ACERCA DE LAS AUTORAS

miércoles, 7 de abril de 2010

ANDRÉS BELLO: ILUSTRE AMERICANO

Mireya Vázquez Tortolero


        La Universidad, señores, no sería digna de ocupar
        un lugar en nuestras instituciones
        sociales, si (como murmuran algunos ecos
        oscuros de declamaciones antiguas) el cultivo
        de las ciencias y de las letras pudiera mirarse
        como peligroso bajo un punto de vista político...

        Andrés Bello


    La robusta personalidad de Andrés Bello se formó en la coyuntura de dos épocas y en dos Continentes. Se inició bajo la tutela de la cultura colonial, luego, durante veinte años en el viejo Continente, maduró y profundizó su formación, tras los muros del Museo Británico, y logró su plenitud en la patria adoptiva Chile, donde encuentra el terreno fértil para sembrar todo su saber.


     La vida y la obra de este gran humanista se podría dividir en tres etapas, a las que Rafael Caldera (1992:24), gran estudioso de la obra de Bello, hace una comparación con la naturaleza:

    La Colonia forjó su raíz, base insustituible de su vida, premisa menospreciada por algunos, pero exigida y comprobada por la más juiciosa concepción histórica. Londres plasmó su tallo: el corpulento tallo de humanista, con la voluntad endurecida en el yunque de las amarguras. Y Chile, la patria hija, el pueblo cordialmente avizor y agradecido, fue el surco abierto ante los frutos que el árbol centenario había cuajado ya.

PRIMERA ETAPA

    Andrés Bello nace en la ciudad de Caracas el 29 de noviembre de 1781. Pertenece a una familia de la pequeña burguesía, poco dinero, pero buena cultura e intensa vocación espiritual. Fue su padre Don Bartolomé Bello, abogado y músico. Su madre, Doña Ana López, lo ayudó a moldear su carácter: bondadoso, pero no débil, modesto, nada hipócrita, tímido en el trato social, pero fuerte y constante en sus labores y trabajos; una gran sensibilidad que no fue mermada por los duros, intensos y dolorosos momentos que le tocó vivir.

    Desde muy niño se le nota una clara y despierta inteligencia, además de una gran afición al estudio. Recibió una honda formación religiosa, gracias a los frailes mercedarios, quienes tenían el convento e iglesia frente a su casa natal y uno de estos religiosos era hermano de su madre. De Cristóbal de Quesada, fraile mercedario, recibió los primeros conocimientos humanísticos. Obtuvo el grado de bachiller en Artes en la Universidad caraqueña, el 09 de mayo de 1800. Aprendió el francés y el inglés con diccionario y gramática. Leyó las obras clásicas latinas en lengua original. Dio clases particulares, Simón Bolívar fue discípulo suyo. Inició estudios de Derecho y Medicina, pero no los culminó por problemas económicos. Esto lo llevó a concursar y ganar el puesto de Oficial 2do. de la Capitanía General.

    Para la época, las tertulias literarias eran muy comunes. Bello frecuentaba las que se realizaban en la casa de sus amigos los Ustáriz y los Bolívar. Traducía y adaptaba para aquellas reuniones obras de los grandes escritores europeos franceses e ingleses. Sus lecturas, y el conocimiento de la historia del último medio siglo, en el que habían ocurrido acontecimientos tan extraordinarios y decisivos como la victoriosa rebelión de las colonias inglesas en América, la revolución de los franceses y el ascenso de Napoleón, le dan la oportunidad de darse cuenta de que se está viviendo un momento de transición y que él supo aprovechar.

    En 1807 es ascendido a Comisario de Guerra. Un año después los ingleses Mateo Gallagher y Jaime Lamb, procedentes de Trinidad, instalan la primera imprenta en Caracas, esto da origen al primer periódico venezolano “la Gazeta de Caracas”; allí Bello trabaja como redactor.

    El período de los primeros años del siglo XIX encendió en los espíritus juveniles de los intelectuales el deseo por cosas nuevas. Es la época de las lecturas de “libros prohibidos”, libros que los incitan a la rebeldía y a buscar otros caminos. Todos ellos coincidían en muchas cosas con Andrés Bello, pero él estaba muy por encima en cuanto a serenidad y sabiduría. Todos sentían gran amor por la literatura, gran entusiasmo por las ideas generosas, anhelo de crecer y de servir.


    Cuando Humbolt visitó Caracas, Bello tuvo la oportunidad de compartir con él y acompañarlo en muchas de sus salidas. Supo, el gran científico, sembrar en el alma de nuestro ilustre caraqueño, gran amor por la naturaleza; el paisaje de esta tierra se convertirá en tema fundamental de sus más grandes poemas. De allí que utilice la poesía como el medio para difundir su pensamiento.

    De los años juveniles de Bello, se desprende que “recibió una preparación amplia y sólida que le dio ánimo y seguridad para empezar a ensayar su pluma con sus propias producciones” (P.Grases. Prólogo 1979:XIII) Los escritos que se conservan de esta época, manifiestan los rasgos de formación clásica de las escuelas coloniales. Hay noticias de trabajos gramaticales de Bello, aunque ha sido difícil identificar sus escritos. Entre sus obras están los poemas: Al Anauco (1800), Mis deseos (1800), Oda al Samán (1804), Oda a la Vacuna (1804). Venezuela Consolada (1804), Égloga (Imitación de Virgilio) (1806-1808) A la victoria de Bailén (1808) Su trabajo filológico Análisis Ideológico de los tiempos de la Conjugación Castellana (1809) y Resumen de la Historia de Venezuela (1809). Este escrito de Bello ocupa cuarenta páginas del que se considera el primer libro impreso en Venezuela: El Calendario Manual y Guía Universal de Forasteros en Venezuela, para el año de 1810. Las 30 primeras son una síntesis histórica de los siglos XVI y XVII en Venezuela, en la cual sigue principalmente la Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela, de José de Oviedo y Baños. En las últimas 10 páginas de “Resumen” hay un toque mucho más personal. Se encuentran fragmentos de gran fuerza poética, con notas e imágenes de viva inspiración, con observaciones basadas en la visión directa. Pedro Grases (1979:XXVI) afirma que “es la obra de una persona que se siente preparada para ofrecer una rápida ojeada al proceso de integración de su Venezuela como estampa en ls palabras iniciales del “Prospecto” con que anuncia la publicación: La Provincia de Venezuela debe elevarse al rango que la naturaleza le destina a la América”.

Un fragmento de su poema “El Anauco”:

Irrite la codicia el pino que habitaba
rumbos ignoradpor os de Betis frtunado
a la sonante Tetis las márgenes amenas
y bramadores austros; vestidas de amaranto,
impunemente admire Tú, verde y apacible
los deliciosos campos ribera del Anauco,
del Ganges caudaloso para mí más alegre
de aromas coronado. Que los bosques idalios.

    Otro escrito de Bello, perteneciente a esta época es Venezuela Consolada (Caracas, 1804), es un poema dramatizado, la única obra de teatro que se conoce del joven humanista caraqueño, además es la primera pieza teatral escrita por un venezolano. Los personajes son: Venezuela, el Tiempo, un Coro y Neptuno. La pieza representa un bosque de árboles propios del país y el tema es la introducción de la vacuna contra la viruela que azotaba a la nación. En ella, Venezuela se queja por su suerte infeliz producto de la muerte de sus hijos, atacados por el flagelo, recuerda los días venturosos cuando disfrutaban del esplendor de una naturaleza exuberante. También el Tiempo se queja del momento presente y añora el pasado. Las escenas se van sucediendo entre descripciones, añoranzas, quejas y reclamos, hasta que aparece el Coro anunciando el fin de los males. Es porque ha llegado al país una comisión que trae la vacuna que salvará al pueblo venezolano. La obra se convierte en un elogio al emperador Carlos IV en agradecimiento por el bien hecho al país:

“...todo mortal que pise
estos confines, cante
a Carlos bienhechor.
Publique Venezuela
que quien de nuestro clima
lanzó la atroz viruela,
fue su paterno amor”
Bello:1979,14)
    Para 1810, había manejado la imprenta y dado los primeros pasos en la ruta del periodismo. Era el funcionario que durante 8 años había conocido todo lo referente a la administración pública. Era el maestro que había experimentado el goce de despertar inquietudes y transmitir ideas a sus discípulos. Era el filólogo que con paciencia se había adentrado por los caminos del lenguaje, y el filósofo que lograba las más profundas disquisiciones. Era el historiador capaz de resumir y explicar con exactitud y claridad la formación de Venezuela a través de tres siglos. Era el poeta que había cantado a su ciudad natal y había mostrado su gran inspiración. Era el Bello, patriarca de las letras americanas, el primer humanista de este Continente, que ya tenía su germen en la época caraqueña.

SEGUNDA ETAPA

    La segunda etapa comienza a partir de los acontecimientos del 19 de abril de 1810. La Junta Provisional de Gobierno de la hasta entonces Capitanía General de Venezuela envía varias misiones diplomáticas al extranjero. En una de esas comisiones sale Andrés Bello, junto con Simón Bolívar y Luis López Méndez, con dirección a Inglaterra. Su conducta limpia y sensata en los acontecimientos revolucionarios llevó a que fuese centro de graves calumnias que amargaron por muchos años su vida. Se decía que había delatado el movimiento previo al 19 de abril, abortado por conocimiento del gobierno. Gracias a testimonios de gran valor y su conducta ejemplar en Inglaterra, como señala Rufino Blanco Fombona “fiel a su Patria y a la Revolución, sin pedir ni aceptar nada de los dominadores, a pesar de la miseria que lo acosaba...” (citado por Rafael Caldera), la calumnia quedó destruida. Aquella nueva etapa de su vida fue larga ( 19 años) y penosa, debido a la pobreza, el abandono y la soledad.

    En Londres, adquiere una vastísima erudicción. Desde Caracas llevaba la vocación por el estudio, una metodología de investigación y un criterio claro y jerárquico para interpretar las letras y la vida. El estudio y el perfeccionamiento con otros instrumentos de cultura serán la compensación de sus inquietudes en el presente y ante el porvenir incierto. Para sobrevivir, llevaba la correspondencia de una casa de comercio, dando clases de español, latín y griego, y, además, fue Secretario de la legación de Chile. En 1814, se casa con María Ana Boyland. Es época de penurias económicas. Las clases particulares no le aportan mucho para llevar una vida holgada. Al poco tiempo, 1821, enviuda. En 1824 contrae nuevamente nupcias, su esposa Isabel Antonia Dunn será un fuerte apoyo en su vida de escritor. Tuvo una descendencia muy numerosa.

   En la capital inglesa, encuentra múltiples elementos que refinan su sensibilidad, a la vez que enriquecen sus conocimientos y le hacen palpar la dureza de la amarga lucha por la vida. La lejanía de la Patria y de su madre, las angustias por la suma pobreza, el dolor de la calumnia, sufrido con profundo sentido cristiano, llevó al poeta a escribir un poema “La Oración por todos” (publicada por primera vez en El Crepúsculo tomo I n° 6, Santiago 1 de octubre de 1843), donde pide a su hija ruegue a Dios por él; es mucha la tristeza que le embarga por hallarse ausente en los momentos en que sus compañeros de generación eran autores de epopeyas, y también por sentirse relegado en la responsabilidad de dar a la Patria una nueva existencia. Tomemos un fragmento de La Oración por Todos, obra poética al estilo de Víctor Hugo, poeta romántico francés de la época, Bello la escribe dirigida a su hija:

I.  No le son conocidos...¡ni lo sean
Ve a rezar, hija mía. Ya es hora a ti jamás!... los frívolos azares
de la conciencia y del pensar profundo: de la vana fortuna, los pesares
cesó el trabajo afanador, y al mundo ceñudos que anticipan la vejez;
la sombra va a colgar su pabellón. De oculto oprobio el torcedor, la espina
Sacude el polvo en el árbol del camino, que punza a la conciencia delincuente,
al soplo de la noche; y en el suelto la honda fiebre del alma, que la frente
manto de la sutil neblina envuelto, tiñe con enfermiza palidez.
se ve temblar el viejo torreón. (...)

Como para dormirse, bajo el ala Ve, hija mía, a rezar por mí, y al cielo
esconde su cabela el avecilla, pocas palabras dirigir te baste:
tal la niñez en su oración sencilla “Piedad, Señor, al hombre que criaste;
adormece su mente virginal. Eres Grandeza; eres Bondad; ¡perdón!”
¡Oh dulce devoción, que reza y ríe! Y Dios te oirá; que cual del ara santa
¡de natural piedad primer aviso! sube el humo a la cúpula eminente,
¡fragancia de la flor de paraíso! sube del pecho cándido, inocente,
¡preludio del concierto celestial! Al trono del Eterno la oración.

II III. Ve a rezar , hija mía. Y ante todo, Ruega, hija, por tus hermanos,
ruega a Dios por tu madre; por aquella los que contigo crecieron,
que te dio el ser, y la mitad más bella un mismo seno exprimieron,
De su existencia ha vinculado en él; y un mismo techo abrigó.
que en su seno hospedó tu joven alma, Ni por lo que te amen sólo
de una llama celeste desprendida; el favor del cielo implores:
y haciendo dos porciones de la vida, por justos y pecadores,
tomó el acíbar y te dio la miel. Cristo en la Cruz expiró.
modesta como tú, sufre la pena ...................................,

Ruega después por mí. Más que tu madre
lo necesito yo... Sencilla, buena, Acuérdate, en fin, de todos
y devora en silencio su dolor. los que penan y trabajan;
A mucha compasión, a nadie envidia, Y de todos los que viajan
La vi tener en mi fortuna escasa; por esta vida mortal.
Como sobre el cristal la sombra, pasa Acuérdate aun del malvado
sobre su alma el ejemplar corruptor que a Dios blasfemando irrita.
La oración es infinita:
nada agota su caudal.
    Durante esta época, se desarrollan sus capacidades innatas para las diferentes disciplinas del conocimiento; En la capital británica, Bello adquiere lo fundamental de su formación enciclopédica. A pesar de la gran influencia de la cultura inglesa en su vida, este gran hombre no se hizo un sabio inglés sino un sabio americano. Pedro Grases (1978) opina que este escritor se prepara para Hispanoamérica, que había de necesitar de la acción de sus hijos para el progreso de los nuevos estados. (p.5) Y Lubio Cardozo, en el prólogo a la Antología Distinta de Andrés Bello lo confirma:

La responsabilidad de todo escritor latinoamericano es siempre grande, pero en el momento histórico de Bello ésta era inmensa, casi trágica (...) De las viejas y sabias culturas indígenas quedaba muy poco en forma activa (...) Todo estaba por rehacerse entonces en la organización cultural hispanoamericana...
    En los largos años londinenses (1810-1829), prepara un estudio sobre el Poema del Mío Cid, concluido en Chile, pero no fue publicado. Reanuda sus actividades periodísticas con la creación de las revistas “Biblioteca Americana”, donde su objetivo es transmitir a la América los tesoros del ingenio y del trabajo (...),anhelando presentar a aquel pueblo las riquezas intelectuales de los pasados siglos para que él mismo prepare la del siglo futuro..., (Grases: 1978,5) y “Repertorio Americano”. Estas revistas las dirige desde Londres hacia los países hispanoparlantes; en ellas aparecen muchas de sus investigaciones, de su labor crítica y sus obras poéticas más importantes.

 Alocución a la Poesía (1823). En este poema, Bello solicita a la poesía que abandone la “culta Europa”, donde reina la razón y la filosofía y se traslade a América, pues allí aún la naturaleza “viste su primitivo traje” (Rodríguez M, J: 1979,69), un segundo tema que se puede destacar aquí es la alabanza que hace a los pueblos e individuos americanos que se destacaron durante la guerra de independencia, además hace una revisión de la geografía americana, muchas veces haciendo hincapié en particularidades regionales, destaca, también la historia y la biografía de Hombres Ilustres.

  Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida (1826) es considerada como la más acabada de las poesías de Andrés Bello. Con este poema se podría decir que el insigne escritor se convierte en el “Libertador artístico de América”, según frase del profesor Edoardo Crema (citado por Rafael Caldera). Todo el poema tiene una enseñanza moral que puede sintetizarse en las siguientes temas: Exaltación a la Zona Tórrida, Elogio a la fertilidad de las tierras tropicales, Reclamo a la indolencia de los dueños de la tierra, y crítica negativa a la vida citadina, Elogio a la vida del campo, Deberes y faenas que deben cumplirse en el campo, Invocación a Dios para que proteja al campesino y a sus cosechas y una alabanza a las jóvenes naciones americanas.

Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida (Fragmento)

¡Salve, fecunda zona, y greyes van sin cuento
que al sol enamorado circunscribes paciendo tu verdura, desde el llano
el vago curso, y cuanto ser se anima que tiene por lindero el horizonte,
en cada vario clima, hasta el erguido monte,
acariciada de su luz concibes!. de inaccesible siempre cano.
Tú tejes al verano su guirnalda
de granadas espigas; tú la uva Tú das la caña hermosa,
das a la hirviente cuba; de do la miel se acendra,
no de purpúrea fruta, o roja, o gualda, por quien desdeña el mundo los panales;
a tus florestas bellas tú en urnas de coral cuajas la almendra
falta matiz alguno; y bebe en ellas que en la espumante jícara rebosa;
aromas mil al viento; ..........................................................
   Bello fue, en su condición de poeta, clásico y romántico. Clásico por formación; tuvo la oportunidad de conocer los grandes escritores de la antigüedad en su lengua original. De ellos aprovechó las mejores leyes literarias que no fueron obstáculo para la originalidad del poeta y para el alto vuelo de la imaginación. Como romántico absorbió de esta escuela todo lo que de justo existía en la crítica contra el apego al dogma y contra el criterio imitativo. Aunque él imitó a Virgilio, a Horacio y a Víctor Hugo, en todas sus obras dejó siempre su sello personal. Esta época es para Bello la suprema cumbre en el campo artístico y también logra el dominio total del idioma. El dolor del exilio, la pobreza, las calumnias de sus compatriotas y las angustias familiares forjan de la manera más delicada su sensibilidad. Quiso servir a su Patria como lo hacían sus contemporáneos, pero no con la lanza sino con la pluma, de allí ha que se le considere el libertador artístico de América.

   Por su carácter, seriedad y saber, obtuvo el privilegio de ser propuesto como miembro de la Academia Nacional que debía constituirse en 1826, en la Biblioteca de Bogotá. En 1822, fue nombrado interinamente secretario del ministro de Colombia, como encargado de los negocios. El sueldo era mínimo y no conseguía por ningún medio regresar a Venezuela. Pidió ser designado ministro de Colombia en Estados Unidos, pero esto no le fue concedido. El gobierno de Chile, conociendo la formación, seriedad y dedicación de este venezolano, desea adquirir sus valiosos servicios. Su amor por Venezuela impedía que se decidiera a aceptar la oferta, pero los malos entendidos, la dificultad de comunicación, la pobreza en que se encontraba y lo numerosos de la familia, lo indujeron a separarse del servicio de su país y trasladarse a Chile.

   La larga etapa londinense (19 años de residencia), significó para Bello la universalización de sus ideas; la comprensión razonada del hecho americano; una nueva visión de la obra civilizadora; una mayor capacidad y preparación para convertirse en el maestro del continente americano. Su obra literaria llega a adquirir un gran sentido.

TERCERA ETAPA

    Chile aparecía entre los otros países americanos y ante Europa como la más prometedora de las jóvenes naciones, la de mayor temple constructivo y la de más esperanzado porvenir. En Chile, acaba por echar los frutos de los estudios realizados en la ciudad británica. Su labor pedagógica se hace muy fructífera. Dio clases en el Colegio de Santiago y en el Instituto Nacional, además de hacerlo también en su casa. Fue, desde el periódico, entusiasta propulsor y director de los avances de la educación en todas las órdenes. Fue Rector de la Universidad de Chile, desde el 17 de septiembre de 1843 hasta su muerte en 1865. En el discurso que pronuncia, cuando es inaugurada la Universidad, se muestra la vena del educador. Para Bello, la educación debe ser integral. “...La educación intelectual, la educación moral y la educación física deben obrar conjuntamente sobre el educando...” (Caldera: 1992,155). Desde las páginas de El Araucano, constantemente hace referencia a la creación de la Universidad. Llama la atención a los lectores y establece el significado y la necesidad de este instituto. Habla acerca de las distintas facultades que integrarán la Universidad, y señala la importancia de ésta en la vida cultural de Chile. La docencia fue un elemento esencial en esta época. Desde las aulas de clases, desde el periódico, desde sus discursos y escritos en general, mostró su actividad docente.

   Trabajó como Oficial Mayor en el Ministerio de Relaciones Exteriores, fue, puede decirse, el director de la política internacional de Chile. Como Senador y Consejero de los Gobernantes, fue el legislador de la nación, y en 1840 presenta un proyecto de Código Civil, el cual fue promulgado como ley el 14 de diciembre de 1855, aún hoy se conservan vigentes algunos artículos. Redactó los más importantes documentos del Estado, y, en cierto modo, se le considera el creador de la Administración Pública chilena.

   En este país, encontró, sin duda alguna, campo fecundo para mover su arado y echar y cultivar su semilla, como bien dice Rafael Caldera (1992). Sus 35 años de acción estuvieron al servicio del Estado, quien siempre lo apoyó. Hizo que Chile alcanzara, primero que otros países de América, el camino de la organización constructiva. Mientras en otros países de América se daban guerrillas de tipo político, Chile, bajo la dirección de Bello, iba adquiriendo un bagaje cultural envidiable. A la madre adoptiva dedica todas sus fuerzas, Allí su labor se orienta a tres grandes objetivos: la educación, la creación literaria y humanística en general, y la organización del territorio chileno.

   Gran parte de las obras de Bello, pertenecientes a esta época, aparecieron en las páginas de El Mercurio, en El Progreso y en el Semanario de Santiago El Araucano, del cual Bello fue el principal redactor. En El Mercurio escribe artículos en los que expone sus ideas literarias

   También en el país chileno escribe: Principios del Derecho de Gentes (1832), Filosofía del Entendimiento (1843) (publicación póstuma) y casi todas sus obras filosóficas; La Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847) y la mayor parte de sus trabajos filológicos; en 1850 publica las dos primeras partes de un curso de historia literaria. Las partes llevan por título Literatura antigua del Oriente y Literatura antigua de la Grecia.

   Ochenta y cuatro años duró su vida. El 15 de octubre de 1865 murió en Santiago, como gran humanista, después de haber conocido la gloria que le correspondía. Pudo disfrutar en vida la gratificación del pueblo al cual se dio por entero con su fructífera obra desarrollada a lo largo de su activa existencia.

   La gran figura de este ilustre varón basta por sí sola para honrar, no sólo a Venezuela, que lo vio nacer y a la República de Chile, que le dio hospitalidad y le confió la redacción de sus leyes y la educación de su pueblo, sino a toda la América española, de la cual fue el principal educador: por enseñanza directa en la más florecientes de sus repúblicas, indirectamente y por sus escritos en todas las demás. Comparable, en algún modo, con aquellos patriarcas de los pueblos primitivos, que el mito clásico nos presenta, a la vez filósofos y poetas, capaces de atraer a los hombres con el halago de la armonía para reducirlos a cultura y vida social.

   La perspectiva que nos ofrece la realidad de los pueblos de habla hispana, nos permite valorar más justamente el papel que desempeñó Andrés Bello con sus obras y su enseñanza. Su mesura y ecuanimidad, su concepto de civilización y su extraordinaria capacidad, le proporcionaron las armas para ser orientador de la América en tal difícil momento. La independencia política de las Repúblicas Hispanoamericanas recién conquistadas, necesitaba las normas políticas, económicas, sociales y culturales para encaminar las sociedades constituidas en estados soberanos. Las nuevas Repúblicas necesitaban nuevos instrumentos de gobierno y bases peculiares para su ordenación intelectual.

   Bello vivió la angustia de un mundo que nacía entre las enfurecidas y destructoras fuerzas de la guerra, de pueblos que ansiaban salir de la brutalidad y el salvajismo, producto de la tiranía que hacía tránsito del servilismo a la libertad.

   América había ganado la libertad política; sin embargo, la libertad estaba lejos, pues sólo se alcanza en el ejercicio de la justicia, el derecho y la satisfacción de las aspiraciones compartidas cuando, al sosegar el espíritu de la refrienda, de la lucha, los hombres buscan juntos, en conjunto, el común beneficio y la común libertad. No hay libertad donde impera la crueldad y la brutalidad, como no hay seguridad donde el ocio pone barreras a la comprensión. Bello sabía que sólo la enseñanza puede mostrar al hombre el camino para ser libre. Por ello se dedicó con ahínco al trabajo educativo, no sólo en Chile, donde ejerció el magisterio directo, sino en toda América: difundió ideas y formó maestros que continuarían su labor de perfeccionamiento cultural, y de forjar una conciencia para el uso de la libertad en las naciones recién independizadas.

   Tal fue la empresa que se echó a los hombros este gran hombre, y a la distancia de más de un siglo de su muerte, hoy podamos juzgar lo trascendente de su obra.

   La tarea llevada a cabo por Bello fue asimilada por lo jóvenes naciones en trance de ensayar gobiernos propios. En nuestros días, esos mismos pueblos, convertidos en caudalosas sociedades, miran hacia él para encontrar el consejo más certero. El crecimiento del mundo hispano agiganta la significación de la obra del ilustre humanista.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

AGUDO FREITES, Raúl. (1981) Andrés Bello, maestro de América Caracas, La Casa de Bello, segunda edición.


BELLO, A. (1975). Antología Distinta. Caracas, Monte Avila Editores.


BELLO, A. (1979) Obra Literaria. Caracas, Biblioteca Ayacucho.


CALDERA, R. (1992) Andrés Bello. Caracas, Monte Avila Editores, segunda edición.


GRASES, P. Antología de Andrés Bello. Barcelona, Caracas, Seix Barral.


RODRÍGUEZ MONEGAL,E. (1979) El otro Andrés Bello. Caracas, Monte Avila Editores C.A.


ROJAS U, J. (1986) Historia y Crítica del teatro venezolano, siglo XIX. Mérida, Universidad de los Andes, Dirección de Cultura, Facultad de Humanidades y Educación, Instituto de Investigaciones Literaris “Gonzalo Picón Febres”.


VÁZQUEZ T. M..(1996) “Una lectura del Discurso Inaugural de la Universidad de Chile de Andrés Bello”. Boletín Universitario de Letras. Vol. 3 Caracas, Universidad Católica Andrés Bello. Centro de Investigaciones Lingüísticas y Literarias.

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