rosas;
Un cóndor, si vuela;
Si arrulla, una blanda paloma.
Tiberio, te infama.
Amor, a tus pies se deshoja.

Tú tramas, poeta,
Urdimbre de fúlgidas notas;
Y vistes la Musa
Con peplo de luz vaporosa,
Tejido con hebras
De cielo, y con rayos de aurora.

Y vese en tu canto,
Poeta de áureas estrofas
Cuál vibra la idea
Sus alas de plumas radiosas.

(Blanco-Fombona, R. 1897. Septiembre, 15: 661)

• Noches

En las noches transparentes
Y en las ricas tardes locas,
Van volando las canciones
A los líricos balcones,
Las ideas a las frentes,
Y los besos a las bocas;
EN las noches transparentes
Y en las ricas tardes locas.

Como lámparas colgantes
De la bóveda celeste
Las estrellas rutilantes
Dan su pálido fulgor;
Y parecen fulgurantes
Fino polvo de diamantes
En el fondo azul y blanca veste
Hecha en nubes, del Señor.

La amorosa serenata
Pliega el ala entumecida
En la reja de una ingrata,
De una ingrata fementida;
Como cien diversas flores
Van en una misma cesta,
En la noche , se diría,
Van los tímidos amores,
Y los besos de la orgía
Y la música de fiesta.

EN la noche de alegría
Toda joven se engalana,
Porque el novio le sonríe
Al mirarla en la ventana;
En las noches de alegría,
El encanto de la orgía
Son las pálidas mujeres.

En las noches taciturnas,
No hay estrellas, no hay orgías;
Son las almas como urnas
Que dejarán amor vacías;
En las noches taciturnas
Vienen muchos pensamientos
Con las ráfagas nocturnas;
Merodean criminales;
Y aparecen macilentos,
Espantosos, espectrales,
Los enormes monumentos
Y las Viejas catedrales.

En las noches taciturnas
Los burlados, los esposos
Como muertos en las urnas
Van cayendo en el dolor;
Los queridos recelosos
Los amantes engañados,
Todos gimen los forzados
Los forzados del amor.

En la noche - triste augurio -
Llora el mísero poeta
Una próxima traición;
Perdonadme si os injurio
Claros ojos de violeta,
Negros ojos de carbón

(Blanco-Fombona, R. 1897. Noviembre, 1: 882)


1898

• Don Juan

Es mediada la noche. En el cielo
no hay joyeles de oro y de plata;
esta noche la sombra desata
su más tupido velo.

Por los techos un gato de Angora
da esta alegre, gentil serenata:
Del amor es la mágica hora,
ven, amada; intranquilas
mis veladas discurren. Tú solo,
de brillantes pupilas
como arenas de rico Pactolo
calmarías mis penas amada;
abandona el fogón, la enramada
trepa, al tejado sube:
Que yo mire tu lengua rosada,
tu piel, color de nube.

Ven, es noche de amor; si me quieres
escucha mis trovas;
oirás cuentos de lindas mujeres
adoradas en lindas alcobas.

Al través de una verde persiana
vi a un doncel que a una dama pedía
no sé qué. Mas la bella sultana
no lo concedía.
El galán puso mano en el seno
de la bella, y rompida (SIC) la bata;
vio surgir de amor lleno
dos botones de vivo escarlata.

Otro nido: risueña paloma
al espejo sus carnes admira,
Mientras un mozo entre holandas asoma
Y con lúbricos ojos la mira.
Uno, místico, al pie de la cama
acaricia la cruz que sujeta
pende al cuello gentil de su dama;
Otro, joven, amante y poeta,
rima un beso en los labios que ama.

Ven conmigo a vagar por el techo;
del palacio a la humilde buharda,
el de oro y el mísero lecho
cada uno dos cuerpos aguarda.

Ven, deseo tu lomo de raso
tu fosfórica vista de estrellas;
que yo mire en la sombra, a tu paso,
diminutas y blondas centellas.

Ven, querida, a mi amor, como antes,
Yo mire cuál pueblas
con tu dicha tejado distantes;
y agujerean tus ojos brillantes
cortinas de tinieblas.

Ven, mi amor, intranquilas
mis veladas discurren. Tú solo
de doradas pupilas
como arenas de rico Pactolo
Calmarías mis penas, amada;
Abandona el fogón, la enramada
trepa, al tejado sube
que yo mire tu lengua rosada
tu piel color de nube.

Calló el dulce y amable trovista;
con sus ojos de ciega la noche
presenció la amorosa entrevista.
Un suspiro de amor, un reproche,
un murmullo rodó en el ambiente
y murió en las tupidas ramadas…

Y Don Juan por el techo eminente
va rasgando la sombra silente
con agudas y verdes miradas.

(Blanco-Fombona, R. 1898. Enero, 1: 24)


• Del Siglo XVIII
La linda amorosa
la grácil duquesa
de cutis de rosa
y boca de fresa;
Con la sierva linda
de menudo paso
y boca de guinda
y cutis de raso;
Ante uno de rosa
feliz tocador
compara amorosa
sus senos en flor.

Escuchan un breve
y lánguido paso
que va al tocador
se abrochan el leve
corpiño de raso;
Y llenas de amor,
muerden, la duquesa
y la sierva linda
la esclava, la fresa;
la noble, la guinda.

(Blanco-Fombona, R. 1898. Enero, 1: 36)


1899

• Las Joyas De Margarita

En una tarde. En el remoto
y dulce tiempo medioeval.
Es el tiempo lejano ignoto,
el tiempo místico y feudal.

Es una tarde. Es la bendita
patria de Gretchen, donde amor
puso los pies de Margarita
una leyenda siempre en flor.
Es una tarde. Misteriosas
penumbras llenan la mansión
Se oye el acento de las cosas,
en un lenguaje de ilusión.

Dice un galán reclinatorio
de terciopelo carmesí
¿Cuándo vendrás al oratorio
a arrodillarte sobre mí?

La mano blanca y lisonjera
reclama el verso danzarín
y el lecho, la amplia cabellera
y las blancuras de jazmín.

Y surgen voces tremulantes
y cristalinas de un arcón:
es el cantar de los diamantes,
es de las prendas la canción.

Gimen las joyas, las pulseras,
collar, anillo y áurea cruz
en rojo estuche prisioneras;
y desterradas de la luz.

“Viera mi sangre generosa,
clama en rubí no puede ver
la amada tinta de la rosa
senos ni boca de mujer”.

Bello zafir se descolora
triste y anémico, al soñar
una visión azul de aurora;
una visión azul de mar.

Y los diamantes, de aguas puras
lloran sus lágrimas de amor,
porque no besan en blancuras
de un perfumado seno en flor.

Y más los dijes deslumbrantes
tiemblan y sufren, al pensar
que se deslizan los instantes
y Margarita va a llegar.

- No tornes, blanca Margarita,
murmura cálido zafir;
ni del dolor de esta maldita
sombra nos pienses redimir.

No tornes, blancas Margarita,
repite fúlgido rubí;
cómplices venus de maldita
liga del diablo contra ti.

No tornes, blanca Margarita
gime un diamante brillador;
mi luz de encanto es la maldita
e infausta aurora de tu amor.

¡Oh epifanía!…En los umbrales
blanca figura mueve al pie;
y de su boca los corales
cantan el canto de Thulé.

Y Margarita, lo primero,
corre al estuche seductor;
sin olvidar al caballero
que al verla dijo algo de amor.

New York, marzo 1899
(Blanco-Fombona, R. 1899. Mayo, 1: 307)


• La Canción Del Destierro
Santo Domingo, agosto 1899

Tu porvenir se iluminó de súbito…
¿Recuerdas, desterrado?
Su mano palpitaba entre la tuya
como un pájaro.

Tu alma de proscrito se entreabría
a una luz bienhechora
y aspiraba su aliento, lo aspirabas
como una rosa.

La adoraba gentil partió. La noche
te cerca, desterrado?
Su mano palpitaba entre la tuya
como un pájaro.

Tu alma de proscrito se entreabría
a una luz bienhechora
y aspiraba su aliento, lo aspirabas
como una rosa.

La adorada gentil partió. La noche
te cerca, desterrado.
Tú sabes que amor vuela en los pechos
como un pájaro.

El ala de la duda ya golpea
tu frente melancólica.
Tú sabes que un afecto se marchita
como una rosa.

(Blanco-Fombona, R. 1899. Octubre, 15: 664)


1900

• Carta Lírica

Señora:
- va mi verso,
paloma blanca de plumaje terso,
un ramo de jazmines,
y un billete en el pico sonrosado,
a llevarte el candor de mis jardines
y a decirte que estoy enamorado.

Te vi, la vez primera, en mis confusas
y borrosas visiones de poeta,
hermana de las musas,
Y en la ópera luego. Y esplendía
mejor que tus joyeles, tu recato.

A tu vista, en mi pecho, los amores
tocaron a rebato.
Mis ojos anhelantes,
Volaron a los tuyos, dueño mío.
Luego vi tu corona de brillantes
como un ramo de perlas de rocío.

Amor nacía y lo maté. Sus alas
ni podían volar a tus salones;
ni las vibrantes flechas de cupido
herir en tus blasones.

Servidores, carruajes, villas, termas,
y mármoles y oros y alabastros
y corona ducal tiene la hermosa;
el bardo, sólo cánticas enfermas,
mármol de corazones, oro de astros,
y las diademas de laurel y rosa.

Y llegó el carnaval. Tu regio coche
tirado por árabes corceles,
más negros que la noche,
perecía una cesta de claveles.
Mi admiración seguía como un paje
el triunfo de la hermosa.

Te miré, entre las flores del carruaje,
posada como nívea mariposa.
Y te adoré… De mi pasión romántica,
nacida a parecer dentro del pecho,
apenas brota la afligida cántica,
¿Oíste, a media noche, de tu lecho
una voz que en la sombra se desata,
en honor de una bella?
Es mía la doliente serenata.

¿ La hermosa? Tú eres ella.
¿Has leído la carta cariñosa
escrita, con mis besos, en la rosa
que arrojé a tú balcón una mañana?
En el templo rezabas pensativa,
¿recuerdas? Una sombra fugitiva
marchó un momento, la pared cercana;
tus ojos se volvieron, y en tu boca
el vuelo tuvo la oración cristiana.

Pero no me conoces. Nunca vistes (SIC)
mi frente mustia, ni mis ojos tristes.
Y el nombre del poeta infortunado
nunca leerás al pie de sus canciones.
Acaso un día, algún enamorado
las murmure, rendido, a tus balcones
ignorante de quién las ha inspirado,
y tú, gentil señora,
no echarás al destierro de tu olvido
al bardo que te adora.

Nostalgia siempre sufrirá tu oído
de mi lenguaje cálido;
y vivirás un tiempo con la angustia
de ver mi frente en cada frente mustia
de ver mi rostro en cada rostro pálido.

(Blanco-Fombona, R. 1900. Abril, 15: 243)

1901

• El Ferrocarril

Ay! Mi pobre vecina!
Cual te clava su espina
el dolor; ¡Cuál te mina!

Toses, blanca viajera;
y tu cara de cera
es gentil calavera.
¿Dónde vas a curarte?
¿Quién tu pena comparte?

Interesas al arte,
por el duelo que arrojas
de tus ojos de hojas
en que anidas congojas;
por tus besos, no dados,
tus amores, soñados,
y tus días contados;
por tus facciones,
adorables creaciones
de un pintor e visiones.

(Blanco-Fombona, R. 1901. Enero, 1: 15)

Adiós Regina Szymonska.

Tuerces rumbo - el tren arranca,
viajadora
hija de la estepa blanca…
Adiós, señora.

Exotismo deliciosos
tienen tus ojos cambiantes,
- grandes turquesas que brillan
como si fuesen diamantes -
En tus ojos cantan rimas
y paisajes de bohemia;
hay montañas… y en las cimas,
como lluvia de algodones,
se distingue un blanco vuelo
de ilusiones.

Tuerces rumbo - ya vas lejos…
Tu blancura se destaca
entre los campos bermejos.
Adiós, polaca.

(Blanco-Fombona, R. 1901. Julio, 15: 448)

• Al Partir

Estreché sus quince años
besé la boca de flor
y los cabellos castaños
junto al viejo mar cantor.
- Piensa, amada, en el amante,
no me quieras olvidar…
y cayó una estrella errante
en la copa azul del mar.

(Blanco-Fombona, R. 1901. Agosto, 1: 481)


1902

• Lo Que Dice La Musa

No profanes el misterio de las cosas,
el misterio de las cosas de ilusión;
y consagra a las penumbras y a las rosas
medio abiertas y a los besos, tu canción.

Ciñe gasas a tu amada colombina
Tú no sabes la adorable turbación
de una blanca, no discreta muselina,
o de un pliegue sin plegarse de linón.

Oye el canto de ternura que la brisa
se acompaña con el arpa del ombú;
mira el beso como besa la sonrisa
en la noche del galante rendez - vous.

Curiosea los estuches; la novela
olvidada junto al guante y al corsé;
las persianas; y al discípulos que vela
y medita bajo el rayo del quinqué.

Y ama el verso de sollozos penetrantes;
ama el verso de perfume de azahar;
como el cielo, copa llena de diamantes,
copa llena de zafiros, como el mar.

(Blanco-Fombona, R. 1902. Enero, 1: 481)

• La Vida
I
Leo en mi libro. Es ya media noche
El pelo de mía amada
es un chorro de libras esterlinas
y surje (SIC) su cabeza de las blancas
coberturas del lecho
como el dibujo de un pintor de hadas.
Me dicen “es un perro”, o bien: “te adora”.

Hoy nos hemos reído a carcajadas.
Los amigos me envidian
mi casita, mi ocio, la muchacha,
mi juventud y la sonrisa eterna…
Mi sonrisa es mi fuerza y es mi máscara.
Ya soy feliz. Y bien! Esto es horrible.
Suspiro por mis noches angustiadas,
por mi vida haraposa de bohemio,
por mis noches sin cama,
por mi cruel desolación de huérfano,
por mi vida de huérfano y de patria.

A qué vencí? Por qué librar las rudas,
las tremendas batallas
por la vida y el éxito y el nombre?
Para qué la ascensión de las montañas?
Si esta noche de súbito
a mí viniera una hada
y me dijese:
- Escúchame, poeta;
traigo para tus sienes esta rama
de florido laurel; traigo esta púrpura
para cubrir de púrpura tu espalda;
para tu bolsa un vellocino de oro,
y esta rubia gentil para tu cama -

Al hada bienhechora
le daría las gracias,
y a trueque de eso dones
le pediría:
- Hada
ponme en el brazo, músculos,
y ambición en el alma.

II

Sentado a mi balcón miro las nubes
errantes. Caravanas
de sueños y ambiciones,
por mi cerebro pasan.
Mi querida se acerca, y dulcemente
apóyase en mi espalda.

Su caballera se impregnó en el baño
de un olor de campiña. Me dan ganas de beber le
de beber leche, de domar un potro,
de atravesar un río… Nuestra charla
se inicia con un beso. Ella confía
en mis puños. Hablamos del mañana.

¡Cómo es hermoso el gesto del que lucha!
Y el lauro del que triunfa ¡Cómo ata!

(Blanco-Fombona, R. 1902. Julio, 15: 440)

1906

• De La Mazmorra
A Gómez Carrillo.

Mi convenio es ruda inharmonía
que en la copa del sauce y del maría,
los pájaros censuran con su canto.
Cómo! El viento en cadenas? En quebranto
el espíritu fuerte? Las prisiones
son para el siervo a bravos infanzones,
hombres de presa y corazón de llamas,
la trompeta gloriosa de cien Famas
y el campo azul y las empresas nobles.
Al celemín los granos; no los robles.
Pesarme ! ¿Quién? ¿Por qué? Jesús lo dijo:
“No Juzguéis” Y será grano de mijo
mi corazón, que vil ventorrillero
diga: “ podrido está”; y al basurero?
La justicia es absurda; la justicia
es el triunfo del miedo y la estulticia:
sobre la indomitez y la osadía.
Ruja el león, antes que arribe el día,
en que talen pastores la montaña.
La pavura, que habita la cabaña,
teme a la fiera de doradas crines.
Y alevora en su miedo y en su saña,
piensa trocar los bosques en jardines.

(Blanco-Fombona, R. 1906. Junio, 1)

• La Visión Desde El Jardín Y Dentro Del Alma

¿Cómo pudo pasar? ¿Es un recuerdo;
un sueño, una ilusión?. Pero ¡ay! En vano
hilaciones quiméricas - me pierdo
en desflecar las brumas con la mano.

La vi del mirador; y ya fue esclava
mi paz . Y la visión junto a la puerta
del jardín se detuvo. Penetraba
no en el jardín, sino en mi alma abierta.

¡Oh, clara noche azul, rubia de estrellas!
Oh, jardincito de gladiolas rojas,
arena blanca de imprimir sus huellas
la viera Diana, entre las verdes hojas!

¿Fue un bien? ¿ Acaso un mal? Sentí que dijo
elocuentes la sangre de mis venas
cuando me vio meditabundo, rijo:
“cómo es dulce el tañer de las avenas,
la flor de lujo, el vino y el vinagre,
y de las horas ignorar la huida…
echa una brasa más a tu deseo
riega de amor el árbol de la vida”.
(Blanco-Fombona, R. 1906. Julio, 1)

• A La Novia Por Venir
A M . Fredirid Raisin.

Oh, tú flor de esperanza
tú, la que has de venir para la alianza!
¿Qué tardas? ¿Dónde estás? ¿Cómo no vienes?
Ay, blanquearán los rizos de mis sienes
Y ya no podrá ser. Te busco cerca,
lejos, al norte, al sur. Dime ¿Qué alberca
refleja el par de soles de tu cara?
Iré a su fondo aunque en el fondo ahogara
con mi vida el futuro de sonrisas.

Piensa en las frescas y traidoras brisas
que pueden inducirme a yerro, cuando
un nombre que no el tuyo susurrando
me enamore de un nombre que no el tuyo.
En la noche de abril radia el cocuyo;
¿No florecen los campos? Es la hora.

Los cielos pintan la rosada aurora.
Mira el volar del polen y del beso:
Aquí te aguardo, orillas del Permeso,
Cantando una canción. La sangre apremia.
Ven azucena, Rosa, Juana, Eufemia.
Advierte que futuros paladines,
hombres de presa y canto, no malsines,
aguardan en el tiempo y en la nada
el caer de mi orgullo a tu mirada.

(Blanco-Fombona, R. 1906. Julio, 1)


1908

• Varonía

Tanto verso de oro se engríe,
tanta boca de grana sonríe,
tanta gloria conquistada el valor,
que el orgullo del macho potente
vacila. ¿Qué lauro a la frente?
El de Marte, corona académica o beso de amor?

Reducirse, ¿por qué? ¿Ceñirse a pactos?
Que se traduzcan en bellos actos
el corazón viril.
Romped, romped casillas; y barajad las estancias.
Vengan al propio tiempo lirios, melocotones;
y que octubre sea abril.

Scheveningen 1907.
(Blanco-Fombona, R. 1908. Enero, 1)

• El Beso Del Rey Don Carlos

El rey Carlos Segundo, nieto de Carlos y
no es un rey de poema, que la espada en el cinto
y en los ojos la audacia, recuerde el heredero
de las aves de presa que enjauló el Romancero.
Es pálida larva, el medroso fantasma,
el imbécil augusto que de todo se pasma;

Lo devora la escrófula. Su triste corazón
si exulta es por las piras que alzó la Inquisición.

II

¿Dónde está la frescura, dónde está la fragancia,
del lirio de Versalles, de la rosa de Francia,
que perfumó la vida del rey? La reina en flor
y a un sorbo de perfidia mustió la cantarela
la flor. El rey persigue la nacarada estela
de un sueño interrumpido… ¿ Y perdió la razón?
Perdió lo que tenía: su triste corazón.

III

Avejentado, enfermo, va el rey Carlos II
al Escorial. Visita, monarca moribundo,
a los monarcas muertos. Se descubren las cajas
y aparecen los reyes en sus regias mortajas.
Carlos de Gante, el cóndor; y Felipe el hermético,
aureolado de crímenes y el semblante de ascético,
y el tercero Felipe, a quien la brisa loca
arranca las orejas, la nariz y la boca.

IV

El rey Carlos, en éxtasis, de la ceniza al vuelo
miró. Volaba en polvo la cara de su abuelo.
Después imprime un ósculo de respeto filial
en la materna diestra… Luego surge, ideal,
la esposa. Y el demente se transfigura, llora,
y al ver a su adorada, rubia como la aurora,
se abalanza a la muerte, en un rapto de amor,
y en los ojos la besa y en la boca de flor.

(Blanco-Fombona, R. 1908. Febrero, 1: 92)


• La Guerra A Muerte 1813

La patria en cruz y con las venas rotas,
cintila, salpicada de rubíes
las campañas son todas de alelíes
bermejos, y de grana las garzotas.

¿No parecen millares de patriotas
en los dientes de hispanos jabalíes?
¿No exponen las cabezas carmesíes
palpitantes, en bárbaras picotas?

Y sucedió un fenómeno celeste
la aurora despuntó por el Oeste
Bolívar en los Andes parecía;
Y tempestad de purpurinas olas
en la tumba rodearon aquel día
ochocientos cabezas españolas.

(Blanco-Fombona, R. 1908. Mayo, 1: 235)

• Bolívar En Los Andes 1819

En más e una ocasión marchó Bolívar por los Andes, hazaña semejante a la de Aníbal, sin parecer atribuirle mayor importancia.
Carlyle.
Dardea sus agujas de oro la mañana
y los Andes erigen sus agujas de hielo;
avanza la columna bajo el oro del cielo
por la nieve que, heridas, pincelaron de grana.

Ventisqueros y páramos cruzó la caravana,
de jinetes e infantes quedó esterado el suelo;
y de mañana y tarde y medio día un vuelo
de cuervos, sigue el rumbo de la hueste serrana.

La ventisca emparama; el sol quema. La tropa,
en angustias el alma y en hilachas la ropa,
divisa un horizonte de montañas de nieve.
Y el desconsuelo postra la exhausta caravana.

Pero Bolívar habla. Su arenga lucia y breve
anuncia la victoria de Boyacá, cercana.

(Blanco-Fombona, R. 1908. Mayo, 1: 235)


Bolívar En El Chimborazo 1825

El español mismo, a pesar de su sed de guerra y de oro, olvida a Pizarro para aplaudir a Bolívar. Lord Byron.
Ya el grupo de victorias
de Atlántico a Pacífico,
bate las alas de carmín;
y el grupo de Naciones,
en un valor magnífico,
sigue el Egregio Paladín.

Mar Caribe, Orinoco,
Amazonas de mito,
Ecuador flamante y azur,
vieron pasar el Héroe,
que ansioso de infinito
su caballo endereza al Sur.

Un cóndor de los Andes
desde cumbre sin nombre,
oyó tropel en su confín.
- ¿Quién osaba? Se tuvo.
Reconocía al hombre.
De Carabobo y de Junín.

Y cuando el Chimborazo
prepotente y erguido,
bañado en célico esplendor,
miró al Emulo en torno
dio un tremendo regido…
Rugía de envidia y dolor.

(Blanco-Fombona, R. 1908. Mayo, 1: 235)

Elegía Del Retorno
Caracas, agosto 1908

Aquí estoy ya. Diviso del cuartucho
la vieja tapia del jardín frontero,
concertante de pájaros escucho
que celebran la vuelta del viajero.
Los “pensamientos” anhelados miran
con sus ojos violados y doncellos;
repican las campánulas; y estiran
las azucenas los nevados cuellos.
-¡Cómo te fue? - pregunta la rampante
trinitaria, y la tímida violeta,
y el chorro de la fuente y la silbante
brisa. Todos cuestionan al poeta.

Y yo a mi vez pregunto: la rosada
y divina figura, en dónde, en dónde está?
Por qué no cruza el carmen la hamadriada?
El escaño vacío me responde.
Balancea su esbelta aristocracia
el sauce melancólico y silente,
cierra su verde parasol la acacia
y se cubre de lágrimas la fuente.

(Blanco-Fombona, R. 1908. Agosto, 15)

• Canciones De Holanda

El sueño del agua
El agua se torna risueña
al soplo de un aura de amor,
y rompe en espumas, y sueña
galanas praderas en flor;
EL castaño y el chopo floridos
al beso amoroso de abril,
y llenos de cantos y nidos;
el sol en el campo gentil.

Y amante pareja: la niña
más rubia que espiga de mies,
luz, flor de amena campiña -
el mozo, un Don Juan holandés.
La verde llanura, el molino;
los bueyes cansados de aras;
y en ancas e un potro argentino;
un ave que rompe a cantar.

El agua en el tiempo de frío
apura su copa de hiel
y sueña un paisaje de estío
del gran Salomón Ruysdael.

(Blanco-Fombona, R. 1908. Octubre, 15: 594)

• Juramento De Bolívar En Montesacro

I

Oh, la estación florida! Ya la tierra de Europa
empapada de sangre y de recuerdos, copa
de lágrimas, esponja de amargura sonríe.
La primavera triunfa. La campaña se engríe.
Suceden el aroma y el canto a los dolores,
por donde quiera pájaros, por donde quiera flores.

II

Dos peregrinos cruzan los desiertos caminos:
¿A dónde se endereza el par de peregrinos?
Atrás quedó la Francia, resonante de gloria.
Que, a triunfo por jornadas, de victoria en victoria,
recorrió el continente: París, tierra encantada,
patria de la hermosura, ciudad de cuentos de hada,
Dijon la pintoresca, de campos labrantíos;
como fluvial paréntesis, Lyon, entre dos ríos,
y Chambery la blanca, por el amor famosa.

Atrás quedan la Suiza y sus lagos de rosa
y de azur, sus montañas de florida leyenda,
donde vibra en los aires una flecha tremenda.

III

Los viajadores cruzan los alpestres senderos,
a pie, bordón en mano: ¿Quiénes son los romeros?
Un anciano y un joven: águila y aguilucho:
el viejo mucho sabe, el joven sueña mucho.
Y al transitar senderos de tortuoso meandro
aquél nuevo Aristóteles y el futuro Alejandro,
la brisa de los Alpes, con gracia femenina,
mezcla cabellos blancos con cabellos de endrina,

IV

Recorren Brescia, Cremona, Milán, Padua, Verona,
la lírica Venecia y la adriática Ancona,
y la ciudad de fuerza y hermosura triunfante
cuyo nombre es más bello que un tercero de Dante,
Caminan y caminan. Una mañana adusta,
de neblina, llegaron a una ciudad vetusta,
de elefanciacos muros y vigas con carcoma.

V

La villa dormitaba, perezosa, en sus ruinas.
Al histórico amparo de sus siete colinas,
De entre las piedras grises brotaba esplendorosa
la belleza de mármol de alguna blanca Diosa,
de una Efigie (SIC) cristiana, de un Efebo gentil,
centenario, y más fresco que una rosa de Abril.
En la mitad de Roma, gloriosamente feo,
alzaba su esqueleto de piedra, el coliseo;
y la niebla, trocada por Febo en Chal de Oro,
caía con la gracia de un manto sobre el foro,

VI

Los viajantes corrieron hacia el Monte Sagrado
en donde Graco venga al pueblo despojado;
y el Héroe adolescente, sobre la sacra loma,
por los recuerdos clásicos, a la vista de Roma,
juró el viejo filósofo cortar la garra ibérica,
y conquistar un día la libertad de América.

París 1908 (Blanco-Fombona, R. 1908. Noviembre, 1: 621)

• Invitación Al Amor
Caracas, XI-1908.

¿Qué has vertido en mi alma? No es tristeza
ni placer, ni dolor, ni poesía;
una gorjeante fuente de terneza,
mitad amor, mitad melancolía.

Un malestar que de tus ojos fluye
y en mi alma romántica espejea:
un ala de quimera cuando huye,
un rayito de sol cuando alborea.

Si está en tu mano el meditar, sé buena
arranca esa maleza de dolor,
y que surge la dicha de la pena
como una mariposa de una flor.

Como Jesús, amor, da vista al ciego,
voz a los mudos, piernas a los cojos
y hace vibrar un misterio fuego
en los dormitorios e ignorantes ojos.

Como el Rey Midas, el amor convierte
en oro y hermosura lo que toca,
Moisés, azota el berrocal inerte,
y surjen (SIC) manantiales de la roca.

No pierdas tus abriles: que florezcan
es una gracia de jardín mirífico,
petunias, rosas y azahares crezcan
en tu desierto corazón magnífico.

Tu corazón era un erial; vivías
no entre rosas de amor, sino entre topos.
Estabas en tinieblas. No sabías
todo el poder de tus divinos ojos.

Abre el alma al amor, porque mañana
será muy tarde; y triste, arrepentida,
habrás visto pasar, cual sombra vana
lo único bueno y dulce de la vida.

Rufino Blanco – Fombona . (Blanco-Fombona, R. 1908. Diciembre, 1: 680)


1909

• Casa De Antaño

Fue el año 1.600
El Virrey una mañana
Tronaba en Lima (aspavientos
De la gente cortesana.
- Ninguno diga que no.
Mi voluntad es la ley
(Una ráfaga tumbó
el tricornio del Virrey).
- Silencio que no se advierta
más palabra que la mía…
(Los pájaros en la huerta,
eran una algarabía.).

(Blanco-Fombona, R. 1909. Enero, 1)

1910
 A partir de esta fecha asciende Gómez al poder y no existen nuevas producciones poéticas de Rufino Blanco – Fombona; por el contrario, se repite poema “Juramento de Bolívar en Montesacro”. (Blanco-Fombona, R. 1910. Abril, 15: 251)..

REFERENCIAS

Este material antológico ha sido recopilado en el libro
La obra poética de Rufino Blanco-Fombona de Liduvina Carrera