Si hay algo que siempre nos ha llamado la atención es ver la forma cómo la crítica, al abordar los textos literarios, participa del fenómeno de su recepción. Así podríamos reflexionar acerca de la forma en que una obra puede ser aceptada desde un punto de vista específico, por el reconocimiento social de su público. Ya decía Van Dijk que "la literatura se define esencialmente en términos de lo que alguna clase social y algunas instituciones llamen y decidan usar como literatura". De aquí a lo que Luis Barrera Linares ha denominado "reconocimiento individual", sólo hay un paso. Muchas veces es la escuela la que impone, por encima de todo, unos principios básicos por los que se regirá el lector concreto para determinar qué es el hecho literario. Esta orientación, como bien apunta el mencionado Barrera Linares, viene a ser una consecuencia directa del reconocimiento social impuesto desde la perspectiva de la crítica, de la docencia y de la historia literaria del país.
Esta perspectiva, el texto literario y su comunicación, nos hace reflexionar acerca del discurso crítico producido para responder a la inquietud de cuál fue la primera novela venezolana. Como es sabido, Fermín Toro publicó Los Mártires en 1842, inspirada en las ideas del romanticismo social o socialismo utópico. Como era de esperarse, esta obra siguió la moda literaria del momento Su autor, durante la segunda presidencia de Páez, había conocido la desigualdad de la sociedad inglesa y, por esta razón, transformó esta vivencia personal en sus páginas. Toro había observado cómo una minoría favorecida vivía a expensas del sacrificio de una mayoría miserable que sufría injustamente y, por eso, traduce sus apreciaciones en sus páginas. Los mártires se corresponden con los oprimidos por la injusticia, aquéllos que no lograban la felicidad por el desarrollo industrial y el progreso.
Si volvemos a la razón que nos ha movido para escribir estas líneas, apreciemos que la crítica ha catalogado la obra de Todo como "la primera novela venezolana". En efecto, Los mártires, publicada en tres entregas en el periódico El Liceo Venezolano, en 1842, marcó pauta porque su significación estribó, precisamente en iniciar la cronología de la novelística venezolana.
Pero, sigamos explorando la percepción crítica cuando se aproxima al proceso de formación del "género novela" en Venezuela. Si nos detenemos en la obra de Eduardo Blanco, Zárate, publicada en 1882, observaremos la afirmación de lo nacional en sus páginas. En efecto, esta pieza constituye un hito porque señala un camino. Sus líneas manejan elementos costumbristas porque el autor captó las formas generales de vida en el país e, incluso para algunos, se puede apreciar como novela de corte histórico.
El bandido Zárate es el eje de la obra y gran parte de la trama está basada en las actividades de bandolerismo que azotaba el país en la época posterior al término de la guerra de independencia; por lo que se puede observar, pues, Zárate es producto de su tiempo; su tema es nacional e histórico y toma la imagen del bandido generoso que se mueve hábilmente entre la vegetación de Aragua. Blanco es artista al presentar el paisajismo que más adelante será punto clave de otras novelas. Con razón, ha sido presentada por la crítica como la primera novela venezolana por la incorporación del paisaje nacional, cosa que no había hecho Fermín Toro en su novela de exóticos tema y ambiente.
Si continuamos con la disertación acerca de cuál fue la primera novela de corte nacional en el país, aún hay más. En 1890 aparece Peonia cuyo autor es Manuel Vicente Romero García. Sobre esta novela se han escrito variadas y contradictorias opiniones; es la obra del siglo XIX que ha conocido mayor número de ediciones, a decir de Osvaldo Larrazábal Henríquez. También fue reconocida como "novela de costumbres venezolanas" y el propio autor, Romero García, escribió en el prólogo: "Peonía tiende a fotografiar el estado social de mi patria".
Su protagonista Carlos, con formación positivista, es materialista y crítico; por esta razón se ha dicho que lleva la voz cantante del escritor y aporta sus ideas. Es un personaje que desea contribuir con el ambiente de progreso imposible de cumplirse por razones atávicas y ancestrales. En cuando a lo que se podría denominar la "hechura nacional" de la obra, Peonía hace gala de modalidades costumbristas y criollistas en el lenguaje. Las costumbres son de raigambre popular y se incluyen coplas, cuadros de costumbre, descripción de rancherías, faenas de la hacienda y lances de cacería.
En este orden de ideas, la crítica ha sido abundante en lo que respecta a la falta de valores estéticos de la novela. Algunas opiniones destacan la importancia de esta novela para el resto de la formación del género en Venezuela; otros juicios, y entre ellos no podríamos olvidar la voz del Padre Barnola s.j., no giran en torno a la obra en sí, sino alrededor de la importancia cronológica de Peonía como primera novela con elementos nacionales incorporados a sus páginas.
En fin, nuestra idea al revisar los planteamientos anteriores, no ha sido la de continuar con la disertación ni regar más tinta al respecto. Si hemos abordado el tema de la primera novela venezolana, ha sido con el propósito de observar el fenómeno producido por la acción de la crítica literaria. Para efectos de un análisis de obras literarias, el énfasis inmanentista ha dejado poco espacio para los juicios de valor, el contexto y la participación del lector dentro del funcionamiento de la literatura. Si hemos seguido el camino propuesto por la crítica con respecto a la producción de "la primera novela venezolana", podremos observar que la teoría funcional de la literatura como fenómeno de la comunicación social no la ha excluido; por el contrario, es precisamente la crítica la que ha dado cuenta de la importancia o no de estas obras literarias y su posible catalogación cronológica con respecto a la historia de su género.
Para cerrar la polémica que gira en torno a precisar la primera novela venezolana, la misma crítica es la que ha dado la respuesta. Los mártires, cronológicamente, constituye la primera novela nacional porque fue escrita por un autor venezolano, aunque su tema no lo haya sido y porque formó parte de un proceso. Zárate constituyó la representatividad temática y Peonía aportó un modelo para los futuros escritores. En la actualidad, los aportes de Osvaldo Larrazábal y Gustavo Luis Carrera, investigadores de la U.C.V., presentan el tema de "la novela nacional" como el resultado progresivo de una serie de factores que permitieron la elaboración de un movimiento influyente sobre la novelística posterior, para establecer las bases y el logro definitivo de un modo de expresión. De esta manera y una vez más, la crítica es la que aporta las bases para el estudio de los textos literarios y, luego, será al lector a quien corresponda la responsabilidad definitiva de finalizar el "acto de habla ritual" - como diría Barrera Linares- iniciado con la escritura de un texto literario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estas páginas son de interés personal para sus autoras, si quieres hacer algún comentario...gracias¡