ACERCA DE LAS AUTORAS

sábado, 20 de julio de 2013

JUANA INÉS DE LA CRUZ QUIJOTE DEL FEMINISMO




Con cierta frecuencia, el apelativo Quijote tiene un significado que tiende a lo ridículo, porque recuerda al héroe configurado por la ironía literaria de Cervantes, quien satirizó al caballero andante para que se ejercitara “deshaciendo todo género de agravio”. No se debe olvidar que un quijote siempre defenderá causas ajenas y se caracterizará por ser quimérico, extravagante y romántico.
Probablemente, llame la atención el hecho de haber tildado a la monja mexicana como Quijote del feminismo; tanto por el apelativo “quijotesco” como la noción “feminista” en una época tan lejana a lo que se ha denominado “liberación intelectual de la mujer” o feminismo. Sin embargo, sobre la base del significado que le otorga Arístides Rojas en una de sus Tradiciones Venezolanas, es posible obviar del vocablo “quijote” las acepciones presuntuosas y ridículas, para asumir las que dan pie a recordar a los defensores y paladines de causas nobles; en efecto, los propósitos y las ideas que se abren paso y triunfan, a pesar del tiempo y de los hombres, tienen su origen en mentes quijotescas.
En la cumbre del quijotismo, entendido a la manera de Don Arístides Rojas, surge Juana Inés, defensora de la mujer. La monja mexicana no parece idealista ni soñadora, sino anhelante tras una causa real que la ennoblece. Como hidalga, toma sus propias armas para “enderezar entuertos” y proclamar su doctrina en pro de la libertad intelectual de las mujeres.
Para la época que le tocó vivir a Juana Inés, a las mujeres no se les permitía estudiar, ella misma lo refería en sus escritos: “le he pedido (a Dios) que apague la luz de mi entendimiento, dejando sólo lo que baste para guardar su ley, pues lo demás sobra (según algunos) en la mujer y aún hay quien diga que daña”. Estas palabras son significativas y llaman la atención, porque la “Décima Musa”, como también se le conoció, blandió su espada quijotesca en defensa de la mujer, no sólo con la escritura, sino con sus acciones. A los seis o siete años había oído decir a su madre que existía Universidad en México y “apenas lo oí - escribe- empecé a matar a mi madre con insistentes e inoportunos ruegos, sobre que, mudándome de traje – que se la vistiese de varón – me enviase a México para cursar y estudiar en la Universidad; ella no me lo quiso hacer; y hizo muy bien; pero yo desplegué el deseo de leer muchos libros varios que tenía mi abuelo”. Sor Juana Inés de la Cruz deseaba transgredir el sentido de su libertad cercenada, no con la amargura que le podría acarrear una condición de mujer desplazada por la sociedad, sino con la ayuda de su voluntad para defender sus derechos por la igualdad en el ejercicio racional.
Todo quijote es visto en su tiempo como loco, por aquello de que a Alonso Quijano “se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio”; pues bien, en su oportunidad, el obispo de Puebla aconsejó a Juana Inés que dejara los estudios y que leyera más en el libro de Jesucristo, posiblemente para que no le sucediera lo mimo. En la Carta de Sor Filotea de la Cruz, suscrita por el Arzobispo Fernández de Santa Cruz en 1690, se encuentran rasgos de un problema que excede el ámbito religioso y recae en la situación del trato recibido, al respecto, por las mujeres, en la época colonial de Las Indias: la negación a las letras. Al respecto, se pueden leer las siguientes líneas: “no apruebo la vulgaridad de los que reprueban en las mujeres el uso de las letras, pues tantas se aplicaron a este estudio, no sin alabanza de San Jerónimo. Es verdad que dice San Pablo que las mujeres no enseñen (…). Letras que engendran elación, no las quiere Dios en la mujer, pero no las reprueba el Apóstol cuando no sacan a la mujer del estado de obediente”.
Aunque la monja no fue tildada de loca ni de quijotesca, en la acepción original de la palabra, sí fue vista como una persona fuera de serie; por esa razón, no es de extrañar que, aunque no vistiese de varón o estudiase en una universidad, aun siendo dama de una corte exquisita antes de ir al convento, fue sometida a un examen intelectual, suficientemente prolijo, por iniciativa del Virrey, el Marqués de Mancera, “a la manera que un galeón real se defendería de pocas chalupas que lo embistieran – dice el propio Virrey – así se desembarazaba Juana Inés de las preguntas, argumentos y réplicas, que tantos – más de cuarenta – cada uno en su clase le propusieron”. Con su formación intelectual por baluarte, Sor Juana Inés defiende las virtudes femeninas; su bandera feminista ondea como espada quijotesca y “arguye de inconsecuente el gusto de los hombres” en sus famosas redondillas:

Hombres necios que acusáis
A la mujer sin razón,
Sin ver que sois la ocasión
De lo mismo que culpáis.

Sor Juana Inés de la Cruz recrimina la inconstancia de los gustos masculinos y recrimina, en los hombres, su irreflexión ante las mujeres, a quienes ellos mismos dañan y luego abandonan: “¿por qué queréis que obren bien, si las incitáis al mal? – les pregunta, a la vez que les revela la equivocación de su actitud:
Opinión ninguna gana
Pues la que más se recata,
Si no os admite, es ingrata,
Si os admite, es liviana.

La obra de Sor Juana Inés de la Cruz se erige como ejemplo de calidad ideológica y vasta erudición. Con admirables juegos de palabra, expresa cómo una mujer  después de conquistada por un hombre, pierde todo el encanto ante el enamorado: “¿para qué me enamoras lisonjero, si has de burlarme luego fugitivo?”. Esta mujer escritora supo derrochar un estilo barroco, intelectual y cargado de adornos, a la vez que transmitía su pensamiento y su juicio ante la defensa de la mujer; por eso no se explica cómo “la que es ingrata ofende y la que es fácil enfada”.
El contenido de las Redondillas se llena del concepto que tiene la escritora acerca de la condición femenina, en un tiempo donde las mujeres estaban relegadas de la cultura y de los estudios; la libertad que buscó en el convento es evidente en sus versos, porque, con su lira, deseaba despertar a sus congéneres del letargo de los siglos que las han confinado a un segundo plano, frente a los hombres. La mujer tiene derechos y debe defenderlos con su preparación personal; de ello depende que triunfe en la sociedad y que conquiste nuevos horizontes en su vida.
Sor Juana, en pleno siglo XVII, fue un ser quijotesco porque sus ideas no pertenecían a ese momento; sus Redondillas fueron la excepción en la ideología del tiempo y la hicieron más reconocida aún en el ámbito de la defensa femenina. Juana de Asbaje fue ante todo una intelectual y su facultad primordial, aparte de la creación literaria, fue el desarrollo de la inteligencia y de la razón. Su obra “Hombres necios que acusáis” se adorna con un tema que le dio fama, por lo extraño en la época; sin embargo, en la literatura española existían elogios aislados hacia la mujer y la fuente de este tipo de literatura proviene de Italia. En el Renacimiento italiano había sido un tópico y, años atrás, se conoció la exaltación de la Donna Angelicata de Dante o Petrarca. En el siglo XV, se pensaba que la mujer podía alternar en cultura con los hombres y así se expone en el Renacimiento italiano con la teoría y la práctica. Si este pensamiento hubiese continuado en el tiempo, posiblemente en el siglo XVI y siguientes, la situación hubiese sido como la de finales del siglo XIX, con la igualdad de ambos sexos en cultura y en derechos; sin embargo todo esto fue impedido por la Contrarreforma católica, donde se consideró que la mujer debería permanecer sujeta, obediente y limitada. De esta manera, reaparece el concepto de que la mujer debe carecer de  cultura, sin derecho a la lectura o a la escritura.
Estas ideas fueron normales en la España de los siglos XVII y XVIII y, naturalmente, pasaron a América; por esa razón, una defensa a la mujer, como la hace Sor Juana Inés de la Cruz, no sólo resulta un hecho extraordinario en la época de Carlos II, sino que hoy día se mantiene vigente. Una de las frases famosas de las Redondillas invita a los hombres “queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis”.

Apuntalando las ideas feministas de la escritora mexicana, surge su propia vida, en forma paralela; según Pedro Henríquez Ureña la respuesta, Carta a Sor Filotea o Carta Athennagórica, donde la monja manifiesta sus opiniones al Obispo de Puebla, se une a las Redondillas para demostrar que las ideas de Sor Juana no eran pasajeras sino que, por el contrario, formaban parte de sus vivencias. Probablemente, si Sor Juana Inés hubiera nacido a finales del siglo XIX, hubiese sido feminista y sufragista; es conocido el hecho de que, cuando escoge el convento en vez del matrimonio, lo hace para tener mayor libertad y dedicarse a su formación intelectual sin el compromiso de atender un hogar, un esposo y unos hijos. El matrimonio era el camino opuesto a la educación intelectual y obligaba a la mujer a recluirse en una morada para atender a la familia numerosa y disponer la casa arreglada para la familia. Por su lado, el convento ofrecía un camino muy distinto porque la libertad del recogimiento era propicia para generar estudios y diversas actividades culturales y literarias.
En la respuesta que Sor Juana da al obispo de Puebla, explica detalladamente su afición a las letras y lo justifica con el recuento de las mujeres en las letras sagradas y profanas; por ese motivo, alude a personajes extraídos de la Santa Escritura, a las Sibilas elegidas por Dios para profetizar los misterios de la fe; Minerva, diosa de las Ciencias en Atenas; Arete, hija de Aristipo, Nicóstrata, inventora de las letras latinas; Aspasia Milesia maestra de Pericles; “en fin, a toda la gran turba de las que merecieron nombres, ya de griegas, ya de musas, ya de pitonisas, pues todas no fuero más que mujeres doctas, tenidas y celebradas y también veneradas de la antigüedad por tales”.
 Para explicar cómo llegó a las Sagradas Escrituras, Reina de las Ciencias, Sor Juana debió estudiar Retórica: “¿cómo sin retórica entendería sus figuras y sus tropos y locuciones?”, de la misma manera, se aproximó a los estudios de Física, Música, Geometría, Arquitectura, Historia y Astrología. Con esta preparación, la Décima Musa, quijote y defensora de la mujer en pleno siglo XVII, plasmó sus ideas en “la Carta Magna de la libertad intelectual de las mujeres de América”, a decir de Alberto Gil Salceda.

REFERENCIAS
Henríquez Ureña, P. (1987). La utopía de América. Caracas: Ayacucho.
Poesías escogidas de Sor Juana Inés de la Cruz. (1965). México: Paz- México.
Robles, M. (1989). La sombra fugitiva. Escritos en la Cultura Nacional. México: Diana.
Rojas, A. (s.f). Leyendas históricas de Venezuela. Caracas: Primer festival del libro venezolano.

Sor Juana Inés de la Cruz. (1972). Selección poética. Argentina: Kapelusz

viernes, 15 de marzo de 2013

EL DESOLVIDO DE VICTORIA DUNO ¿ALIENACIÓN POLÍTICA Y ESTÉTICA?

 
 
Para Roland Barthes (1987), todas las escrituras presentan un aspecto de cerco extraño al lenguaje hablado. La escritura no es un instrumento de comunicación, sino un desorden que “se desliza a través de la palabra y le da ese ansioso movimiento que lo mantiene en un estado de eterno aplazamiento” (p. 6). La escritura es un lenguaje endurecido que vive sobre sí mismo y de ningún modo está encargado de confiar a su propia duración una sucesión móvil de aproximaciones, sino que, por el contrario, debe imponer la imagen de una palabra construida antes de ser inventada. La escritura siempre parece simbólica y se vuelve ostensiblemente hacia una pendiente secreta del lenguaje; por eso, está enraizada en un más allá del lenguaje, se desarrolla como germen y no como línea, manifiesta una esencia y amenaza con un secreto, es una contra-comunicación que intimida.
En toda escritura existe la ambigüedad de un objeto que es, a la vez, lenguaje y coerción, existe en el fondo de la escritura una circunstancia extraña del lenguaje. Esa mirada puede muy bien ser una pasión del lenguaje, como en la escritura literaria; pero también puede ser una amenaza de castigo, como en algunaa escrituras políticas. En el caso de la primera novela Victoria Duno (ahora De Stefano), es posible esta doble lectura del mensaje. La obra está enmarcada dentro de la alienación política porque, por medio de sus líneas, lleva un mensaje político y, por otra parte, existe una alienación de tipo estética, porque la autora utiliza recursos literarios ya codificados dentro de la violencia del pensamiento testimoniado.
Alicia Segal (1971) ha afirmado que “desde un criterio estético se palpa una  relato donde se evidencia la certera composición de secuencias cortas, la agilidad perceptiva y el lenguaje eficiente de la autora”. Por otra parte, continúa opinando la autora: “en el nivel conceptual (…) quienes van contra el sistema y hacen una lectura anecdótica se proyectarán emocionalmente en la atractiva recopilación de situaciones”. El lector de la novela se enfrenta ante un “operador del lenguaje” que cae en estereotipos. (El término fue acuñado por Barthes 1986. p. 313).
Comúnmente, el estereotipo es triste porque está constituido por una necrosis del lenguaje evidente, sobre todo, en la escritura política, cuya base es calcada y repetida. Con el uso de este elemento “cliché”, se aísla el germen de la ideología residente en todo discurso político. El estereotipo es, en el fondo, el lenguaje imperante, más bien, según aquello que en el lenguaje parece imperar. En el caso de Victoria Duno, bien podría ser: una situación, un movimiento o unas teorías. Cuando se escribe con estereotipos, es posible caer en la alienación al lado de la fuerza del lenguaje; por ello, hoy día suele ser rechazado y superado, ha dicho Barthes (1986.p. 322).
Los artistas, antes de llegar a ser conocidos, deben pasar por un ligero purgatorio mitológico; esto es, primero hay que asociarlos de manera maquinal a un objeto, una escuela, una moda o una época de los que, para opinión común, sean precursores, fundadores, testigos o símbolos. En resumen de cuentas, se necesita poderlos clasificar cómodamente, adscribirlos a un nombre común, como una especie de género. El escritor político solo puede confirmar un universo policial y el escritor intelectual, una “para-literatura”; por eso, existe un callejón sin salida que solo remite a una complicidad o a una impotencia, es decir, de todos modos, a una alienación. (Barthes, 1986).
La novela de Victoria es violenta porque es el canto que reproduce fielmente la realidad de los últimos años. Si la literatura como instrumento puede cambiar el mundo, con ella precisamente la autora desea reafirmar su carácter humano y liberador, su obra es parte de la Poética de la Liberación que irradia las opiniones de la escritora. Si en ellas, se observa poca literatura, precisamente es porque su interés primordial ha sido otro. Los apresuramientos sintácticos y la forma desorganizada de presentar los hechos, no parecen hacer mella en el resultado final, en beneficio de lo que la autora cree justo y conveniente.
Victoria Duno ha propuesto algunos teoricismos en su novela: hay una crítica a la Revolución, una exaltación de la lucha guerrillera y un juicio acerca del resultado de algunos acontecimientos. Para llevar su mensaje, la autora ha hecho gala de un continuo y expectante monólogo, pero no como una verdad total. El desolvido es una novela de episodios contemporáneos a la guerrilla urbana  de los años sesenta y a la misma autora, unidos a una secuencia formal; la intervención de varios personajes pone un toque de variedad dentro del contexto expresivo; pero, el monólogo responsable es el que predomina en la obra. No hay duda de que el material está pensado como vehículo de propaganda y que la intención queda resguardada por la realización de la obra. Muchos de los actos reflejan una ecuánime discusión de los hechos, la vida del combatiente está juzgada y develada.
Ante estos rasgos, evidentes en la novela, se puede volver a Barthes (1987), cuando interpreta el sentido de una “alienación política” en una obra literaria. Aunque no se pretenda deslindar los términos “escritura revolucionaria” y “escritura marxista”, como bien hace el autor mencionado en sus líneas, es conveniente recordar algunas de sus ideas como base para la visión del presente artículo, sobre todo, en lo referente al léxico particular y funcional, propio de una posible alienación estética que conforma el corpus de la Poética seguida por la escritora, en sus metáforas codificadas. Si algunas de ellas no ofrecen el placer estético de toda obra literaria, es porque la carga de significantes va más allá del mismo significado.
Este tipo de escritura no posee un lenguaje idealmente libre ya que descubre la elección del lector, da una historia y compromete sin que tenga que decirlo. La forma se hace así más que nunca, un objeto autónomo, destinado a significar una propiedad colectiva prohibida. Desde el primer capítulo de la obra, se observa un estilo comprometido con el pensamiento de la autora:
Meditaciones nocturnas. Una tertulia entre Marcos y yo, somos viejos amigos (…) nos preparamos una tortilla (…). A estas horas se hacen los allanamientos (…). Le estamos dando vuelta a un gran asunto. Quedó medio cruda, declara Marcos. Tienes que aprender a comerla así, muy seca es un plomo. (Duno, V. 1971. p.7)
Como se puede observar, la novelista utiliza los términos ambiguos “preparando una tortilla” y “le estamos dando la vuelta a un gran asunto”; estas frases remiten a un asunto clandestino, a una reunión subversiva. El mismo hecho de que utilice la palabra “plomo” para caracterizar el sabor o efecto de la tortilla, es un compromiso evidente con su discurso, porque con el plomo se fabrican las balas utilizadas por los guerrilleros. La metáfora no escapa de un clisé más o menos integrado al lenguaje real, saturado de convención y, quizá, existe el sentimiento de la impotencia para crear una escritura nueva, a la utilizada por los revolucionarios.
Si se da un vistazo por otros recursos literarios, da la impresión de que no pretenden transmitir una sensación, sino solamente ser una marca literaria que sitúa el lenguaje como una etiqueta informadora de precios. En la obra, se pueden leer frases como las siguientes: “Después de cada trabajito, el mundo se partía en dos” (p.21); “No me han llamado, cuando alguien anda desenchufado se acostumbra a dejarlo tranquilo” (p. 29); “mano, Pascual, estás hediondo a tigre” (p. 30); “No quedaba en mí sino un lejano recuerdo de aquel sobresalto de los preparativos, el corazón saltaba como un morterazo” (p. 35); “El Ávila es lívido en los atardeceres” (p. 45); “Los están matando como ratas el ejército no come cuentos” (p. 40); “Preveía el futuro como una sombra negra” (p. 53); “La cara de Fabricio es una máscara pálida como el yeso” (p. 64); “La moral ha caído en el peldaño más bajo” (p. 67); “Ese temblor suavísimo de plumas de cisne (…) como el tableteo de una ametralladora (…). Después nuevas descargas, la cabeza sobre la rodillas, me vi frente a un llanto” (p. 54). (Todas las cursivas añadidas).
La gran metáfora del encierro y la desazón por la falta de libertad, aparece en el cuaderno de notas de Ramón. En la caja número 5 de su archivo, guarda el siguiente escrito: “Informe sobre la neurosis, obsesiones y depresiones nerviosas que afectan a los animales…El cautiverio origina desviaciones sexuales” (p, 57). En otras oportunidades, la obra entrega palabras populares y giros relajados, en medio de una sintaxis o precisamente literaria. Por ejemplo: “Coño, loco, me dieron (…) ¡Ah, malhaya un buen fal! (p, 14); “Tengo un mes aquí (…) soportándole las mariqueras a Fragor,…antes de irme le voy a dar una coñamentazón del diablo” (p. 15); “Te juro que me gustaría tener menos cojones y más cerebro” (p. 82); “Es la arrechera de un pueblo” (p. 82); “A ella le costaba creer que un hombre es más que eso, joder, joder y mucho joder, joder siempre entre coños y recoños” (p 28). El lenguaje propio de la guerrilla también es frecuente en la novela: “Aquí en Caracas, no hay una sola concha segura” (p. 92). (Cursivas añadidas); “Comprendí que era más seguro mantenerme en la montaña (…) el reglamento del Pin por un día se fue a la mierda” (p. 98).
Esta decodificación del lenguaje intenta reconciliar la naturaleza confusa del mensaje violento con una situación familiar y cotidiana que ha sido expresada en  la novela. Victoria Duno ha pretendido transformar los hechos dados por la historia (la violencia guerrillera de los años sesenta) en su arte novelístico; pero, quizá su escritura se convierta en artificial. El estereotipo de lo “natural”, a veces, quizá no convenza porque existe una carga semántica comprometida con las imposturas ideológicas de la autora.
El envoltorio de clisés, hábitos y vivencias de la escritora amenaza al lenguaje fundado sore lapalabra social. Frente a la sintaxis desordenada que se observa en la obra El desolvido, surge la desintegración del lenguaje, que solo puede conducir al silencio de la escritura. Es la agrafía tipográfica observada en otras líneas, el silencio de la forma que desea crear un vacío de la palabra. Ese tipo de arte tiene la estructura de un suicidio, el silencio se presenta como el tiempo poético, como el vacío y la destrucción. Esta forma se aproxima a una profundidad, la forma es un mecanismo de la función intelectual. Los códigos de la novela crecen alrededor del acto literario e imponen su existencia con el contenido de las palabras.
Con la ayuda del personaje Pascual, Victoria parece cuestionar la escritura: “Tengo que reconocer que mi talento narrativo está en decadencia; se ha vuelto patibulario” (p. 75); “No me pasa desapercibido que escribo mal y que cada vez lo hago peor, tengo desgano por componer frases apropiadas. Claro que hay momentos de inspiración, entonces no me doy cuenta de que escribo, pero eso ocurre pocas veces, la mayor parte del tiempo me sobran o faltan palabras” (p. 30).
Como ha dicho el teórico Barthes (1987), una obra maestra moderna es imposible, ya que el escritor por su escritura, está colocado en una contradicción insoluble; o el objeto de la obra concuerda ingenuamente con las convenciones de la obra y la literatura permanece sorda a la historia de la humanidad, o el escritor reconoce la frescura del mundo presente y para dar cuenta de ella solo tiene una lengua muerta. El escritor debe luchar contra los signos ancestrales todopoderosos, que desde el fondo de un pasado extraño, le impone el convencionalismo literario como ritual y no como reconciliación.
En la novela El desolvido, se pueden apreciar textos completos del testimonio guerrillero, como si la autora hubiese tenido fácil acceso a los documentos. En la cárcel, cada uno de los personajes cuenta episodios de su vida, cargados de crítica al sistema. Con el material, la escritora se coloca al lado de los caídos, su escritura está alienada por el pensamiento que desea defender. Fabricio, otro ente de papel de la obra, comenta: “solamente estudié hasta 3er grado. Eso no importa, los estudiantes no han servido para nada en este país (…). Cuando iba a casa de V. oía hablar de cosas que sí me interesaban (…). Hablaban de socialismo, de revoluciones y de comunistas” (p. 11); “El viejo me da lástima porque no va a ver la revolución, ni el socialismo tampoco, porque ha perdido la fe en los muchachos que sí la van a hacer” (p.12); “Cuando cayó P.J. yo me la pasaba en casa de los V. Fui a muchas manifestaciones (…) con R.B. en el gobierno me integré a los organismos armados” (p. 12); “Los primeros tiempos no fueron de actividad armada (…) el roce del morral nos hacía salir llagas en la espalda, los pies se destrozaban. Después vino la plomazón” (p.13).
El pensamiento de Marcos, otro personaje mencionado en la novela, también se observa la complicidad con los caídos y la impotencia hacia los sucesos: “Andábamos, igualmente, enviciados en las cosas de Cuba” (p. 20); “Quién sabe si algún día llegaría a parecerme a Fidel” (p. 21); “Así es la vida del guerrillero urbano, durante algunas horas su vida pende de un hilo, pero después (…) es un dios y es un hombre y la vida sabe diferente” (p. 35).
En una carta escrita por este personaje y cuyo destinatario era Pascual, se observa el lamento porque “la desorganización, falta de método y desesperación llega a tal punto que te encuentras imposibilitado para adoptar medidas clandestinas” (p. 134); “Me parece que la actitud que han asumido no es la más correcta. Por una parte, Carmen no hace un carajo más que hablar de pendejadas y de paso, rememorando el pasado ¿y tú? Según me han dicho fuera de beber aguardiente, (…) nada, nada” (p. 134).
El viejo, como se menciona en la novela al padre de Pascual, comenta: “Tantos esfuerzos que hicimos para darte una carrera, contigo no se escatimó dinero. Siempre las mejores universidades (…). Has podido ser un intelectual de izquierda, dedicado a escribir, a tus libros, a la polémica de altura” (p. 40); “Un hombre de tu talento no sirve para esos trotes de guerra, hay muchachones de barrio, activistas acostumbrados a las durezas de la vida, no como tú que te criaste en un ambiente holgado, lleno de comodidades” (p. 41).
Calatrava en una carta a Pascual, escribe lo siguiente: “Necesitamos gente que ponga a funcionar las pistolas con el cerebro a ver si este pueblo comprende que esta pelea es de ellos, que cuando nos matan, a ellos les toca arrecharse” (p. 83); “Las cuestiones que me desvelan no están escritas en ninguna parte. Lo que me interesa es este país, lo que hemos hecho, lo que vamos a hacer. Lo que no debemos volver a hacer” (p 83).
Carmen, el único personaje femenino de la obra, basa su cuestionamiento al sistema en los siguientes términos: “Hay que sobrevivir en el convencimiento de que aún cuando se esté 24 horas en la universidad, no hay más nada que buscar en ella, sólo título y mierda” (p. 104); “Te sientes incluido en el ustedes por haber callado, toda la tarde, dos años más de tardes en silencio, por el título, por la plata, por la mierda”. (p. 104).
Existe, por lo tanto, un callejón  sin salida en esta escritura, y es el callejón de la misma sociedad. Es una escritura portadora de alienación de la historia venezolana de los años sesenta: “Recoge las cosas. A las nueve es el contacto” (p. 162), así concluye obsesivamente la novela El desolvido. Este es el sueño de su autora: la necesidad de testimoniar el desgarramiento de su propio lenguaje, inseparable del desgarramiento de las clases oprimidas.
 
FUENTE
Tomado de Carrera, L. (1995) Literatura de mujer. Mérida: Ediciones Solar.

sábado, 7 de julio de 2012

Francisco Pimentel Agostini (Job Pim) (1889- 1942)

Mireya Vásquez Tortolero

BIOGRAFIA
 
Francisco Pimentel nace en Caracas el 01 de septiembre de 1889. Fueron sus padres Francisco Pimentel Anderson y Margarita Agostini Caspers. Se sabe que su familia tuvo una gran formación intelectual. Su bisabuelo materno, Santiago Rafael Agostini, incursionó en el periodismo y llegó a ser director de una revista satírico-política llamada El Diablo Asmodeo. Por su parte la madre colabora en el Cojo Ilustrado y en la revista La Semana y su padre fue crítico y fabulista, miembro de número de la Academia Venezolana de la Lengua. Esto llevó a que el joven Pimentel creciera dentro de un ambiente familiar que estimuló su afición por la literatura. Aprendió idiomas (inglés y francés) con su padre. Entre 1909 y 1912, realizó estudios de derecho que no llegó a culminar, ya que durante este lapso comprobó que su verdadera pasión y vocación era la literatura.
Aunque fue un destacado poeta lírico como lo demuestran los versos de su obra Graves y Agudos, editada originalmente en 1940, su inclinación literaria estuvo hacia lo humorístico. En 1911 se inició en el periodismo en El Nuevo Diario que dirigía el doctor Diógenes Escalante. Al poco tiempo colaboró en El Universal, dirigido, para ese momento por el poeta Andrés Mata, después en La Esfera y en El Imparcial, dirigido, este último, por Leopoldo Landaeta. Fue fundador, junto con Antonio José Calcaño de El Heraldo y colaboró en éste lo mismo que en El Universal hasta su muerte. Escribió, también, en El Cojo Ilustrado, Élite, Caricaturas, Fantoches y La Revista, en diversas secciones casi todas en versos, y algunas en prosa. En 1918, fundó una revista llamada Pitorreos, dirigida por él y administrada por Antonio José Calcaño. A los tres meses, gracias a su gran éxito, la convirtió en diario, esta vez asociado con Leoncio Martínez (Leo) y con la colaboración de José Rafael Pocaterra. Fue un diario que tuvo mucho éxito; a través de las páginas de este órgano de prensa, se proyectó Francisco Pimentel (Job Pim), como un vehemente opositor al régimen de Juan Vicente Gómez, hasta que el 17 de enero de 1919, por orden del presidente, fue suspendido y allanado el local, destrozados los archivos y Francisco y Leoncio llevados a La Rotunda de Caracas. Así dieron inicio sus prisiones que duraron nueve años en tres lapsos de tres años cada una, con pequeños paréntesis de libertad, en cuyos momentos reanudaba su misión como periodista.
Durante la última prisión, a causa de habérsele presentado un dolor de estómago agudo y constante -principio de la enfermedad que le causaría su muerte- se logró que lo pasaran al Hospital Militar, donde estaban otros presos, entre ellos don Casimiro Vegas, padre de María Luisa, la que fue después su esposa. En esta época escribió unas coplas al coronel Jorge García; aún allí florecía su ingenio y triunfaba su espíritu. Con las siguientes coplas correspondió el Jobo a una inesperada gracia que le concedió el Alcaide de La Rotunda, permitiéndole que aprovechara los servicios de un dentista, que había ido a terminar un trabajo a Lucas Manzano, para que se mandara a hacer una plancha dental: 
 
“Señor alcaide y guardián:
siempre fue la gratitud
la más excelsa virtud
que los mortales tendrán:
 
Darle gracias, pues, me toca
y las doy con efusión;
pues si el favor fue en la boca
me llegó hasta el corazón.
 
Otro tiempo en este "hotel"
me dejé la dentadura,
y no me dejé la piel
porque la tengo muy dura.
 
Y aunque el compensar no abunda,
usted resarce; es sencillo:
lo que perdí en La Rotunda
lo encuentro en el Manzanillo.
 
Mas yo vengo tan errado
hace diez años y pico
que quizás me perjudico
con los dientes que he logrado:
 
pues dirán, lógicamente:
"Si el Jobo antaño mordía
teniendo monda la encía
¡cómo morderá al presente!"
 
Pero la intención fue buena
y tenga certeza plena,
mi custodio y coronel:
cada vez que dé un mordisco,
lo recordará Francisco
Pimentel”. (p.14)
Ni aún estando preso dejó de escribir ya que de La Rotunda se conocen sus mejores poesías líricas y El Balance de Eva. Desde la cárcel, traía siempre algunas composiciones, que el propio autor las calificaba de tono "grave".
BRINDIS DE AÑO NUEVO
 
Mozo que en esta noche de Año Nuevo
por la plaza pletórica circulas,
y la fuga de año te divierte,
sin ver que algo de ti también se fuga;
tú que auguras el año venidero
de placer y fortuna,
y cuando dan las doce campanadas
y el cañonazo clásico retumba,
sientes un raro anhelo de expansiones,
de fraterna ternura,
y en medio de los seres de tu afecto
alzas la copa embriagadora, escucha, a pocos pasos,
en ese antro dantesco, La Rotunda,
allí en esa anacrónica Bastilla 
donde el buitre feudal los tiempos burla,
hay hombres que se arrastran esta noche 
entre un chocar de hierros que espeluzna:
segregados del mundo sin derecho, 
sin sentencia ni culpa;
muertos para el bullicio de la vida,
vivos para el silencio de la tumba.
Hombres de cuyos ojos apagados,
en esa hora hará brotar la angustia
el manantial de lágrimas
que no logró arrancarles la tortura.
Que están pensando en un hogar sin sombras, 
y en una anciana de pupilas turbias
que alza las flacas manos suplicantes
hacia un Dios de piedad que no la escucha.
Mira un momento las humanas larvas
que desde sus covachas se saludan:
--¡Otro Año Nuevo hermano!
--¡Dios nos saque con vida de esta tumba!
¡Que ni siquiera pueden abrazarse, 
confundir su amargura,
ni decirse la mágica palabra,
ni mirar cómo rasga la penumbra, 
la generosa chispa que se enciende
cuando dos pechos de varón se juntan!
Piensa en esas gargantas
que una mano fantástica estrangula;
en esas frentes donde sopla el hálito
que las almas arruga;
en esos hombres que esta noche lloran
en la torre feudal de una República,
en el trágico pozo
donde un sátrapa bárbaro sepulta
a los que haciendo un masculino gesto
dieron la espalda a la ralea eunuca…
Piensa un instante, y luego,
Bebe tu copa y tu festín ranuda. 
La Rotunda, diciembre 13, 1919 (pp.35-36)   
 
10 DE JUNIO
 
Hoy es el santo de mamá;
tiene tres hijos en prisión;
¡cómo estará su corazón;
yo sólo sé cómo estará!
 
Eta mañana al templo fue
y allí estará desde la aurora!
¿a qué santo le ruega ahora?
¿tendrá siempre la misma fe?
 
La iglesia está cerca de aquí
Ruega por nuestra libertad:
¿el Dios de amor y de piedad
la oirá esta vez? Puede que sí…
 
La miro: ruega y llora al par,
de hinojos ante la Señora:
¡Oh la Madre que ya no llora
mirando a las madres llorar!
 
La triple cruz de su dolor
con mansedumbre heroica lleva:
piensa que es una ruda prueba
a que la somete el Señor…
 
¿Qué ha de probarte Dios a ti,
si te conoce a perfección?
Tu heroísmo, tu abnegación
sabe: ¿Él no fue quién te hizo así?
 
Hoy es su santo. Fue a pedir
por sus tres hijos. Como antaño
brilla hoy su fe. ¿Tampoco este año
el buen Jesús la habrá de oír?
 
Y hacia el lúgubre torreón 
cuando salga se volverá
para enviarnos su bendición:
¡Aquí estamos los tres mamá!
¡Cómo estará tu corazón!
La Rotunda 10 de junio de 1921  (p.42)
 

Y en los intervalos de libertad, entre uno y otro encarcelamiento, reasumía sus composiciones en tono "agudo", de sano humorismo. En una época tituló sus diarios y festivos versos: Crónicas Jobiales.
  
                      LEO
Es lumbrera en agraz que ya fulgura
con más brillo que muchos soles viejos;
hábil artista en la caricatura
y, en cuestiones de letras, irá lejos.
 
Pero en su desgarbada contextura
no se advierten siquiera estos reflejos. 
y  es tanta la fealdad de su figura
que al mirarlo sollozan los espejos.
 
Y a pesar de todo esto, y aunque es feo
(no el de la Luz Eléctrica) este Leo
es una “buena ficha”, y tan buen “tipo”
 
Que de seguro no se enfadaría
si le pidiera su fotografía
para un escapulario contra el hipo. 1911
Nota: Publicado en El Universal bajo el pseudónimo de “M.R. Williams”  
 
ELOGIO DEL ADJETIVO
 
¡Dios te salve, adjetivo, mitad de la Gramática,
que mantienes del mundo la difícil estática! (...)
 Tú eres grano de incienso que alimenta la llama
del turíbulo eterno de los aduladores,
halagas el amante corazón de la dama
y esponjas el orgullo de los altos señores.
 
En ripio transformado, sirves a los poetas
que la Métrica adusta con sus reglas tortura, 
por ti los versos cojos caminan con muletas
y las frases anémicas ensanchan la cintura.
Los difuntos te acogen también como los vivos;
tú velas sus defectos, sus virtudes amplías,
y ofrendas el tesoro de los superlativos
para los epitafios y las necrologías.
 
En Roma tu eficiencia las tormentas conjura;
¡cuántas veces el César su cólera declina,
por un sabio adjetivo que Petronio murmura
a la crédula oreja del hijo de Agripina!
 
¿Qué mucho que contados literatos modernos
vociferen a todos los vientos que chochean=
tú seguirás reinando por los siglos eternos,
mientras sobren volúmenes y falten las ideas. (...)
 
¡Oh señor adjetivo! Concédeme tus dones,
tus sonoros epítetos y calificativos,
y amontona en mi tumba sapientes inscripciones
pletóricas de títulos y de superlativos.
 
Caracas, 1912  ( p. 102)
                                                                                                                                                                                       
Cecilia Pimentel (1959), en la Introducción a las Obras Completas, afirma “A pesar de tan severas y tenaces persecuciones, imprimió siempre a sus escritos un ferviente amor a la libertad, combatiendo sin tregua en su estilo, al parecer festivo, la tiranía de Gómez. Irreductible en su dignidad de patriota y de hombre, soportó una vida de pobreza y de privaciones, sin claudicar jamás” (p.14)
                                                                                                                                                                           
Al morir Gómez, fue designado cónsul de Venezuela en Valencia (España), cargo que desempeñó hasta el comienzo de la Guerra Civil Española (1936), cuando el canciller Esteban Gil Borges le ordenó regresar al país. Después de la guerra (1939) volvió a España, pero su estado de salud le obligó a regresar a Caracas en 1940, donde reanudó su actividad periodística hasta su muerte. Muere en Caracas, el 12 de agosto de 1942, a los 51 años de edad.


ALGUNOS TEXTOS

Antes de dedicarse a la poesía humorística, Francisco Pimentel fue un gran poeta lírico. De esta arista son sus primeros poemas. Una muestra de ello es:
NOCTURNO ROMÁNTICO

Bajo la sideral melancolía
del silencioso y desolado cielo,
deshojaba lloroso un violoncelo
el sollozo fugaz de una elegía.
Evocaba el doliente ritornelo
convulsivos gemidos de agonía,
y en la callada noche se sentía
llorar un angustioso desconsuelo
¡Oh amarga desventura de aquel canto
que expresaba el romántico quebranto
de un alma moribunda! Tu hondo duelo.
tortura aún mi oído con su acento,
y hay más angustia en el fugaz lamento,
y es más triste el doliente ritornelo
(1910)       
EN TU SOMBRERO

Sobre el áureo milagro de tu pelo,
--florilegio de luz, seda y fragancia—
hace su aristocrática elegancia,
tu sobrero de claro terciopelo.
Su lujosa estructura indica el celo
de alguna hábil modista de importancia
que lo copió de un figurín de Francia.
Sobre el ala sumida en desconsuelo,
un ave azul parece que suspira,
y en su pupila –artística mentira—
fulguran melancólicos destellos.
¿Sabes por qué suspira? De seguro
Que le parece el terciopelo duro
Y sueña con posarse en tus cabellos. (1910)
¡Qué poemas tan modernista! Suave, sutil el tratamiento de cada uno de los elementos que trata.        
  Sobre el áureo milagro de tu pelo,
--florilegio de luz, seda y fragancia—
Su lenguaje preciosista, esas imágenes sensoriales que le da al poema una belleza inigualable. A pesar de lo anterior y reconociendo la belleza de su poesía, a Francisco Pimentel se le conoce fundamentalmente por su obra humorística que se desarrolló bajo el seudónimo de Job Pim, la cual lo hace uno de los más importantes humoristas en verso que ha dado Venezuela. Junto a Leoncio Martínez (Leo) y Aquiles Nazoa, representa a uno de los más importantes poetas y humoristas del siglo XX venezolano.

CARAOTAS CON TROPEZONES


Una especie de encuesta
“El Heraldo” hace poco ha abierto en esta
“galletera” ciudad, y el tema ha sido
éste: ¿Cuál en su speaker preferido?,
y como de costumbre, nuestra gente
a la escueta cuestión no se ha ceñido,
y nadie ha respondido simplemente:
“Yo prefiero a Perico,
por las razones que en seguida explico”,
sino que cada quien su fallo imparte:
“Estos los buenos son, y éstos los malos”,
y sin razón ni autoridad reparte
a aquéllos, flores, y a los otros palos.
¿Qué tal si en un certamen de belleza,
los votantes perdieran la cabeza,
y en vez de concretarse a la cuestión:
“Fulana es la más bella, en mi opinión”,
agregan al voto;”Perenceja
es corcovada y Menganita, vieja,
y Zutana un jamón?”
Si pudieran hacer estos vejámenes,
a palos se acababan los certámenes.
Pues bien, cuando se escribe
que un perifoneador
es malo, y muchas veces que es peor,
se lesiona a un señor que de eso vive,
pues si la empresa se llevara de est
le quitaría el puesto.
Caramba, no hay derecho, que yo sepa,
a amenazarle a un infeliz la arepa
 por animadversión o por capricho;
y además ¿quién ha dicho
que para propagar
la bondad de un artículo cualquiera,
un auto, un cigarrillo, una nevera,
es necesario ser un Castelar?
Compadezcamos a esos compatriotas
procurando que en nuestras opiniones
no encuentren ellos esos tropezones
para las caraotas.


Su hermana afirma que El había sido el cronista en versos de la ciudad, aún más: de Venezuela, narrando a diario cuanto en ella sucedía: todas las peculiaridades nuestras; dando vida a los tipos urbanos …”(Pimentel. 1959, 20)

TRANVÍA DE CATIA


Desde hace varios días,
tenemos otra línea de tranvías
de suma utilidad
pues a Catia va a unir con la ciudad.
Esto a la empresa le ha salido encomio
y el argot popular ha enriquecido:
en efecto, es de todos bien sabido
que, como en Catia se halla el manicomio,
los que hasta ayer veían
algún tipo chiflado.
“¡Ten cuidado con Catia!” le decían,
Pero esto no era muy disimulado
Y la frase ha ganado en ironía;
Hoy se le da de loco lo patente
A cualquiera diciendo simplemente
--“Mira que ahora hay tranvía…”
Pero sucede ahora
algo que a los catianos encocora,
y es que toda la gente caraqueña
al presente se empeña
en estrenar la línea recién hecha,
y el carro lleva tantos peregrinos
que los pobre vecinos
no han podido montarse hasta la fecha,
y como si no hubieran puesto el carro
tienen que usar las de batir el barro.
Esto de irse a Catia todo el mundo
excepto los de allá, da la razón
a cierto pensamiento muy profundo
no sé si de un francés o un alemán;
y es que allá no están todos los que son
ni son tampoco todos los que están.
Y los catianos, si no cambia esto
tendrán que publicar un manifiesto
en el que esté expresada
la Doctrina de Monroe, aplicada
a conseguir en sus tranvías puesto,
y parodiando a los americanos
decirnos: “¡Catia para los catianos!”


Fue grande su compenetración con el medio ambiente venezolano y principalmente con el caraqueño. Supo echar mano de cualquier tema, el cual criollizaba,  y a través de sus versos llegó a sus lectores con sencillez y gusto. De la misma manera que Aquiles Nazoa nos pasea por las calles de Caracas, Job Pim, dice Jesús Semprún, que Os llama a su lado y os invita a pasear por Caracas. Os va mostrando cuanto encuentra al paso, con ademanes frívolos, amables, corteses, con frases empedradas de chistes cuyo condimento acaba por desterrar de vuestros ánimos el azoramiento. (Pimentel.1959,21)

NOCTURNO DE FIN DE AÑO

Esta noche,
esta noche toda llena de “palitos”, de bocinas y de música jazzbándicas
esta noche de Año Viejo que por fin nos abandona
con bronquitis y sin plata;
a pesar de los avisos
que nos dan los entendidos en finanzas,
como siempre en nochebuena de Año Nuevo,
gozará toda Caracas.
Los acordes desacordes de una bulla
mucho más que wagneriana,
hecha a base de cornetas, de victrolas, de electrolas,
y de radios de onda corta y de onda larga;
los cocteles, esa gama de colores y sabores y perfumes,
con escala
que hasta un santo subir puede
(sobre todo si en la escala está la Santa).
Y la luz de las bombillas que se apiñan a millares
en la Plaza;
y el mirar de las mujeres
que no entienden una jota de finanzas,
y la prueba es que llevaban una simple falda corta
en los tiempos de bonanza
y hoy que estamos en la era del recorte,
llevan una
llevan una
llevan una regia falda larga…
Todo hará que el caraqueño se entusiasme y se embarulle,
que se olvide del mañana,
que “eche fiados” dondequiera,
de licores, de vehículos, de hallacas,
y le pida cuatro “lajas” al longánimo Donzella
que, si acaso, las verá en Semana Santa.
Y amanezca
con el hígado en la boca, sin el “diario” de la casa,
y con un “violín” de pueblo,
y un “ratón” de ocho cilindros que le brinca en las entrañas. 
 Dentro de su humorismo, supo Job Pim dictar lecciones de moral, sus escritos encerraban sabias moralejas a la altura de los más serios tratados. Hacía crítica  humorística dentro de la seriedad de sus planteamientos. Podremos acá un ejemplo de ello:

SOBRE EL TEATRO NACIONAL


Como el conflicto actual ha acaparado
la pública atención ,
muy poco en estos días se ha tratado
de los asuntos de la población.
Hay uno sin embargo,
que por su trascendencia capital,
amerita un capítulo y muy largo
del cual ahora quiero hacerme cargo:
el teatro nacional.
La obra criolla teatral estaba muerta
desde el tiempo en que enormes zaperocos
armaron el Gallero como pocos,
El Santo de Mamerta
y algunas más con que nos divertía
Ramírez, cuando el pobre aún vivía.
Y hoy cuando varios lustros han pasado
y el teatro nacional vuelve a nacer,
resulta, al menos en mi parecer,
que en estos lustros nada se ha ilustrado
y hoy tiene menos lustre aún que ayer.
Es muy cierto que, en muchas ocasiones,
los chistes de antes eran vulgarones,
de factura ordinaria;
pero los chistes de hoy apesadumbran;
son más vulgares que los que acostumbran
los búlgaros del vulgo del Bulgaria.
Epigramas he oído
que ruborizarían a una cosaco,
(Conste que si al cosaco en danza saco,
es que tengo entendido
que el cosaco es el hombre más curtido).
¿Y quién tiene la culpa? ¿Los autores?
No, queridos lectores.
Si el público no fuera tan estulto
y a lo vulgar no le rindiera culto,
los autores cuidaran de seguro,
de que fuera su estilo algo más puro.
Hay que ver lo que goza nuestra gente
con un chiste indecente,
y en cambio le parece una pamplina
la ironía más fina.
Y como los autores saben esto,
no elaboran siquiera un chiste honesto;
¿qué el sentimiento artístico se estraga?
¿y qué importa si el público es quien paga?
Probado está que cuando el arte chilla
es cuando hay más dinero en la taquilla.
En fin, si nuestro teatro nacional
no se puede escribir de otra manera,
mucho mejor es que otra vez se muera
de anemia u otro mal;
pues si seguimos por el mismo atajo
los cómicos saldrán hasta en camisa
y habrá obra tan lisa,
en que salga un actor, nos suelte un ajo
y el público se muera de la risa
y el teatro, de placer, se venga abajo.  


Francisco Pimentel no sólo escribió versos e hizo humor, también se destacó como fabulista. Según Key Ayala (1955), la Fábula se escribió en Venezuela desde tiempos remotos. Don Andrés Bello llegó a practicar este pequeño género en castiza lengua castellana. Pero no fue muy utilizada por los escritores venezolanos. Para el crítico antes mencionado: La fábula venezolana no andaba libre, entregada a sí  misma, sino aliada al género costumbrista, a la sátira social o política, o salpicada de una lengua despreocupada y picaresca. (Ayala, K. 1955, 1061). El padre de Job Pim, don Pancho Pimentel resultó ser un gran fabulista, pero en la fábula que precedió a Francisco Pimentel (padre) estaba presente la sátira y además cumplía una función docente, principalmente para los niños, por lo que no gustó mucho a los jóvenes escritores de las primeras décadas del siglo XX, ya que lo tenían por infantil y poco digno de las altas musas. Don Francisco, según Key Ayala (1955) buscó reponer la fábula en el nivel alto de un género literario dotado del prestigio que maestros le infundieron.(p.1061). Esa fue la herencia de Job Pim, quien hizo, entre otras, traducciones de las fábulas de Juan Pedro Clarín de Florián (1755-1794), escritor dramático y novelista francés. Una de ellas es la siguiente

LA AVISPA Y LA ABEJA

La avispa una mañana
llamó a la abeja “hermana”
y la abeja enfadada, dijo: --Amiga,
yo quiero que me diga
¿de dónde saca usted tal parentesco?
--¡Caramba, tanta vanidad me crispa
--replicóle la avispa--,
¿No ve que a usted en todo me parezco?.
Alas, corpiño, talle
son lo mismo en las dos, y hasta un detalle
demuestra nuestra idéntica  extracción:
exacto es mi aguijón.
--Cierto –dijo la abeja—
a su aguijón el mío se asemeja:
pero en el uso está la diferencia:
la de usted es un arma de insolencia;
de defensa es la mía,
y mientras yo trabajo con paciencia,
usted a todo el mundo desafía:
¿somos hermanas? Dígalo en conciencia…

Entre las fábulas originales del autor tenemos:


EL VIOLÍN Y EL CONTRABAJO


Un violín fanfarrón y atrabiliario,
aunque no era ningún estradivario,
cierta noche de fiesta
interpelaba así desde la orquesta
al grueso contrabajo, su vecino:
--Paréceme injusticia manifiesta
que donde vibra un noble concertino,
encanto de selecta concurrencia
haya tenido un necio la ocurrencia
de poner tan estúpido instrumento
que lo que hace es roncar como un cochino,
sin dulzura, sin gusto, sin acento.
No veo la importancia de tu cargo:
uno que otro compás, y sin embargo,
tienes el desparpajo
de ostentar este nombre: contrabajo.
--Amigo,-- respondióle en tono grave,
el otro—yo sé bien que no soy suave,
ágil ni aristocrático,
y que acaso mi acento no es simpático,
por lo cual no podría
entonar la más simple melodía:
y pues comprendo así cuán poco valgo,
considero muy justa tu protesta:
pero ¿qué hacer? El director de orquesta
no prescinde de mí… será por algo…  

Se puede observar cómo la fábula en manos de este escritor se convierte en un medio educativo.

LA ZORRA Y EL LORO


Con ganas de comerse una gallina,
cierta zorra ladina
se disfrazó de pavo;
mas, por descuido o por coquetería,
sin cubrir dejó el rabo
que era lo más bonito que tenía.
De este modo ataviada,
Al gallinero fue la muy taimada,
Y tocando a la puerta
Pidió le fuera abierta
Para dar un saludo a sus parientes.
Y como es una cosa cierta
que las gallinas son muy inocentes,
y el gallo andaba en viaje de negocios,
aquellas avecillas sin cautela
por distraer sus ocios
 a abrir se preparaban la cancela.
Mas, por fortuna, un loro que allí había
y era un bicho muy ducho y vivaracho,
se fijó en el penacho
que el visitante por detrás lucía.
Y la zorra esta vez tuvo un fracaso
Pues el loro gritóle al seudopavo:
--¿Pavo con ese rabo?
¡Yo me voy por si acaso!.


Pimentel le da un sentido venezolanista a sus fábulas, las adapta a nuestro medio, ofrece características nacionales. Sus personajes son tan venezolanos como él mismo.  Solo un humorista como "Job Pim" pudo escribir un soneto tan maravilloso como el que tituló Desahuciado
 
Me han visto nueve médicos. Los nueve,
de nuestra Facultad ornato y gala.
Los nueve encuentran mi salud tan mala,
que me debo morir en plazo breve.
 
Congestión en el hígado, y no leve;
bronquitis, de la tisis antesala;
un riñón de su puesto se resbala
y el colon no funciona como debe.
 
Yo morir no me siento... Pero ¿cómo
nueve sabios así de tomo y lomo
se van a equivocar sobre mi suerte?
 
¿Que me debo morir? ¡Venga la muerte!
¡Todo antes que dejar en la berlina
a media Facultad de Medicina!  
 
CONCLUSIÓN

Se ha dado una visión general de Francisco Pimentel (Job Pim), quien a través de sus versos llega a ser crítico, poeta, humorista, traductor y hasta escribe algunas cosas en prosa, pero es por medio de su poesía como recorre varios caminos dentro de la literatura y se desarrolla como magnífico humorista. Con su verso sencillo trasmite grandes enseñanzas, relaciona su accidentada vida con las cosas más simples de la naturaleza humana y del entorno que le rodea, sin llegar a ser sarcástico y por ello hace reír a sus lectores, y su obra resulta fresca y amena. Cabría decir, además, que su humorismo fue la enseñanza que dejó a grandes escritores de este género como Aquiles Nazoa y Miguel Otero Silva.

LISTA DE REFERENCIAS

Barnola, P.P.  (s/f) Job Pim, Máximo Humorista Venezolanogumilla.org/biblioteca/bases/biblo/texto/SIC194572_68-71.pdf  Consulta: Enero 2012.
Francisco Pimentel Agostini (Job Pim)www.venezuelatuya.com/biografias/pimente_lagostini.htm  Consulta: Enero 2012
Francisco Pimentel  (Job Pim)   poeta y humorista venezolanohttp://gury.orgfree.com/pim.htm   Consulta: Diciembre 2011
Key Ayala, S. (1955) Obras Selectas. Madrid-Caracas: Ediciones Edime
Pimentel, C. (1959) “Introducción” Obras Completas de Francisco Pimentel. México: Editorial América Nueva
Pimentel, F. (1959) Obras Completas. México: Editorial América Nueva