ACERCA DE LAS AUTORAS

viernes, 29 de octubre de 2010

ISABEL ARETZ y LUIS FELIPE RAMON Y RIVERA: UNA LECTURA A DOS LIBROS "FOLKLORICOS"

Liduvina Carrera
Si se nos preguntara en qué se diferencia esta cultura de las aborígenes. Sencillamente, y nada menos, en que sus usufructuarios conviven y comulgan con la última cultura, la nuestra. (Isabel Aretz).

Para rendir tributo a los insignes folkloristas Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera, ilustres tachirenses, hemos tenido el gusto de revisar dos de sus libros, producto de un infatigable trabajo de campo por los remotos lugares de Venezuela; ellos son el Manual de folklore de Isabel Aretz, cuyo primera edición data de l955, y Folklore Tachirense (vol I) de Luis Felipe Ramón y Rivera e Isabel Aretz. El título dado a estas líneas: "dos libros folklóricos", se debe a que son portadores del saber popular y parten de la propia etimología de la palabra Folk-lore. De origen inglés, este vocablo está integrado por Folk que significa pueblo y lore, saber; saber del pueblo, recogido por los investigadores a quienes brindamos homenaje con estas líneas: Luis Felipe Ramón y Rivera e Isabel Aretz. El Manual de folklore de Isabel Aretz, corresponde a un nutrido trabajo acerca del folklore venezolano en general, y Folklore Tachirense (vol I) está inspirado específicamente en la ciudad andina que acoge con tanto cariño a los escritores reunidos en encuentros literarios: Táchira.

Cruz de Mayo

Como hoy día el folklore ha dejado de ser pasatiempo, para constituirse especialización de la Antropología Cultural, los estudios de Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera han procurado dar a "conocer la cultura de un pueblo determinado y buscar lo universal en lo propio, en la raíz indígena". La publicación de estos materiales conforma una parte de la obra iniciada desde l947, por la pareja de investigadores en el campo del folklore venezolano.

A Isabel Aretz siempre le preocupó llevar adelante, primero, investigaciones en diferentes lugares de Venezuela, para "obtener un panorama del folklore del país". Más tarde, sus aspiraciones intensificaron los trabajos en diferentes estados y dieron frutos en un conocimiento más completo del folklore regional. En cuanto al Táchira, específicamente, Luis Felipe Ramón y Rivera e Isabel Aretz han producido la obra Folklore tachirense, que ha sido publicada en tres volúmenes por la Biblioteca de Temas y Autores Tachirenses, con más de 35 años de riqueza editada.

1.- MANUAL DE FOLKLORE


La autoría del primer "libro folklórico" escogido para esta lectura, pertenece a Isabel Aretz; y la dedicatoria reza así: "A Luis Felipe, compañero en todas las investigaciones folklóricas". En otras páginas del mismo texto, nos sorprende la autora con similares líneas afectuosas: "Mi esposo, Luis Felipe Ramón y Rivera...". La información inicial recogida en este libro, data de 1955 y la autora en el Prólogo a la segunda edición, a casi quince años de distancia y consciente de que podría haber escrito un libro mucho más completo con los últimos datos obtenidos, comenta que no lo hizo porque el texto "dejaría de ser el Manual sintético y práctico, más que nada informativo".

La idea inicial del libro partió de la necesidad de un Manual de Folklore que se adaptara a las exigencias venezolanas. El Instituto de Folklore de Caracas, vigente en aquella época, con frecuencia le formulaba preguntas acerca del verdadero sentido de la palabra Folklore, de su contenido, de los tópicos que comprendía y, sobre todo, de la aplicación en la Escuela o en el Arte. Por este motivo, la escritora decidió organizar su trabajo y darlo a los futuros investigadores del "saber del pueblo". Isabel Aretz ha reconocido la génesis de sus investigaciones en otros estudiosos del folklore; por eso ha escrito:" Soy discípula de todos los folkloristas mencionados en el curso de estas páginas (...) pero ante todo, soy discípula de mi propia experiencia, de mis propios viajes, de mis afanes y ante todo de mis errores".

Cestería

El Manual de Folklore consiste en una notoria misión, dividida en tres partes. En la primera, se intenta definir lo que es el Folklore; la autora se refiere a la investigación de campo y de gabinete que indica la forma cómo se recopilan y clasifican los asuntos folklóricos. Al respecto, alude que no es el Folklore en sí lo que se había descubierto en los estudios de los arqueólogos ingleses de l846, porque éste había existido desde siempre con otros nombres. Lo que se descubría en ese momento era la palabra Folk-lore, aplicada a lo que hasta entonces se llamaba en Inglaterra Antigüedades Populares o Literatura Popular. La palabra desde ese momento se constituyó en "una bandera a cuya sombra todos trabajan en la misma orientación y desde entonces distingue a los materiales que vienen de lo hondo del tiempo y designa además su estudio".

La parte teórica está dividida en tres títulos. El primero, Qué es el folklore, detalla lo concerniente al estudio del folklore, entre otros: la etimología del término, el patrimonio, la ubicación, la nacionalidad, etc. El segundo título, La investigación folklórica contiene líneas dedicadas a la especialización folklórica, a la colección de materiales, indagación, usos y costumbres. El tercer encabezamiento abarca sobre todo el trabajo de gabinete y se denomina Ordenación y estudio de los materiales. Allí la autora explica cómo se catalogan, ordenan clasifican y estudian las investigaciones, y orienta acerca de la búsqueda bibliográfica y otras fuentes de información.

En la segunda parte, se reseña breve pero panorámicamente el folklore venezolano. Esta sección del trabajo se basa en las observaciones personales realizadas por Isabel Aretz y está dividida, a su vez, en tres capítulos: el correspondiente al Folklore Material o Ergológico abarca lo referente a vivienda, enseres domésticos, comercio, alimentación, alfarería, hamacas, tejidos varios, sombreros, etc.; el llamado Folklore Social alude al lenguaje, usos y costumbres familiares, relaciones sociales, oficios y profesiones, fiestas y ceremonias, juegos de adultos y de niños, etc. Por último, el renglón del Folklore Espiritual-Mental presenta lo referente al aspecto literario, formas poéticas, refranes, adivinanzas, cuentos, leyendas, músicas variadas, instrumentos musicales, danzas, parrandas y diversiones populares, supersticiones, magia, remedios y un sin de indagaciones inherentes al tema.

La tercera división del libro, denominada Funciones, Difusión y Proyecciones del Folklore, refiere las proyecciones posibles del Folklore. El primer estudio se titula Para qué sirve el folklore y abarca, con la ayuda de una rica bibliografía, su valor sociológico. Luego, se trata la aplicación del Folklore a la enseñanza de las diferentes asignaturas: Castellano, Historia, Geografía, Zoología y Botánica, Aritmética Elemental; en general, a su aprovechamiento en la enseñanza y su difusión desde la escuela. Finalmente, se refiere a su aplicación en la Creación Artística y en la Industria.

A modo de coda final, Isabel Aretz escribe "creo que nos toca a los folkloristas hacer la defensa del folklore...Por mi parte aspiro que, al llegar a este punto, el lector que nos haya seguido comprenda que el Folklore es una Ciencia que requiere toda la dedicación del especialista y todo el respeto del profano".

 
FOLKLORE TACHIRENSE



El Folklore Tachirense vol. I corresponde al segundo "libro folklórico" que comentaremos en nuestra líneas. Forma parte de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses; es el número 24 de la colección y probablemente hoy día sólo engalane bibliotecas particulares, como tantos otros que han desaparecido del mercado literario y del consumo de los asiduos lectores.

Folklore Tachirense está dividido en tres tomos, debido a lo voluminoso de los materiales recogidos por los autores. En el primer tomo (objeto del presente comentario) se ofrece un estudio completo de la Música, realizado por Luis Felipe Ramón y Rivera y una sección referida a Literatura, a cargo de Isabel Aretz. El segundo, corresponde al Nº 25 de la Biblioteca..., y comenta las costumbres, fiestas, danzas y juegos; el arte popular, las creencias y supersticiones y todo lo que atañe a la vida material. En ese apartado están incluidas las fotografías que ilustran los diferentes tópicos. El tercer volumen pertenece al Nº 37 y completa los tres tomos que bajo la dirección del Dr. Ramón J. Velásquez, conforman la Colección de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, cuyos 35 celebramos.

El tomo seleccionado para esta disertación fue el primero y, al hojear sus páginas, nos ha venido a la memoria el recuerdo de otras que también han perseguido un objetivo común: conservar el patrimonio de una región o de una etnia; nos referimos, en este caso, al libro Literaturas Indígenas Venezolanas de Fray Cesáreo de Armellada (l981). Así como los autores de Folklore Tachirense han señalado que "todos los materiales recopilados son de primera mano (...) obtenidos de boca del propio pueblo (...), nos servimos del moderno procedimiento de la grabación en cintas magnetofónicas (...), realizamos abundantes anotaciones in situ "; de la misma forma, el padre capuchino ha escrito en su Introducción: "debe saberse que una buena parte de esta literatura ha sido grabada mientras los narradores o cantadores la estaban recitando. (...) Hubo casos en que se recogió al dictado, antes de la utilización de los grabadores". Como se puede observar por ambos testimonios, el saber del pueblo, sea del Táchira o de los indios Pemones de la Gran Sabana, ha sido recogido por los investigadores en el lugar de los hechos y con la ayuda de los propios informantes, por eso son tan valiosas estas obras.

Otro punto de contacto que nos ha llamado la atención al revisar de nuevo ambos libros, fue la propuesta de la metodología. En Folklore Tachirense vol. I, puede leerse: "Los materiales que damos han sido escritos, clasificados y estudiados con método, pero presentados en forma fácil, para que sean comprendidos por todos", y en Literaturas Indígenas Venezolanas: "El libro que ofrecemos, es una antología metódica y ordenada por géneros o campos literarios. (...) será buena ayuda para ir formando una idea más clara de lo que hay".

Ambas explicaciones han sido producidas por mentes organizadas que ofrecen un material dirigido, tanto a la enseñanza, como al resguardo de la cultura para la posteridad. Los dos textos han sido fruto de investigación, por eso los autores agradecen los antecedentes del tema. En Folklore Tachirense, se lee: "No (...) dejamos de reconocer los esfuerzos realizados por otros investigadores y por personas preocupadas por el folklore, que de una u otra manera han contribuido a su rescate y a su difusión. Entre ellos....". Literaturas Indígenas Venezolanas nos ofrece las siguientes líneas: "Este libro (...) tiene algunos antecedentes dignos de encomio".

Aunque nuestro objetivo no ha sido el de comparar Folklore Tachirense y Literaturas Indígenas Venezolanas; es posible señalar un posible nexo entre dos obras que, de una u otra forma, tienen un origen y un objetivo común. Fray Cesáreo de Armellada escribía en sus páginas que la literatura de nuestros indios no era de gabinete o salón, sino popular y corriente; además, añadía: "es y puede denominarse folklórica, porque verdaderamente en ella está la sabiduría del pueblo, está inspirada en el mundo en que se mueven y que los envuelve sin asfixiarlos". También se vislumbra esta idea en las palabras de Isabel Aretz cuando escribe: "nos preocupó llevar adelante, primero investigaciones en diferentes lugares de Venezuela, suficientemente alejados de las capitales y de los centros petroleros o comerciales en general, con el objeto de obtener un panorama del folklore del país".

Calle de Táchira

Una vez, realizadas estas reflexiones que motivaron los primeros párrafos de esta lectura, volvamos al libro que nos ocupa, Folklore Tachirense (vol I). La primera parte, dedicada a la Música, está a cargo de Luis Felipe Ramón y Rivera, quien presenta en sus Apreciaciones Generales un nutrido ensayo acerca del tema. Comenta el autor que la música del pueblo tachirense es de origen europeo y que no hay vestigios de la música indígena ni afroide; por el contrario se ha producido un notable proceso de desintegración. Este hecho se sustenta en la supervivencia de ciertos elementos, maneras de cantar o tocar tradicionales que forman una capa antigua. El olvido de esos elementos sufre la transformación de la música y las costumbres, conectadas con la intervención de la vida moderna.

La improvisación es un elemento tradicional casi perdido en el Táchira; sin embargo, el autor ha encontrado ejemplos de "canto acomodao" o "versos acomodaos" que era la designación vieja para la improvisación. Cuando Luis Felipe Ramón y Rivera indican el proceso de desintegración de la música, se refiere al hecho de que la misma pieza se encuentra recogida de distintos modos en diferentes lugares. Con todo esto, los restos dispersos forman un cuerpo de historia y ayudan al estudio musicológico. A veces, el autor ve como interesante el proceso del reemplazo de una música por otra. Tonos y romances eran la música apropiada en otras épocas para festejar los velorios del Niño Dios frente al pesebre, para el velorio de angelito y los velorios de cruz y de santo, tal como el resto del país; sin embargo, esa misma música fue reemplazada por los "cantos acomodaos" de carácter profano, y lo que era festejo místico, acabó en baile y parranda.

Con respecto a la música bailable antigua, también ha sido olvidada y se produjo el reemplazo por los modernos bambucos, valses y "las más recientes piezas como el bolero o la guaracha". Sin ser especialistas, nosotros mismos hasta nos atreveríamos a mencionar al Reggae y el Rap de los jóvenes de hoy; porque el futuro de la música destinada a estas fiestas campesinas parece estar en manos de la música mecánica.

Ramón y Rivera ha dividido en tres secciones su estudio de la Música Tachirense: Música para Bailar, Música Mística y Cantos Varios. En la primera señala la cantada y la instrumental. La sección de Música Mística agrupa melodías de distinta función, que sirven a las procesiones y festejos de Navidad o corresponden a simples "costumbres piadosas como la de La Corona, otras al velorio de angelito". En Cantos Varios, se agrupa la música profana de diversión no bailable, los cantos maternales, los cantos de trabajo, etc.

Después de haber desechado el aporte indígena en la música del Táchira por no sobrevivir y el negro por no haberse difundido, el autor ofrece un estudio acerca del aporte europeo y procura dar respuesta a lo esencialmente tachirense de la música. Comenta que la temática literaria, en gran parte local, los valses y bambucos han adquirido una forma propia y, por sobre todo, conservan las antiguas melodías locales. Alude el autor que si bien estas melodías locales dependen de Europa en cuanto a su base armónica, rítmica o escalística, es apenas la materia prima con la que el hombre de nuestras sierras crea sus propias melodías, aunque siempre existen vinculaciones con otras, venidas de otras partes. Para terminar con su presentación, Ramón y Rivera opina que "la música tachirense es venezolana como la que más. La presencia y cultivo en ella de piezas tan nacionales como el Galerón y el Manzanares (...) bastan para justificar tal juicio".

Al concluir la presentación teórica de su material, el autor ofrece diferentes piezas de la Música Bailable, la Música Mística y los Cantos Varios a los que ha aludido anteriormente. Al final, añade unas páginas tituladas" Los Instrumentos Musicales y explica que el "folklore musical tachirense utiliza exclusivamente instrumentos cordófonos para la melodía y la armonía".

La segunda parte del libro Folklore Tachirense (vol. I) está a cargo de Isabel Aretz y se refiere a La Literatura. En las Apreciaciones Generales, ella indica cómo grabó gran cantidad de piezas, en prosa, en verso y de formas mixtas; asimismo, anota una serie de expresiones típicas que dan al habla de los campesinos un sabor peculiar y dedica un breve párrafo al habla típica. En esta división se ofrecen cuentos, manifestaciones en prosa y una colección de refranes que matizan el modo de hablar del tachirense.

De la misma manera como se puede observar la organización de los textos literarios indígenas, recopilados por Fray Cesáreo de Armellada, es posible revisar el material de Isabel Aretz; sistematizados en verso, composiciones en prosa o en verso o en ambas formas a la vez, trabalenguas, poesías con anécdotas, adivinanzas y oraciones y secretos. Estas últimas, las oraciones y secretos, se han conservadas en el Táchira, y muchos campesinos las creen fervorosamente. Entre ellas, se distinguen las oraciones religioso- populares, la que sirven para conseguir novio, las que corren a las brujas, a los enemigos, a los perros furiosos o a las culebras. También hay Secretos de los secreteadores, verdaderos brujos-curanderos, que los compran y aplican a sus clientes. Recordando de nuevo la "literatura" indígena, ¿quién no relacionaría estas oraciones con el tarén de los indios pemones? Fray Cesáreo de Armellada (1972) comentaba (refiriéndose al tarén ) que estos ensalmes entre los indios pueden ser beneficiosos y maléficos, y añadía: "los piaches son considerados como personas que pueden curar, pero también suelen hacer maleficios".

Volviendo al libro de Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera, el aspecto literario presenta una poesía recitada o cantada, reunida de acuerdo con su forma; no se analizan los antecedentes de las poesías breves; pero sí, las composiciones más importantes. En la prosa, la escritora presenta diversas narraciones históricas, refranero popular, tradiciones y leyendas, relatos de aparecidos, cuentos de brujas y, no pueden faltar, los relatos de Pedro Urdemales o Pedro Rimales, representante del pícaro venezolano y personaje de muchos relatos; entre otros, recordemos la pequeña pieza teatral de Uslar Pietri (l970): La Viveza de Pedro Rimales o el trabajo de Pilar Almoína de Carrera (l988), titulado "Aventuras de Pedro Rimales en una variante trujillana".
Con el recuento de este rico material, damos fin a Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Rivera. Una Lectura a dos libros "folklóricos". Deseamos que estas líneas sean propicias para resaltar las letras de San Cristóbal. Ya "este rincón de los Andes Venezolanos" no estará incomunicado; por el contrario, la literatura tachirense ocupará un lugar relevante en el estudio de la Literatura Venezolana y se enriquecerá con cada intercambio de experiencias.


REFERENCIAS

Aretz, Isabel. (196l). Folklore Tachirense. (vol. I). Caracas: Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. Nº 24

Aretz, Isabel. (1984). Manual de folklore. Caracas: Monte Ávila Editores. (8º edición).

Armellada, Cesáreo (l972). Pemonton Taremuru. (Invocaciones Mágicas de los Indios Pemón). Caracas: UCAB Instituto de Investigaciones Históricas.

Armellada, Cesáreo y C. Bentivenga de Napolitano. (l981). Literaturas indígenas venezolanas. Caracas: Monte Ávila Editores.

Carrera, Pilar Almoína de. (l988)."Aventuras de Pedro Rimales en una variante trujillana". En Memoria. Primer Simposio de la Literatura Trujillana. "Mario Briceño Iragorry". Trujillo-Venezuela: Ediciones Ítaca. Colección Documentos. Nº l.

Uslar Pietri, Arturo. (l970). "La Viveza de Pedro Rimales". En Subero Efraín. Teatro Escolar. Caracas: Ediciones Tricolor.

2 comentarios:

  1. TENGO ESTE LIBRO QUISIERA DONARLO BIBLIOTECA POPULAR VENEZOLANA 62 - ISABEL ARETZ - MANUAL DEL FOLKLORE VENEZOLANO - EDICION DEL MINISTERIO DE EDUCACION DIRECCION DE CULTURA Y BELLAS ARTESB EN CARACAS DEL AÑO 1957. TENGO ESTE LIBRO QUISIERA DONARLO AL MINISTERIO DE CULTURA PARA QUE SEA PUBLICADO EN INTERNET. HECTOR ALEN ALENVEGAS@GMAIL.COM

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    1. Hola, soy investigadora y lo estoy buscando, me interesa todo lo de Isabel Aretz

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