Cuando el lector se aproxima a la novela Viaje inverso del venezolano Gustavo Luis Carrera, se encuentra ante una obra significativa que desde su misma construcción se burla del relato burgués; estamos, pues, ante la presencia de un texto que se ofrece conscientemente como antinovela o novela experimental.
Los escritores experimentales habían iniciado su indagación por medio de los juegos textuales que convocaban la enciclopedia de sus lectores (en acepción de Umberto Eco.); por eso, la figura del lector ha resaltado en importancia dentro del juego ficcional y, de esta manera, procura actualizar la obra según su competencia cultural. En palabras de Viñas: “El texto se impregna de las intertextualidades de otros textos y otros géneros como poesía y teatro”, por eso, la novela de Carrera participa de géneros paraliterarios como la música, las noticias, dibujos, textos teatrales, coplas y juegos con el blanco de la hoja, capaces de llamar la atención de todo lector cómplice con la reelaboración ficcional.
El tema primordial de la novela experimental, si lo hubiese, es el hombre y su propia circunstancia; por esta razón, no se presenta una sucesión de episodios como se espera de toda narración, la narrativa experimental de nuestro tiempo evita recurrir a algún elemento novelesco, se libera a la ficción experimental de los órdenes ficticios y convencionales y se procura alcanzar el desorden existencial. Viaje Inverso posee las características propias de una generación inspirada en lo que Madrid ha denominado novela de autor o intelectual, nacida "paralelamente con la reestructuración de la novela latinoamericana que se consolidó en los sesenta para continuar en los setenta y ochenta".
Inmerso en las novedades de la narrativa de los años sesenta, el autor demuestra su habilidad en rastreos novedosos y en una autocrítica consciente, como se lo había propuesto el resto de la generación. Los venezolanos siguen el llamado de la gran novela latinoamericana y en palabras de Ortega se lucha: "por quebrar las pautas tradicionales de la novela cuyo impulso a totalizarse la obliga a cuestionar las técnicas y las formas, la escritura misma, a instaurar en el centro de la creación novelesca la crítica a esa misma creación".
La voz textual de Viaje inverso aborda una exploración existencial que parte desde su angustia interior y desconcierto por conocer todo lo referente a la imagen enigmática de Pedro Lázaro, el autor de los pergaminos que desea descifrar: "Confieso que ya no pude detenerme. Leí todas las hojas envejecidas en una tarde y media noche. (…)Vine a buscar no sé qué y terminarán por enterrarme junto a uno de esos pilotes de sal".
En un itinerario constante y tormentoso, se confunden identidades tras la sombra enigmática de Pedro Lázaro, centro de todas las apreciaciones. La imagen de este ente ficcional se superpone a otras y el narrador textual, confuso, cree encontrarla entre los rostros de sus amigos y conocidos. La obsesión confunde no sólo al narrador, sino también al lector, que debe estar muy atento para organizar la ficción elaborada por Carrera. Las claves están en el propio texto porque el mítico Pedro Lázaro lleva de la mano al personaje “organizador ficcional” para que asuma el rol protagónico al que se le ha invitado desde los pergaminos.
Al final del texto, y después de un rastreo angustioso, ocurre el encuentro entre las dos identidades: la de Pedro Lázaro y la del protagonista de la novela, quien se ha dedicado a un escudriñamiento continuo. Igual al mito de Narciso que ve su imagen en el agua y se enamora de ella, el protagonista de este insólito encuentro, sólo ve el reflejo de su propio rostro en los papeles de Pedro Lázaro. De aquí que el lector aprehenda la figura del narrador sobrepuesta a la de Pedro Lázaro, porque se trata de su misma imagen reflejada en los folios. El narrador contemplará su especulum en el autor de los pergaminos y comenzará de nuevo el relato: Entre Pedro Lázaro y yo (…) no había fusión de ningún tipo: llamarlo por su nombre era tocar en realidad la puerta de al lado; un viaje inverso, como hubiera dicho él mismo.
Como se ha podido observar, Viaje inverso es un texto espejeante que se construye sobre su misma ficción, “ficción dentro de la ficción o mise en abyme; el desdoblamiento del texto en su propio comentario crítico o en las claves de su desciframiento; (...) la invención de unos personajes por otros" (como diría Bustillo).
En definitiva, abordar la novela Viaje inverso desde las propuestas de la antinovela, representa un reto para el ojo crítico de quien se enfrenta al texto. La obra posee claves que deben ser interpretadas por sus lectores; Carrera las ha dejado allí, ahora toca al receptor actualizarlas y hacerlas novedosas con las nuevas propuestas de la crítica que se acerca al espacio de los relatos finiseculares. Viaje inverso, pues, sigue vigente aún después de dos décadas de su publicación.
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